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Corgos, convencido de lograr 8,50 en dos años

Antonio Corgos, el atleta que saltó 8,23 metros, convirtiéndose la marca en la cuarta mejor mundial de la temporada y en la decimo sexta de todos los tiempos, está llamado a llegar a los 8,50. De momento sigue sin ningún tipo de ayuda especial. Ayer entró en filas y nadie le ha despejado dudas sobre su porvenir para que su actividad deportiva pudiera ser completa, al estilo de los grandes atletas.

Los veinte años de Corgos le convierten en un atleta de inmensas posibilidades de cara al futuro. No es una promesa porque yá tiene un salto acreditado de 8,23, producto de una progresión que le llevó del 8,05 de hace dos años al 8,09 del año pasado y al 8,23 de éste. En la temporada que ya finaliza también rebasó más veces los ocho metros. Esta regularidad ascendente demuestra que el 8,23 de Cargos no fue ningún salto «milagroso» al estilo de los 8,90 de Beamon, atleta que tiene como segunda mejor marca 8,33.Los ocho metros, barrera psicológica de muchos saltadores, los tiene Corgos ya superados. Prácticamente en todos los concursos llega más allá, aunque sea en sus saltos nulos. «Cuando se llega a un cierto nivel», explica Corgos, «hay que arriesgar mucho más y se incurre en el vicio de los nulos».

Corgos saltó recientemente en Madrid y Barcelona. Llenó los estadios. El es consciente de que su nombre ha devuelto el interés por el atletismo: «Hay ahora una serie de atletas, prácticamente todos los que fuimos finalistas olímpicos, que sí llama la atención; lo que ocurre es que la longitud, por una serie de circunstancias, puede resultar más brillante. Su tradición es equiparable a la de las pruebas de velocidad, y su medida, muy gráfica».

Los campeonatos de España fueron el marco de los 8,23 de Corgos. Después tuvo el compro miso del encuentro internacional de Barcelona, pero no hubo récord: «Hacer dos veces seguidas una buena marca es dificil. En Barcelona estuve mal y eso entra dentro de lo normal». El público catalán, sin embargo, le despidió con una atronadora ovación, que pareció ignorar Corgos: «Fue por timidez, pero claro que la escuché, igual que pude sentir el silencio que había cuando iba a saltar. Eso te da una mayor responsabilidad e incluso te creces y lo quieres hacer tan bien, llegar tan lejos, que pisas la tabla y te dan nulo».

Más conocido en Europa que en España

Corgos rehúye la popularidad. Incluso no aprovecha su fama para ligar: «Tampoco me conoce tanta gente. Desde que llegué de Moscú no he firmado ni una docena de autógrafos, todo lo contrario que en otros países, como por ejemplo Finlandia, donde el atletismo es un espectáculo nacional y reconocen a todos los atletas».Esta circunstancia le duele a Corgos, «porque en España el único deporte que parece existir es el fútbol, que resta importancia al atletismo en todos los medios de comunicación». El entró ayer en el servicio militar. El campamento lo hará en León, y después, depende de las recomendaciones: «En mi caso no creo que valgan porque no soy futbolista, aunque es verdad que permitieron que me reincorporase unos días más tarde para poder intervenir en el Espana-Bélgica-Grecia».

El servicio militar no afectará a la preparación de Corgos. Sus entrenamientos tienen como objetivo llevarle hasta el 8,50 para dentro de unos dos años: «Se que llegaré a esa marca porque la veo muy cerca. Dicen que tengo una constitución idónea para el salto y la velocidad adecuada, que es indispensable, para llegar a la tabla y desplazarme lo suficiente por el aire».

Las lesiones ya han dejado de ser problema para Corgos. Siendo el mejor saltador juvenil de Europa apenas podía competir porque sus músculos se resentían. Su recuperación se la debe a sí mismo, porque en la federación le ofrecieron soluciones, pero vagamente. Un masajista de Barcelona fue el que puso al atleta a punto. Sin embargo, Corgos aún no ha podido rendir ninguna temporada a tope y por ello no tiene la máxima beca federativa, 40.000 pesetas, que obliga a competir constantemente: «Pero este aspecto no me preocupa, porque yo no hago atletismo por dinero. Vivo de mi familia, que es a quien doy la beca. Considero que este núcleo social es el ideal para vivir y me encuentro a gusto entre los míos».

Cuando regrese. del servicio militar comenzará a preocuparse de su futuro: «Hasta ahora nadie me ha ofrecido ninguna garantía para vivir. Dejé los estudios de farmacia porque yo quiero algo relacionado con el deporte y seguramente iré al INEF. Me permitirá seguir viviendo en Barcelona y podré compaginar la carrera con mi actividad deportiva perfectamente».

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