Yo, Claudio.
Suerte de tonto (capítulo undécimo). Claudio, oculto detrás de una cortina, es aclamado emperador por la guardia pretoriana. El Senado claudica y le reconoce. Sus primeras medidas son condenar a muerte a los conspiradores contra Calígula y su familia. Claudio todavía piensa como republicano, pero comprende que es difícil dejar el poder. Herodes le aconseja que no confíe los poderes al Senado para evitar la guerra civil. Su esposa, Mesalina, da a luz un hijo, al que se le impone el nombre de Druso Germánico, pero que más tarde será conocido como Británico.
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