Veranear en invierno

Quiero referirme al editorial del pasado 13 de agosto sobre «Las vacaciones programadas», en el que encuentro que quien lo escribió no conoce muy bien la problemática del turismo y además, y esto es lo más importante, no debe de leer EL PAÍS.El editorial arremete contra la sugerencia de que las vacaciones se desestacionen. Para el autor sólo existen motivos negativos al hacer esta sugerencia, como el calor y la costumbre. Me duele que EL PAÍS esté promoviendo el inmovilismo. El tema del termómetro tiene muy poca consistencia, ya que pasar el mes de agosto en un caluroso lugar en vez de en otro es un pequeño alivio, mientras que pasar el crudo invierno con una temperatura primaveral, como las Canarias, sí que puede suponer una completa satisfacción.

Si desestacional izamos nuestras vacaciones, las ventajas serían numerosas: el bolsillo sufriría menos, se aminoraría el paro en Andalucía y Levante, por ejemplo, no tendríamos que soportar las aglomeraciones, etcétera.

El editorialista parece perder el verdadero sentido de la desestacionalización: no se trata de darle al extranjero «las mejores naranjas»; el problema es muy distinto, como demuestran los ejemplos mencionados anteriormente. Y tampoco se trata de evitar que los españoles viajemos al extranjero en nuestras vacaciones. Yo precisamente me gano la vida enviando españoles a Inglaterra y Holanda. De lo que se trata es de advertir a la Administración del peligro que corremos si, como este año, dejamos de poder conseguir nuestros certificados penales, con lo que en todo el mes de agosto no podemos sacar el pasaporte. / (miembro de la Federación Internacional de Periodistas y Escritores de Turismo.