Vélez y su "cuadrilla"
La gente no intelectual, el hombre corriente, exclama: «Excelentes profesionales», «gran programa», «tíos la mar de inteligentes», «qué cultura, qué sapiencia, qué todo», y otras flores.También les dan coba, por supuesto, la casi totalidad de los intelectuales y escritores españoles: les conviene tener acceso a tan cacareante programa de RTVE, Encuentro con las letras. En realidad, dicho en cuatro palabras, el elenco de la emisión está compuesto por casi una docena de habituales, aficionados a la literatura, diletantes, muy discutibles revelaciones y escritores, en el terreno de la literatura española, de segundo o tercer orden.
Con toda seguridad, asimismo, la caprichosa elección de los componentes de la emisión corresponde a una necesidad funcional: no es necesario, ni mucho menos, poseer un gran nivel profesional para sacar adelante, sin ninguna genialidad, las sesiones.
Por realizar una tarea que les gusta, por ganar prestigio y popularidad, por prurito narcisista, por añadidura son altamente remunerados. Gran paradoja. Nunca lo he comprendido. Con su sueldo se pagaría a otros tantos licenciados en paro. Ya Larra hablaba, con amarga ironía, de los «sueldazos bestiales» de los oficinistas (por cierto, Encuentro con las letras está estructurado de forma burocrática y no menos burocrático es el sistema crítico tradicional que utilizan los responsables del espacio, los hombres de Vélez, ya más famosos que la quina o la purga Benito en su tiempo).
Encuentro con las letras está muy bien, por su acierto al rendir tributo a la actualidad literaria, pero sus protagonistas, la plantilla, debería ser más movible, alternante, dar entrada o cabida a otros profesionales de la cultura, porque la repetición de temas se hace notar excesivamente, y nuevas caras, quevos hombres ilustres, que harían el programa incluso pagando, sería una solución para acabar con la monotonía. /
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