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Próximo rodaje del español Bigas Luna en Estados Unidos

Ángel S. Harguindey

A finales del próximo mes de septiembre, o principios de octubre, comenzará, en Estados Unidos, el rodaje del cuarto largometraje de un realizador catalán, Bigas Luna. Sin duda, el hecho más relevante lo constituye el que el rodaje sea con actores de aquel país, técnicos de Estados Unidos y un reparto de actores internacional. En pocas ocasiones un realizador español ha conseguido rodar en el país que domina absolutamente el panorama cinematográfico mundial.

Bloody Mary es el título del cuarto largometraje de Bigas Luna, autor de Tatuaje, Bilbao y Caniche. En él se narran las vicisitudes de una joven italiana que realiza milagros y que es «fichada» por una de esas sectas religiosas, tan típicamente americanas, que basan en los programas en directo de televisión su capacidad de fascinación. De esta manera, el realizador catalán continúa con su demostrado interés por la civilización tecnológica, manifestado ya sobradamente en Bilbao y Caniche. La religión, o al menos un concepto peculiar de la misma, sólo puede sobrevivir en una sociedad tan tecnificada como la de Estados Unidos con la utilización de los medios de comunicación de masas, sobre todo la televisión, que se encargará de propagar los hechos milagrosos del pastor-estrella. Si para conseguir más adeptos -que cotizan espléndidamente- es necesario importar «estrellas» extranjeras, regiones como Sicilia se convierten en estupendas canteras de fenómenos misteriosos.

Bloody Mary es una coproducción hispano-italiana. El guión, escrito por el realizador en Los Angeles, está ultimado hace tiempo y, según noticias de la productora, en la actualidad cuentan con tres ofertas de distribución norteamericanas, con mínimos garantizados y fijación de inversión publicitaria -condición indispensable para estrenar con garantías un filme en EE UU-. El reparto está formado por Paul Michel Glaser (actor conocido en España por su papel de Starsky, en la serie de detectives), o David Carradine, el último de la saga Carradine, por ahora, que ha protagonizado ya varias películas, entre ellas la última de Samuel Fueller, The big red one, presentada en el último festival de cine de Cannes. Los deseos originarios de Bigas Luna eran los de contar con Dennis Hopper, lo que al parecer no ha podido ser. Francisco Rabal, Antonella Murgia y Ross Martin completan el cuarteto estelar. Intervienen también en la película dos actores españoles prácticamente constantes en la filmografia de Luna: Angel Jové y Consol Turá, figurinista de la película, además de actriz. Como ayudante de dirección figura José Antonio Salgot, director de Mater Amatísima, basada en un relato de Bigas, y José Cuxart como director de producción. Anastasio Rinus será el montador. La relación de nombres españoles que intervienen en el filme muestra la coherencia del equipo, que ya trabajó en las dos anteriores películas de Bigas, por lo que se puede hablar de un «clan» Luna, fórmula extendida y aceptada en la cinematografía mundial como una de las claves del éxito de un filme.

Bigas Luna se dio a conocer en el cine con la realización de Tatuaje, adaptación cinematográfica de la novela «negra» de Vázquez Montalbán.

Bloody Mary es, evidentemente, su gran apuesta. Escribir una historia norteamericana, realizarla allí y con actores norteamericanos es algo infrecuente, pero, a nuestro juicio, ábsolutamente válido para conseguir una distribución importante. Nadie duda de que Estados Unidos es la gran potencia cinematográfica mundial; quizá una de las fórmulas más válidas para aprovechar su infraestructura industrial sea la de rodar allí. Isasi Isasmendi fue el primero en demostrarlo, con su Las Vegas, 500 millones. Manuel Summers acaba de finalizar un rodaje en Estados Unidos, algo que está a punto de iniciar también José Luis Borau. Gonzalo Herralde, por su parte, también ha rodado en Nueva York. Si, como dice Lucas, el imperio contraataca, quizá la única manera de devolver el golpe sea desde dentro del imperio, infiltrándose con suavidad y decisión. Win Wenders y Bernardo Bertolucci, por citar a dos de los realizadores más sensibles de cuantos funcionan en la actualidad, lo saben. Bigas Luna, también.

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