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El Parlamento belga aprueba la regionalización del país

El Parlamento belga votó en la mañana de ayer, por aplastante mayoría, la ley sobre la regionalización de Bélgica que concede poderes autónomos a Flandes y a Valonia.Esta votación, calificada de «histórica», debe provocar, según los observadores, la desaparición de los enfrentamientos lingüísticos que oponen desde hace diez años a flamencos y a valones, paralizando la vida política del país.

Pero el problema más delicado y más explosivo -el Estatuto de Bruselas, ciudad francófona en un 80%, enclavada en territorio flamenco- ha sido dejado de lado provisionalmente. Los diputados belgas se han concedido de plazo hasta 1982 para encontrar una solución a este problema sobre el que continúan enfrentándose flamencos y francófonos. Los flamencos querrían hacer de Bruselas una capital administrativa que no dispusiera de los mismos poderes regionales de Flandes y Valonia. Los valones y los bruselenses desearían que Bruselas dispusiera, más o menos, de los mismos poderes regionales que las otras dos regiones.

Lo que hay en juego en este enfrentamiento es bastante, tanto en el plano político como en el económico, pues los flamencos, que son los más numerosos (56% de la población belga) y disponen del poder económico, no quieren ser considerados como una minoría por los valones aliados con los bruselenses francófonos.

Mientras tanto, la regionalización de Bélgica va a comenzar por la puesta en marcha de asambleas y ejecutivos regionales en Flandes y en Valonia. Estas instituciones regionales dispondrán de poderes propios en materia de ordenación del territorio, urbanismo y política fiscal, aunque los medios financieros puestos a su disposición serán, en un primer momento, muy modestos: representan apenas entre el 1,5% y el 3% del presupuesto nacional belga.

Sin embargo, si las dos comunidades no consiguen llegar a un acuerdo sobre el Estatuto de Bruselas, toda la regionalización corre el peligro de ser nuevamente cuestionada.

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