Carta a un caballo
Noble Tahití, leí tu carta y me divirtió mucho. ¡Lástima que no hagan entrevistas a los caballos! ¡Con lo que debéis saber! Menos de política, claro. Ya sé que tú no entiendes de partidos, ni de derechas ni de izquierdas, ni siquiera del centro, que siempre oí decir que es el punto donde se juntan los extremos, Pero, a cambio de esto, sabes encontrar la buena hierba y, por tu olfato, localizar los verdes prados. También conoces a los humanos, al que te cuida, te lava, te peina y es tu amigo. Como también conoces al que te desprecia y maltrata, sólo que no puedes decirlo y se queda dentro de tu alma de caballo, que también los caballos deben tener alma, ¿porqué no?Yo, como tú, tampoco entiendo de política; sin embargo, sí sé de ese Marcelo que confunden con el tuyo. Y sí sé, de la misma manera que sabe, o debe saber, aquella jovencita de Santiago que mandaban desde Alemania a su tierra, sin conocer el idioma y sin dinero, porque al llegar a la empresa de trabajo le dijeron que padecía de tuberculosis (no siendo, afortunadamente, cierto, al ser reconocida en Santiago), y que ese Marcelo, con un montón de puntos en una ceja, un brazo roto y un tobillo dislocado, resultado de un accidente de hacía tan sólo unas horas, olvidándose de todo lo suyo, solucionó rápidamente, hasta dejar a esta joven debidamente instalada en un tren directo hasta España y con algo de dinero.
Como también lo sabe, o debe de saber, aquella viuda de un pueblo de Granada cuyo marido murió de un ataque al corazón, dejándola sola y con cinco hijos. Y otra viuda de un joven muerto en accidente mientras trabajaba, y que quedó con tres hijos, y otro enfermo del corazón, y otra joven con epilepsia y... otros muchos etcéteras silenciados e ignorados que hacen al hombre tal y como es.
Así pues, querido Tahití, si un día, por un casual, monta sobre tus briosos lomos y tira de tus riendas este otro Marcelo, no te sientas vejado y trátale bien, que nunca otro más noble alazán pudo llevar mejor caballero./
. Valencia.
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