Llopart primer español en el podio de atletismo
La medalla de Jordi Llopart es de plata maciza. El administrativo del Ayuntamiento de Prat de Llobregat consiguió para el deporte español un hecho sin precedentes. Por primera vez, en el podio M estadio olímpico hubo un atleta español. Jordi Llopart, que ya fue campeón de Europa, que fue a México a aprender la técnica de los marchadores de aquel país, que tuvo que soportar durante mucho tiempo que en los entrenamientos le insultasen, realizó ayer una carrera histórica. Tan histórica para el deporte español como para el mundial lo fue el récord mundial de salto con pértiga logrado por el polaco Kozakiewicz.
Jordi Llopart realizó una caminata impresionante. En el kilómetro 15 figuraba en el paquete de cinco atletas que marchaba tras el trío compuesto por Ivchenko, Gauder y Bautista. En el kilómetro 20, Llopart era líder, acompañado por el mexicano González y el germano oriental Gauder. En el kilómetro 30 perdió posiciones y quedó colocado en cuarta posición. Cinco kilómetros más adelante subió al segundo lugar, del que ya no se apartó hasta el final de la prueba. Los controles de los kilómetros 40 y 45 señalaron un notable avance del germano Gauder y un distanciamiento también importante de Llopart respecto del soviético Ivchenko, un veterano de 42 años que llegó a la meta feliz al haber culminado su vida deportiva con una medalla de bronce.Una sola bandera española ondeó en el graderío al paso de Llopart, que entró en la meta a dos minutos Y un segundo del ganador y cinco minutos y seis segundos antes que Ivchenko. Llopart buscó antes de entrar en la meta, con la mirada, amigos que saludaran su paso. En la tribuna presidencial se levantó para aplaudirle Anselmo López. Todos los periodistas españoles presentes en el momento de su llegada también nos pusimos de pie, para que advirtiera que no estaba solo. Llopart se paró tras la cinta de llegada, buscando amigos a quien saludar. Estuvo prácticamente solo, porque ni siquiera algunos de sus compañeros pudieron hacer notar su presencia.
Jordi Llopart, el discípulo más aventajado del entrenador Moisés Llopart, su padre, soportó durante cincuenta kilómetros de caminata la llamada soledad del corredor de fondo. Pero quizá se sintió más solo mando cruzó la meta del estadio olímpico. Todos los atletas que suben al podio tienen en Moscú los aplausos de sus compatriotas. Los españoles, como siempre, no encuentran el calor de quienes saben estimar el esfuerzo de los deportistas.
Jordi Llopart estuvo solo en carrera. porque José Marín no pudo resistir el ritmo impuesto desde el principio. Marín llevaba sobre sus piernas la caminata de los veinte kilómetros, en la que llegó quinto. No obstante, a partir de la mitad de la prueba, supo recuperar el terreno perdido y ascendió en la clasificación de una manera extraordinaria. Marín fue sexto en la meta. En una semana consiguió dos diplomas olímpicos. Marín ha sido en Moscú, aunque no haya subido al podio, un deportista de primer orden. Lástima que los marchadores sean deportistas poco apreciados por las masas. Lástima que hayan tenido que soportar durante años insultos por las carreteras de quienes les veían caminar de manera tan singular. Llopart comenzó a tener el respeto de los que se cruzan en su camino a partir de aquel triunfo en los campeonatos de Europa. Llopart y Marín, a partir de ahora. tendrán no sólo el respeto de las gentes, sino también una admiración que, aunque les llegue tarde, la tienen bien merecida.
La medalla de Llopart es de plata maciza porque en esta prueba no puede hablarse de ausentes. A Moscú han venido todos cuantos son gente en esta disciplina. Del éxito de Llopart no podrán deducirse porcentajes de posibilidades, porque luchó contra los mejores del mundo. Los mexicanos, grandes favoritos, sucumbieron en las dos caminatas. Y con Llopart y Marín no hubo posibilidades de descalificación, porque los dos andan. En ellos no hay esa extraña flotación que permite a algunos en muchos momentos tener los dos pies en el aire.
El triunfo de los marchadores catalanes no puede considerarse dentro de esa típica sorpresa española. Ambos dieron muestras de gran calidad en los años anteriores a los Juegos. En ellos no hubo la mínima improvisación.
El gran espectáculo de la caminata estuvo en los alrededores del estadio Lenin. La gran apoteosis de la tarde estuvo junto a la curva del fondo sur, en donde los saltadores de pértiga crearon un ambiente de gran tensión en el público por la emoción de la competición. Francia trajo a Moscú a tres pertiguistas denominados «voladores». Pero el gran pertiguista volador es desde ayer tarde el polaco Kozakiewickz, que superó el récord del mundo y batió al soviético Vokov, sobre el que los espectadores volcaron de una manera lamentable todos sus deseos de triunfo. Vigneron, recordman mundial hasta hace bien poco tiempo, quedó eliminado antes de la batalla final.
Con el listón en los 5,75, Kozakiewickz se quedó sólo como campeón olímpico. Momentos después intentó batir el récord mundial de Houvion y el listón quedó colocado en los 5,18. El polaco los superó. Posteriormente, hizo el intento de superar los 5,82, pero los tres saltos resultaron fallidos. Kozakiewickz, no obstante, dejó establecido un récord importante. Los franceses «voladores» fueron derrotados por un atleta excepcional.
La tarde atlética nos proporcionó la clasificación de José Luis González para las semifinales de los 1.500 metros, prueba en la que se vislumbra un nuevo éxito de Ovett, porque Coe parece atravesar un momento de inferior forma a la de su compatriota. Ambos, como es natural, pasaron a las semifinales, pero Ovett en ganador Coe, como segundo. Abascal, sexto en la serie que ganó Marajo, quedó fuera de las semifinales.
La final de los 400 metros proporcionó un nuevo triunfo a la URSS y la derrota definitiva de Juantorena. La lesión que sufrió en el talón de aquiles impidió al cubano revalidar sus éxitos de Montreal. No tiene la salida de antes y el tramo final no lo corre con aquella fuerza que le caracterizaba. En las series de 5.000 se reprodujo el espectáculo Yifter. El etíope no tendrá adversario tampoco en esta prueba. Gana cuando quiere.
Las pruebas femeninas nos proporcionaron la emoción del récord olímpico. Taitana Kazankina 1o estableció en las eliminatorias de 1.500, que corrió en 3.59.2 (anterior en 4.01.4) y Barbel Wockel, de la RDA, lo fijó en la final de los 20 metros al correr en 22.03 lo que antes estaba en 22.26. Nuevo récord olímpico también fue el del lanzador de peso VIadimir Kiselyov, que envió la bola a 21,35 metros, tres centímetros más que el anterior. Los lanzadores pasaron inadvertidos en una tarde en la que la pértiga fue prueba reina.
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