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El abogado de Jorge Rafael Benayas plantea serias dudas sobre el suicidio de su defendido, en la cárcel de Segovia

José María Mohedano, abogado de Jorge Rafael Benayas, el preso que, según la primera versión del director de la cárcel de Segovia, se suicidó el pasado viernes en su celda, ha declarado a EL PAIS tener «serias dudas sobre las circunstancias que rodearon la muerte de su defendido». «Yo no puedo aventurar ninguna hipótesis», dijo Mohedano, «porque aún no poseo los suficientes datos. Lo que sí me extraña es que aún no se le haya hecho la autopsia, hecho bastante inusual, y que la muerte de Jorge se haya producido en un momento en el que él estaba muy animado psicológicamente y desarrollando una actividad importante para el esclarecimiento de los hechos que se le imputaban».

«Además, y esto es, a mi juicio, lo más significativo», añadió su abogado, «Jorge remitió dos documentos manuscritos al juez instructor de su sumario, Gómez Pantoja, el miércoles y el jueves pasados, documentos en los que le explicaba al juez, con todo lujo de detalles, una serie de supuestos delitos, con sus correspondientes pruebas, en los que estaban presuntamente implicados varios directivos y funcionarios de la Caja de Ahorros de Segovia y otras entidades financieras».En los mencionados manuscritos que Jorge Benayas hizo llegar al juez se explicaba un supuesto delito relacionado con una serie de cuentas ficticias depositadas en la Caja Postal de Ahorros y de los intereses de ellas devengados. «Sólo por este concepto», explica Mohedano, «se recaudaron el año pasado en todas las sucursales de las cajas españolas 1.500 millones de pesetas». Benayas explicaba en sus declaraciones escritas cómo determinados directivos habían sido beneficiarlos de estos devengos en concepto de premios, y cómo se había administrado el fondo financiero. Según el abogado, Benayas tenía las pruebas de este supuesto delito, con el nombre y, apellidos de los implicados, en una caja fuerte depositada en Francia, y sobre la que ya había dado orden para que estas pruebas llegaran esta misma semana a Madrid.

«Ahora, con su fallecimiento», prosigue el letrado, «se van a complicar las cosas, pero si cuento con la conformidad de sus familiares, yo haré lo imposible para que estas pruebas lleguen a su destino y entonces ya veremos qué pasa».

También hablaba Jorge en sus manuscritos de cómo existían relaciones presumiblemente ilegales entre un banco importante y la Caja de Ahorros de Segovia, en relación con la existencia de cuentas con cuantía no autorizada y el cobro de extratipos ilegales. Finalmente, Jorge Benayas volvía a denunciar lo que ya hiciera anteriormente, cuando se encontraba en libertad: la compra de un nuevo local para la Caja de Ahorros en una cantidad bastante más elevada de los precios que pueden considerarse normales en el mercado. «Y todo ello, porque el directivo que realizaba la operación de compra había conseguido a cambio el donativo por parte de la constructora de un piso en ese mismo edificio, inscrito en el Registro de la Propiedad a nombre de un hermano suyo».

Todas estas denuncias las relataba Jorge en el manuscrito que envió al juez Gómez Pantoja el miércoles. «El segundo que escribió, y que lo remitió al día siguiente, era realmente explosivo», comenta Mohedano: en él se daba cuenta del resultado de las gestiones conjuntas entre el defensor y su defendido, y que no era otro sino la identidad de las personas que -en su opinión- falsificaron las firmas y el talón bancario de treinta millones de pesetas (delito imputado a Jorge Benayas y causa de su encarcelamiento y posterior proceso); la identidad de las personas que supuestamente se repartieron esta cantidad y el número de las cuentas bancarias donde se había depositado el dinero en un país extranjero.

Nada más recibir este escrito el juez Gómez Pantoja dictó un exhorto a ese país extranjero para verificarla identidad de los propietarios de esas cuentas bancarias, «todos ellos funcionarios», según Mohedano, «de la Caja de Ahorros de Segovia y de la de Madrid».

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Son estas circunstancias, más la última visita que Mohedano realizó a Jorge en la prisión de Segovia, el pasado domingo, las que provocan que el letrado «no vea las cosas claras». «El pasado domingo me encontré enfrente a un Jorge animado, ilusionado y activo, por lo que no entiendo este brusco cambio en su estado emocional», señaló.

Cierto es que el fallecido tenía. un carácter depresivo y que por dos veces intentó suicidarse en la prisión. « Pero yo había advertido al juez y al director de la prisión que tuvieran cuidado con Jorge, que no le dejaran sin vigilancia, porque tenía tendencia a pasar por baches depresivos muy profundos. Y no sólo no hicieron caso, sino que además se ordenó su traslado a otra galería de la cárcel, donde se le privaba del contacto con otros presos de la CNT (Benayas era de ideología libertaria) y se le retenían las cartas, no le permitieron hacer testamento notarial ni le dejaban leer EL PAIS sin previa censura, y hasta con cinco días de retraso. Todos estos hechos, sumados a tantos meses sin juicio, influyeron en el ánimo de mi defendido, que estaba obsesionado con la idea de que le perseguían ».

Querellas contra el juez

Añadió Mohedano a este periódico que actualmente se encuentra estudiando la presenta ción de una querella contra el juez Gómez Pantoja por prevaricación (término jurídico que responde a una actuación negligente o al dictado de una resolución injusta a sabiendas), y otra querella «por retrasar la tramitación del sumarlo».

En todo caso, hay otros dos hechos que pueden avalar la hipótesis del suicidio: Benayas había redactado un testamento el día previo a su muerte, y además el cadáver presenta señales en el cuello, por lo que pudo haberse ahorcado. «De todas maneras», observa el letrado, «habría que preguntarse cómo se le dejó sin vigilancia y de donde sacó el material para llevar a cabo su muerte».

«Jorge Benayas ha sido víctima», concluye Mohedano, «de por lo menos, y hablando benévolamente, un error judicial, porque yo le dije a Gómez Pantoja el día 4 de julio, en su despacho, que las razones por las que le mantenían durante seis meses en la prisión eran razones extrasumariales, eran razones que responden a motivaciones políticas e ideológicas sobre las que, de momento, no conviene aclarar más, pero todo se andará».

El cadáver de Jorge Rafael Benayas Manzanares fue trasladado ayer a Madrid. Mañana está previsto su entierro en Segovia.

La estafa que se le atribuye

En síntesis, la historia que ha conducido a Jorge al supuesto suicidio es la siguiente: el 10 de noviembre del pasado año, un individuo se presenta en el Banco de Santander, en Segovia, con talón al portador por la cantidad de treinta millones de pesetas. El efecto llevaba la firma de Jorge Benayas y la del jefe provincial de Correos. Como la sucursal bancaria no dispone de liquidez para hacerlo efectivo, se le paga mediante dos cheques canjeables en el Banco de España, y allí se recoge la cantidad.

Jorge continúa asistiendo con normalidad a su trabajo de jefe de servicio de Cuentas de la Caja Postal de Ahorros en Segovia, de la que era interinamente delegado provincial, hasta que el día 16 contrae una bronquitis; el médico de cabecera le visita, le firma la baja por enfermedad y se comunica a la empresa por los conductos habituales.

Tres días después recibe una citación de la Caja de Reclutas de Segovia, por la que le ordenan presentarse para cumplir el servicio militar, agotadas ya las prórrogas. Jorge, objetor de conciencia, huye a Francia, al parecer para librarse de la mili. El 10 de diciembre, la Caja Postal de Ahorros le envía una carta a su domicilio en Francia, comunicándole que se le abría un expediente por faltar injustificadamente a su trabajo (en España la objeción de conciencia tiene esta consideración). Finalmente, el 31 de diciembre, mes y medio después de producido el desfalco, la caja da cuenta de la estafa y se señala a Jorge como culpable (véase EL PAIS de ayer).

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