Nervacero seguirá
El sábado pasado, en cuanto el señor Abril Martorell terminó de exponer las increíbles condiciones que exigía a los trabajadores de Nervacero para la concesión a la empresa del crédito gubernamental, tres compañeros del comité, airados por la provocación que encierran aquellas condiciones, se levantaron de la mesa y abandonaron la reunión. El señor vicepresidente río pudo reprimir entonces una frase que retrata fielmente al personaje, al Gobierno del que forma parte y a la política que sigue contra los trabajadores: «Algunos compañeros», dijo, «no parece que tengan mucha capacidad de carga».Sí, para el señor Abril, y para el Gobierno del que forma parte, los trabajadores somos bestias de carga que deben aceptar mansamente, y hasta con agradecimiento, las medidas antiobreras que nos echan encima.
Durante estos ocho meses hemos aprendido sobre las múltiples presiones que tratan de reducirnos a la condición de bestias de carga.
Gobierno, patronal, partidos de la derecha vasca y estatal, algunos medios de información.... se han esforzado por echar la culpa del descalabro financiero y económico de Nervacero a nuestros «altos salarios». Han tratado de recubrirnos con la máscara de la insolidaridad con otros trabajadores y de fomentar la insolidaridad de ellos para con nosotros; se ha hecho demagogia abusiva con nuestros salarios y se han difundido cifras fantásticas. Los trabajadores manuales de Nervacero tenemos en la actualidad salarios que oscilan entre 65.000 y 70.000 pesetas brutas al mes, superiores a algunos del sector e inferiores a otros. En 1978 tuvimos un aumento salarial alrededor del 22%; en 1979, alrededor del 16%; desde noviembre de 1979 sólo hemos percibido 325.000 pesetas cada uno. Nuestros salarios no son los culpables de la crisis de Nervacero y, si hoy alcanzan las cifras señaladas, mucha lucha nos ha costado.
A nuestro pretendido «radicalismo» también se le achaca la situación de la empresa. En realidad, si de algo hemos pecado los trabajadores de Nervacero, ha sido de «moderación» y de ingenuidad. En diciembre de 1979, guiados por la ilusión de que así conseguiríamos conservar los puestos de trabajo, firmamos un acuerdo con la empresa comprometiéndonos a aceptar la Instauración provisional del cuarto turno, la limitación al 8 % de los crecimientos salariales para 1980 y otras medidas perjudiciales para nosotros. Se nos planteaba esto como exigencia para la obtención de créditos; pero tales créditos no. vinieron y poco a poco se nos iban exigiendo concesiones cada vez más draconianas, mientras seguíamos en la calle y sin cobrar los salarios adeudados.
Ahora esa campaña de difamación y de desprestigio de los trabajadores de Nervacero se recrudece.
La verdad es que nosotros nada tenemos que ver con la crisis de la empresa. Nervacero, señor Abril, se ha levantado con nuestro esfuerzo y a costa de nuestra explotación. Y, si Nervacero ha entrado en crisis, ello se debe exclusivamente a una gestión empresarial dominada por el afán desmesurado de lucro y por la improvisación; se debe también a ese tremendo negocio empresarial de la acción concertada, con base en los fondos de los contribuyentes, tan generosamente repartidos por la Administración a los empresarios del sector.
Y ahora ustedes quieren pasarnos la factura.de algo con lo que nada tenemos que ver. Quieren «sanear» la empresa y el sector -es decir, quieren colocarnos en situación de saneados beneficios empresariales- a costa de despedir a los trabajadores y de rebajar nuestros salarios.
El señor Abril Martorell nos exige que admitamos cuantos despidos considere necesarios la dirección de la empresa, la reducción de los salarios al nivel monetario de 1978, la implantación del cuarto turno, la eliminación de las conquistas sociales, la paz social... Nos exige que nos comportemos como bestias de carga, dóciles y sumisas: a cambio de ello habrá crédito extraordinario para la empresa.
Pues no. Los trabajadores de Nervacero no nos vamos a reducir a esa condición. Vamos a seguir defendiendo nuestros derechos y, eso sí, con todo el «radicalismo» que haga falta.
Esfuércese usted, señor vicepresidente del Gobierno -y con usted todos los que maliciosamente o no le secundan en esa tarea-, por tratar de sembrar la insolidaridad con Nervacero. Ese es su papel y está bien que se vea claramente. Como está bien que se vea que ese es también el papel de un Gobierno vascongado hermanado con los intereses capitalistas y enfrentado a los trabajadores.
Por mucho que se esfuercen, no van a conseguir su objetivo.
Nervacero les duele porque empieza a ser ejemplo. Nervacero es ejemplo de resistencia y de lucha contra una política antiobrera que no encuentra otra solución frente a la crisis que el aumentó del paro y el empobrecimiento creciente de la población trabajadora. Nervacero les duele por eso.
Nervacero les duele porque anima a siderúrgicos y no siderúrgicos, a los obreros vascos, a los jornaleros andaluces y a toda la clase obrera a rebelarse contra un Gobierno y contra unas instituciones que una y otra vez se vuelven contra los trabajadores. Nervacero les duele porque, precisamente por eso, es profundamente solidario con sus hermanos de clase.
Sigan ustedes haciendo demagogia antisolidaria. Nuestra lucha, por sí sola, basta para echar abajo sus intentos. Señor Abril: su Gobierno caerá y la lucha de Nervacero aún se mantendrá.
Editorial en página 6,
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.