Nuevas propuestas británicas sobre el Ulster
Tras seis meses de negociaciones estériles con las principales fuerzas políticas del Ulster, el Gobierno británico publicó ayer una nueva serie de propuestas sobre Irlanda del Norte, cuyas únicas particularidades residen en la aceptación del principio de representación proporcional en una futura asamblea legislativa.
De acuerdo con estas propuestas, se prevé la creación de una asamblea legislativa de ochenta miembros, elegidos por representación proporcional, con objeto de asegurar una voz a la minoría, y un consejo ejecutivo, en el que sería objeto de discusión futura si su composición va a ser proporcional o mayoritaria. La asamblea tendría responsabilidad en todos los asuntos del Gobierno, menos en orden público y hacienda, que seguirían, en manos del secretario de Estado para el Ulster.
Las propuestas, contenidas en el enésimo Libro blanco del Gobierno sobre el Ulster, una vez más no explican cómo se puede hacer frente al principal obstáculo para la pacificación de la provincia: la cuestión de la participación de los católicos en el Gobierno de Irlanda del Norte.
El Gobierno reconoce que existe un límite a lo que Londres puede hacer para conseguir la estabilidad del Ulster, y admite que la clave para esta estabilidad reside en la supresión de las divisiones que afectan a la provincia.
Las nuevas instituciones por sí solas no traerán la paz a los seis condados de Irlanda del Norte y, por tanto, las autoridades de Londres apelan a la mayoría protestante y a la minoría católica a que trabajen conjuntamente para limar diferencias, algo equivalente a pedir peras al olmo.
El plan ofrece muy pocas alternativas nuevas, y ni siquiera llega al elaborado en Sunningdale en 1974, que preveía la creación de un consejo consultivo de toda Irlanda, y que fracasó a los dos meses por la intransigencia protestante.
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