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Entrevista:

Felipe González: "España debe ser observador permanente en el grupo de países no alineados"

Pregunta, El Gobierno, al anunciar su calendario para el ingreso de España en la OTAN, ha provocado un amplio debate sobre política exterior. ¿Cuáles son las lineas maestras de esta política desde la óptica del Partido Socialista Obrero Español?Respuesta. Al margen de los esquemas librescos, que conducen, no pocas veces, a planteamientos maniqueos, puedo afirmar que la política exterior del PSOE tiene una clara inspiración neutralista activa, sin que ello signifique que estemos contradiciendo lo que se considera por todos como grandes vectores de la acción exterior de España como nación, en los que se incluyen nuestras dimensiones europea y occidental, Países como Austria y Suecia practican fórmulas neutrales, y nadie los considera tercermundistas. Además, ambos países están de hecho bajo el paraguas defensivo de Occidente.

En nuestra opinión, España está intimamente ligada a los procesos de integración europea, y debe participar en todos ellos, tanto en la CEE como en el Consejo de Europa y en otros organismos. Asimismo, creemos que también son proyectos prioritarios de nuestra acción externa las relaciones con Latinoamérica y el mundo árabe. Finalmente, reconocemos nuestra inserción en el mundo occidental y en su defensa. España está, desde luego, incluida en la defensa de Occidente, lo que no significa que los grados y tipo de compromiso que tengamos con ella sean iguales o similares a los de otros países en términos reales, y mucho menos en términos de coyuntura histórica. Y es precisamente en razón de esta coyuntura por lo que nosotros, los socialistas, defendemos el estado actual o nivel actual de compromisos de España en relación con los bloques, pasando por el tamiz de este momento histórico nuestra vocación de neutralismo activo. Y, por consecuencia nos oponemos de manera radical a toda ruptura de dicho estado actual, como pretende hacer el Gobierno, caminando hacia la OTAN.

Es decir, el ingreso de España en la OTAN constituye el punto central de ruptura entre la política exterior de UCD y del PSOE, que tienen otros muchos puntos de coincidencia, como los de Europa, Latinoamérica y mundo árabe, en los que, eso sí, existen matices importantes sobre la oportunidad y modo de ejecución de las distintas acciones que afectan a estos sectores. Ahora lamentamos profundamente esta ruptura pro-OTAN del Gobierno, porque ello afectará duramente a la unidad de acción exterior, que las fuerzas políticas españolas deben preservar para fortalecer nuestra presencia en el mundo con claro sentido del Estado.

P. El primer vector, la integración en Europa. En la actualidad, Francia y la República Federal de Alemania hablan de reformar varias políticas comunitarias antes de toda nueva ampliación. ¿Cuál es su posición sobre el actual proceso comunitario?

R. En lo que a la situación comunitaria se refiere, vale la pena plantearse la cuestión de si la CEE sólo atraviesa una crisis coyuntural o, lo que es peor, de estructuras con la inserción aquí del renacer de los nacionalismos europeos, fomentado por la crisis económica mundial. Ello le plantea a la Comunidad dos alternativas posibles: una, conservadora, que aboga en favor de la idea de arreglar primero la casa por dentro y luego admitir nuevos inquilinos, y otra, progresiva. que consistiría en replantearse de manera global, la cuestión de la construcción europea y de las dificultades actuales que conlleva. Me temo que se ha elegido la actitud conservadora y no la progresiva (a la que podría asociarse España, como parte interesada), y ello encarna muchos riesgos. Uno de ellos será la pérdida por la Comunidad de su credibilidad en el diálogo Norte-Sur, al no ser capaz de practicar esta misma política, ni siquiera en el territorio europeo, y otro decepcionante e intolerable para España lo constituye la sensación que produce el saber que los políticos europeos concluían sus discursos electorales en tiempos de Franco anunciando que España entraría en la CEE con la democracia, y que hoy las campañas electorales se hacen, en algunos países, diciendo exactamente lo contrario.

P. ¿Cuál es su actitud ante el parón negociador y la política del Gobierno en la CEE?

R. En cuanto a la actitud del Gobierno español tengo que decir que parece no haber comprendido el tema europeo. No tiene sensibilidad ante estos problemas, de la misma manera que no la tiene ante la pérdida progresiva de las libertades en nuestro país. El Gobierno se aprovechó de la identificación de los términos Europa con democracia y se limitó a intentar arrebatar la bandera europea a la oposición-antifranquista para ganar credibilidad democrática en el interior, y así les va.

La candidatura a la CEE se hizo de manera un tanto precipitada, sin que el Gobierno hiciera una evaluación de los costes y ventajas del ingreso, sin el más mínimo estudio o planificación. Así se planteó también la negociación, en la que no participan, por ejemplo, los ministerios afectados de manera directa y activa (mucho menos los sectores socioeconómicos también afectados), sino que la lleva un nuevo departamento, lo que supone una iniciativa fundamentalmente política y no técnica o económica, que serían las que pueden dar respuesta real a los problemas de la integración en la Comunidad.

El Gobierno ha adoptado hasta ahora una actitud política y un tanto electoralista, y buen ejemplo de ello está en su insistencia en culminar las negociaciones para primeros de 1983 (ni antes ni después), en vísperas de las elecciones legislativas españolas. En estas condiciones, difícilmente se le puede acusar de electoralismo a Giscard d'Estaing, cuyas declaraciones han podido ser aprovechadas para consumo interno.

En cuanto a la actitud a adoptar en este momento ante el parón real dado a la negociación y que el Gobierno no quiere' reconocer ante la opinión pública, pero si utilizarlo contra el Ministerio de Relaciones con Europa, el PSOE propone una actitud de firmeza en favor de la integración como un derecho de España y no como una mendicidad acomplejada (como se venía practicando).

El hecho de que ahora este tema haya sido ligado a la cuestión OTAN constituye otra actitud de complejo y debilidad del Gobierno ante Europa, un comportamiento que, mientras, permanezca vigente, impedirá que nosotros apoyemos este procedimiento de caminar hacia la CEE de la mano de la OTAN. Nosotros mantenemos la idea comunitaria como una exigencia y, ante la coyuntura y dificultades actuales, sin dejar de insistir en la integración en la CEE, proponemos que se potencien los otros dos sectores prioritarios de nuestra acción exterior: las relaciones con los países latinoamericanos y del mundo árabe. Esto debió de hacerse desde el principio, cuando se creó un ministerio para la CEE, sin plantear la importancia de ambos campos de acción exterior.

P. Dos temas puntuales de alcance europeo: ETA en Francia y Gibraltar. ¿Cuál es la posición de su partido sobre ambas cuestiones?

R. En la lucha contra el terrorismo no se ha practicado, hasta ahora, la solidaridad internacional con España a través de los servicios de información y de los cuerpos especializados de seguridad. Solamente se tomaron medidas en este sentido cuando éstas estaban encaminadas a defender intereses particulares del país que las practicaba es decir, no se ha pasado de la etapa franquista en la solidaridad, porque con Franco se hacía lo mismo.

En el fondo de esta cuestión subyace un problema de imagen, en definitiva. el coste de la reforma en vez de la ruptura. Es la imagen, por ejemplo, que puede dar un embjador de la época anterior que sigue hoy en el mismo puesto y al que un Gobierno democrático no recibía hace años y ahora tiene que recibirlo. Este ejemplo (respetando el buen hacer de los diplomáticos), que también es aplicable al tema europeo, sintetiza un poco el fondo del problema a la hora de recibir la solidaridad exterior. Lo que no podemos analizar aquí es cuál tiene que ser la respuesta a un país que no sólo no quiere colaborar, sino que a veces consiente. Me parece bien que el ministro Oreja hable claro ahora de Francia, eso tenía que haberlo hecho antes, y no basta. La mayoría de los países lo que hacen en estas situaciones es replicar seriamente. Creo que en este caso había que hacerle ver a Francia que también tiene problemas concretos que pueden asemejarse a los que se plantean a España. De todas maneras, en el fondo de este tema se refleja una falta de autoridad del Gobierno para hacerse respetar fuera, similar a la falta de autoridad que vivimos en el interior del Estado.

En cuanto a la cuestión de Gibraltar, insisto en la idea de que me parece un grave error ligarla al tema OTAN como lo ha hecho el Gobierno. Nosotros no vamos a apoyar esta política, aunque seguiremos actuando en favor de la recuperación de la soberanía de Gibraltar. En conversaciones que hemos mantenido con líderes del Partido Laborista británico hemos abordado estos asuntos repetidas veces. Pero no puede cambiarse la soberanía sobre nuestro territorio por el ingreso en la OTAN.

P. Entremos en el tema OTAN. El Gobierno tiene ya un calendario y la decisión de llevar España a la OTAN con una mayoría simple en el Parlamento. Se ha hablado de una tibia oposición del PSOE a la cuestión atlántica. ¿Qué hay de cierto en todo ello y cuál es su actitud ante este aspecto crucial de la política exterior?

R. En primer lugar, quiero decir que teóricamente el Gobierno tendría fácil el conseguir dicha entrada en la OTAN de la manera enunciada. Hemos visto las reacciones favorables de los países atlánticos a la declaración del Gobierno. Reacciones que se entienden porque el tema de la OTAN, en relación con España, más que una cuestión defensiva, es un tema de confrontación de bloques en el terreno político, por lo que la movilidad del estado actual de España favorecería a uno de los bloques. Ahora bien, nosotros debemos responder a los planes del Gobierno diciendo que si entramos en la OTAN por mayoría simple del Parlamento saldremos de la OTAN por una decisión de mayoría simple del Parlamento. Y el que quiera pensárselo, que se lo piense, porque la cuestión puede ser verdaderamente seria. La mayoría simple operará igual para entrar que para salir y ello debe servir de reflexión para el Gobierno y para los países de la OTAN, porque la mayoría parlamentaria no va a ser siempre la misma de ahora.

Por otra parte, pienso que la oportunidad del planteamiento del tema por parte del Gobierno es desastrosa. Coincide con la consolidación del proceso democrático, se ha ligado a otras cuestiones como la CEE y se ha convertido en un elemento de distracción de los graves problemas internos que atravesamos, además de campo de batallas personales en el seno del Gobierno. Se corre el riesgo de dividir a los españoles con el tema de la OTAN y desde una perspectiva peligrosa y falsa, porque se pretende alinear a la derecha los que están a favor y a la izquierda los que están en contra. Cuando, en realidad, la cuestión está en saber qué ciudadanos consideran que la seguridad y defensa de España, así como su papel en el mundo, pasan o no por la OTAN. O, dicho con mayor crudeza, se trata de saber qué ciudadanos están de acuerdo con que se sitúe un cohete nuclear a cien kilómetros de Madrid, a sabiendas que un SS-20 soviético puede instalarse a la misma distancia de Moscú, pero apuntando a España. Esto hay que tenerlo muy en cuenta a la hora de hablar de la seguridad y bienestar ciudadanos, que es el fondo de la cuestión. Porque yo no estoy en contra de la OTAN; yo lo que estoy es en contra de que España se integre en la OTAN, lo que es sustancialmente distinto. Podría estar en contra de la OTAN de la misma manera que en contra del Pacto de Varsovia, porque lo que querría es la desaparición de los bloques militares. Es decir, no a la entrada de España en la OTAN y no a la dialéctica simplista de OTAN sí u OTAN no. Por ello, quiero decir que no pensamos participar en los llamados comités anti-OTAN financiados por extrañas organizaciones, sino que haremos nuestra campaña explicativa a la opinión pública.

Pero me temo que este debate no se va a plantear seriamente en defensa de los intereses reales y de seguridad de los ciudadanos españoles. Y además creo que aquí en esta discusión de alcance supranacional, aunque su ámbito de decisión sea nacional, van a incidir numerosos intereses políticos y económicos internacionales con la intención de influenciar la decisión de los españoles, y todo ello mientras sufrimos, en estos momentos, una crisis económica y social fuerte y realizamos una transformación del Estado autoritario y centralista en democrático y de las autonomías.

En este tema, si el Gobierno insiste en sus prisas irracionales, debe abrirse un amplio debate ante la opinión pública hecho en el Parlamento, como el que tuvimos sobre temas de política interna. A mí me parece que anunciar el programa OTAN del Gobierno en una entrevista, días después de este debate, en el que UCD se negó a hablar de política exterior, es una muestra de desprecio para la! instituciones democráticas españolas. El tema debe culminarse con una consulta popular.

También hay que subrayar que, en esta discusión, han de surgir muchas cuestiones políticas y técnicas de suma importancia, como el hecho de que los mayores riesgos que España puede sufrir en su defensa vienen del flanco sur que no está, en absoluto, cubierto por la OTAN. Otra idea interesante a retener, cuando se habla de la OTAN identificándola con Occidente y la democracia, es que el Portugal dominado por la dictadura de Salazar estaba en la OTAN, como lo estaban los coroneles griegos que derrocaron a la monarquía del rey Constantino.

P. El Gobierno y muchos observadores no entienden fácilmente cómo puede apoyar el PSOE la presencia de bases americanas en España y oponerse al ingreso en la OTAN.

R. Bueno, esta es, en mi opinión, otra de las grandes torpezas o manipulaciones del Gobierno. Nunca debió ligar el tema de las relaciones bilaterales con Estados Unidos a la cuestión de la OTAN. Aquí hay muchas cosas por aclarar. A nosotros nos acusan de querer mantener la relación bilateral con Washington, dentro del estado actual que defendemos en política

exterior, y se nos dice que es mucho más ventajosa la relación multilateral atlántica. De momento parece claro, por parte del Gobierno, que desean mantener las dos relaciones, la multilateral y la bilateral, y si no, que lo aclaren. Ello no da opción a una relación multilateral a cambio de la bilateral, sino que obliga a las dos.

Además, en la relación bilateral hubo una interesante evolución en los últimos años, que incluyó la retirada del armamento nuclear de nuestro territorio, lo que puede ser ya una base de mejora del contenido de los futuros acuerdos. Y me pregunto: ¿Es que la desnuclearización de España va a ser aceptada por el resto de los países aliados de la OTAN si España está dentro? Esto, también, hay que aclararlo ante la opinión pública, porque no hace muchos meses que el presidente Suárez se felicitaba en Bruselas de la decisión de los países atlánticos de instalar cohetes Pershing en su territorio. Ello refleja una clara intención del señor Suárez, si es que es coherente con sus propias declaraciones.

Para nosotros, lo importante es que España sea lo más independiente y neutral posible, y que cada vez lo sea más. El acuerdo con Estados Unidos se ha mejorado un poco en los últimos años, y se puede mejorar mucho más aún en las negociaciones venideras en favor de nuestro país.

Ahora bien, si este acuerdo se liga, como ha hecho el Gobierno, a la cuestión OTAN, se fomenta una conciencia popular en la que la primera deducción que se obtiene es que ambos temas están ligados y que deben caminar juntos. Y ello puede desencadenar una dinámica que cuestione el tratado bilateral y, naturalmente, si ello ocurre, no serán los socialistas los que van a defender bases extranjeras en España. Eso está claro. Nuestra posición es la del mantenimiento del estado actual, repito, y no la de abrir ahora una polémica de este alcance que pueda tener un amplio eco popular y suscitar tensiones imprevistas, porque, como lo hemos dicho muchas veces y estamos dispuestos a repetirlo, en este país existe la conciencia de que Norteamérica hizo posible la supervivencia del franquismo durante treinta años. Dicho en otros términos: que el Gobierno no complique más las cosas con sus torpezas, y si no quiere renunciar a su proyecto en relación con la OTAN, al menos espere a que la confrontación de posturas se produzca en una democracia más consolidada.

P. Hemos hablado de la debilidad del flanco sur. Aquí está el problema del Sahara y el de las relaciones de España con los países del Magreb. ¿Cuál es su posición sobre este tema?

R. Nuestra posición es conocida en favor de la autodeterminación del pueblo saharaui. En este conflicto yo creo que es Importante que España mantenga unas relaciones de buena vecindad con Marruecos y con Argelia, sin que ello signifique que tengamos que volver la espalda a una responsabilidad histórica como la del Sahara. Y con todo ello no propongo una vuelta imposible e innecesaria. ¿Cómo se puede decir que no tenemos nada que ver con el Sahara? Claro que tenemos mucho que ver, y precisamente más por ser este problema parte de nuestra historia. No olvidemos que España sólo ha cedido la administración, no la soberanía, del territorio sahariano. No se pueden dar bandazos, sobre todo, en política exterior.

P. Pero la realidad en este problema es que todas las partes interesadas en el conflicto utilizan a España como objetivo de su chantaje. Ahí están los temas de pesca, transporte de naranjas marroquíes por España -ambos temas ligados en un documento confidencial que hemos podido ver- y el futuro de Ceuta y Melilla. ¿Qué podemos hacer ahora: retirarnos de las aguas pesqueras para evitar problemas?

R. Sobre la interrelación de los problemas de la pesca y del transporte terrestre poco puedo decir. Parece increíble que los periodistas hayan tenido acceso a unos documentos del Gobierno que los parlamentarios hemos pedido y que no hemos podido conocer porque el Gobierno se niega a entregarlos. Estos son los llamados acuerdos interinos que han sustituido al acuerdo de pesca de febrero de 1978, que el Gobierno se empeñó en aprobar por el Parlamento español con nuestra oposición, y que luego no sirvieron para nada porque la Asamblea marroquí se negó a ratificarlo.

No veo razones suficientes para retirarnos de la pesca. Entre otras cosas, porque Marruecos no fue encargado de administrar todo el Sahara. Ahí está la zona de Tiris el Garbia, que administraba y abandonó Mauritania. Y esto hay que tenerlo muy en cuenta en las negociaciones. No olvidemos que barcos rusos y japoneses pescan también, y sin problemas, en estas aguas. ¿Por qué? Hay que saber que en una negociación internacional de este tipo deben incluirse muchos perfiles y dimensiones con habilidad y seriedad; pero, sobre todo, sin perder de vista ni esconder la responsabilidad de España en el tema del Sahara. Si esto no se hace así, lo más que puede conseguirse es atrasar un problema que está ahí y que ha de surgir de nuevo.

En cuanto a Ceuta y Melilla, nosotros pensamos que hay que defender la pertenencia a España de Ceuta y Melilla con seriedad y de manera realista. No hay que olvidar que este tema no ha tenido hasta ahora ninguna proyección seria en los foros internacionales, corno las Naciones Unidas, y que hay multitud de ejemplos internacionales como éste.

P. Otras zonas de especial interés para España y también para el mundo árabe lo son los conflictos de lrán y de Oriente Próximo, a los que el propio Felipe González ha prestado una especial atención en los últimos meses, al igual que lo hizo Suárez. Además, el PSOE ha utilizado, como parece que lo hace cada vez más, el canal de la Internacional Socialista para aproximarse a estas latitudes. ¿Cómo ve estos temas y cómo se entiende vuestro comportamiento exterior en ellos?

R. Reitero que nosotros estamos a favor de que la política exterior sea una acción de Estado con la mayor base posible de apoyo. Pero también tenemos la obligación y la responsabilidad de mantener nuestra presencia en el exterior en temas de interés general y en temas propios del partido. Máxime en estos momentos, en los que el Gobierno, con la cuestión OTAN, ha provocado una seria escisión en esta política. Pensamos además que los partidos políticos, como ocurre en muchos europeos de la Internacional Socialista que están en los Gobiernos de sus respectivos países, deben adoptar posiciones más progresivas, deben mantener una proyección política, que los Estados no pueden alcanzar por condicionamientos explicables, internos o externos. De esta manera se equilibra la acción del Estado.

Es verdad que nuestra presencia en la Internacional Socialista se ha intensificado últimamente. Ello se debe a que nuestro peso específico ha crecido en el seno de la organización en los últimos años y a que la Internacional se ha reanimado en los últimos años, sobre todo desde que Willy Brandt asumió la presidencia en 1976. Ha salido de su eurocentrismo y se ha proyectado sobre otras zonas del mundo, como los países árabes y Latinoamérica, donde los españoles tenemos mucho que decir.

En cuanto al tema del Oriente Próximo, tengo que decir, en primer lugar que nosotros defendemos y sostenemos la causa del pueblo palestino, su autodeterminación y su derecho a un Estado propio. Aquí surge, desde luego, el tema del reconocimiento de Israel, que fue aceptado en condiciones históricas diferentes a las de ahora por la mayoría de los países occidentales y orientales. Ahora, al problema Inicial se le ha añadido el de los territorios ocupados en las dos últimas guerras. Ello dificulta una salida inmediata en este tema para la democracia española y por ello aquí vuelve a jugar un papel importante la cuestión de la situación actual y la máxima unidad posible de nuestra acción exterior. Es decir, en este tema coincidimos con la política del Gobierno para reforzar las posiciones del pueblo palestino. No obstante, queremos insistir en que, a pesar de esta situación particular y coyuntural, nuestro partido está a favor de que España mantenga relaciones diplomáticas con todos los Estados, en cuanto esto sea posible.

En el tema de Irán, lo importante en este momento es entender el proceso revolucionario iraní, y en ello los países occidentales deben hacer un gran esfuerzo y, en especial, los europeos. Nosotros estamos a favor de la liberación de los rehenes americanos, pero hay que enjuiciar en primer lugar lo que hizo el sha en ese país durante su dictadura, apoyada por Estados Unidos. Nosotros hemos entrado en este tema, entre otras cosas, porque por canales muy distintos hemos tenido información importante a través de nuestros amigos panameños y en el marco de la Internacional, donde Kreisky, Palme y yo coincidimos en la idea de tomar la iniciativa de contactar con el Gobierno iraní.

En ambas cuestiones, España puede desempeñar un papel como lo reconoció el propio Carter en su discurso y como me lo dijo también en privado. No se trata exactamente de un papel de mediador, pero sí de una acción con gestiones específicas.

P. América Latina es otro de los puntos claves de nuestra acción exterior. ¿Cómo ve esta perspectiva? ¿Qué puede decir de Nicaragua y del Cono Sur americano, polos opuestos de revolución y dictadura?

R. La política exterior de España en esta parte del mundo está aún por desarrollar, merece mayor atención y debe contemplarse .desde ángulos bilaterales y globales. Por ejemplo, en el plano bilateral, España debería profundizar sus relaciones con México y Venezuela, por citar dos casos de gran importancia cuantitativa y cualitativa. En el caso de Centroamérica, y más concretamente de Nicaragua, lo que urge es una solidaridad sin condiciones. Esto también fue tema de conversación con Carter, y también le dijimos al Gobierno español que, en mi opinión, no ha hecho todo lo que podía para ayudar a este país. Creo que la revolución nicaragüense ha sido un proceso ejemplar, entre otras cosas, porque no hubo derramamientos de sangre revanchistas, pero con riesgos evidentes a todo proceso revolucionario al que se intenta aislar.

En el Cono Sur la situación es bien distinta. Allí imperan unas dictaduras con una cierta solidaridad ambiental, pero muy distintas en cada caso. En Chile existe una tradición democrática subyugada por la dictadura, mientras que en Argentina no existe la misma tradición, y sí un proceso de eliminación física y política sistemático, a pesar de los movimientos de masas sindicales con tradición en este país. España debe intentar favorecer una salida democrática a estos regímenes, sin llegar a forzar la ruptura de relaciones diplomáticas. Hay que evitar, eso sí, la venta de armas que puedan ser utilizadas para la represión por los dictadores.

P. Oriente Próximo y América Latina son dos zonas donde los países no alineados tienen una gran influencia. ¿Cuál es la posición del PSOE sobre la eventual participación de España en este foro?

R. Creo que España debe participar en la organización de los no alineados como observador permanente. No podría hacerlo como miembro de pleno derecho por impedimento jurídico de los estatutos de la organización, aunque en ella existan países mucho más implicados que España en el alineamiento con las superpotencias.

Creo que nuestra presencia aquí nos beneficia y que somos el único país de Europa que: podría conseguir esta ventaja sin perder su perfil europeo y occidental. En todo caso, la incorporación de España a los trabajos de los no alineados como observador permanente, lo que podría permitirnos más adelante proponer un cambio de los estatutos, si fuera necesario, está en contra de la entrada en la OTAN.

P. Por último, ¿cómo ve la unidad política y administrativa de la política exterior? ¿Está a favor de los embajadores político,?

R. España ha perdido en los últimos tres años una parte del plus de su cambio democrático en la acción exterior. Teníamos un crédito abierto en el mundo y una buena imagen, lo que era muy importante, y ello está siendo despilfarrado por el Gobierno. Para colmo, declaraciones como las del ministro Oreja, de hace dos semanas, desgarrando los puntos centrales de coincidencia de Gobierno y oposición en la unidad de acción exterior sólo habrán servido para provocar un retroceso en el corto y tímido camino andado.

Pero hay un problema fundamental de estructuras. Aquí hemos sufrido también un retroceso, en lugar de avanzar. Se han fragmentado las competencias del Ministerio de Asuntos Exteriores y este departamento parece ahora de menor capacidad que el que existía hace tres años. Se han llegado a fraccionar hasta problemas como el de Guinea Ecuatorial, que se ha entregado a otro departamento. Tampoco se ha tomado la iniciativa de modernizar con medios importantes el servicio exterior, como lo ha hecho Francia y lo hacen otros países. Ni se ha modernizado ni adaptado a las exigencias de la España democrática de una diplomacia actual ni hay perspectivas de que ello pueda ocurrir.

Permanecen problemas increíbles, como los que afectan al personal contratado, sin seguridad social después de muchos años de servicios, etcétera. Es decir, hay que concebir el servicio exterior sobre bases nuevas de mayor eficacia, dotación y responsabilidad.

En cuanto al embajador político, en el sentido amplio, pienso que debe haberlos, que son necesarios y que en muchos países son imprescindibles porque nos darían una imagen distinta, de mayor eficacia y comprensión, de la que está muy necesitada España. En nuestro país hay personas muy preparadas, capaces de representar muy bien a España y de defender nuestros intereses, que, en muchos casos, requieren la presencia de expertos, aunque no sean diplomáticos.

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