La Eurocopa, un negocio televisivo
La Eurocopa ha sido un fracaso en la primera fase por la ausencia de espectadores. Ha sido, en cambio, un gran éxito económico para la UEFA por los ingresos obtenidos a través de la transmisión televisiva para más de cuarenta países. La inflación de torneos internacionales está aburriendo al público. En Italia se ha producido un serio aviso para la organización del Mundial82. En España, como ha ocurrido en Italia, probablemente tendremos una serie de encuentros con asistencia familiar. Y ello a costa de miles de millones de inversión. En Italia solamente han interesado los encuentros disputados por la selección azzurra. En España veremos quienes son capaces de presenciar encuentros como Túnez-Australia o Polonia-Bulgaria, que serán los más.
Quizá resulte excesivamente pesimista advertir a dos años vista el posible fracaso en cuanto al número de espectadores del mundial español, pero tal y como se está desarrollando la Eurocopa hay que comenzar a tentarse la ropa. Hasta ayer, domingo, solamente un encuentro, el Italia-Inglaterra, consiguió agotar el total de las localidades del estadio, y ello quizá porque en Turín los italianos contaban con la presencia en la selección de los grandes ases de la Juventus y el Torino.La UEFA ha podido salvar su gran negocio gracias a la transmisión televisiva. Los derechos pagados por más de cuarenta cadenas de televisión de todo el mundo, algunas de países tan poco cercanos como Japón, Taiwan y Zalre, han cubierto sobradamente todos los presupuestos. Las transmisiones en directo para más de veinte países europeos y en diferido para un gran número de suramericanos, además de africanos y asiáticos, se calcula que proporcionaron más de trescientos millones de pesetas en beneficios.
Es probable que la Eurocopa del presente año haya llegado a un país que, a causa del gran fraude de las quinielas clandestinas, le ha hecho algunos ascos al fútbol. Pero, con todo, suena a extraño el que no hayan llegado miles de turistas de Alemania, Bélgica y Holanda, como ocurrió en el mundial de Alemania. Hay que comenzar a pensar que el público se siente saturado como consecuencia de los torneos internacionales entre clubes y la abundancia de encuentros entre selecciones.
La Eurocopa ha sido hinchada en demasía. Años atrás, en definitiva, no había más que cuatro encuentros y todos tenían un interés por su carácter eliminatorio. El sistema de dos grupos con liga entre ellos para dar los cuatro primeros produce enfrentamientos que interesan a muy pocos. El Checoslovaquia-Grecia del sábado fue un ejemplo clarísimo. El público se reserva para los momentos decisivos y acude en mayor número cuando por medio está el ko.
En España, para evitar suspicacias políticas, se ha montado un mundial monstruo con veinticuatro selecciones y tendremos un elevadísimo porcentaje de encuentros sin interés. Me aterra pensar lo que sucederá en Valladolid, por citar un ejemplo de gran esfuerzo económico, o en Oviedo, por los múltiples y dispares criterios de los partidos instalados en' el municipio, cuando los tres encuentros que se les concedan contengan confrontaciones como Japón-Zaire, Corea-Haití o Túnez-Canadá, que son encuentros posibles. Llegado ese momento, sin dudase creará un clima de frustración de consecuencias imprevisibles.
Veinticuatro selecciones era, sin duda, la fórmula mejor para evitar pleitos autonomistas y, al tiempo, para posibilitar la clasificación de la selección española entre los doce grandes, pero mucho me temo que lo que se planteó con la mejor voluntad cree problemas mayores.
El negocio del Mundial, aunque se produzcan grandes vacíos en los graderíos, estará también asegurado, pero el espectáculo, al menos en su parte inicial, dejará mucho que desear, la comparsería será excesiva. Un encuentro de fútbol con las gradas vacías, sin el calor de la discusión, es tanto como quererle dar trascendentalismo intelectual a lo que es fundamentalmente visceral.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.