Los sindicatos estudian una respuesta a Michelín sobre nuevas negociaciones
Las ejecutivas de las centrales UGT y CC OO en Alava estudiaban ayer tarde la respuesta que la dirección de la fábrica Michelín, de Vitoria dio, el pasado miércoles, a las posibilidades de establecer una negociación que dé una salida al largo y difícil conflicto en el que están sumidas las relaciones laborales colectivas de esta fábrica. Junto a una aparente flexibilidad en el tratamiento del tema del horario, único punto en el que la empresa accede al diálogo, ya que el resto de los temas los considera negociados, la empresa pide a los participantes en la negociación que hagan una declaración sobre «el rechazo formal de la violencia».La nueva postura de la empresa fue provocada por una petición hecha por la ejecutiva de ambos sindicatos, al parecer con el consentimiento tácito de sus secciones sindicales en la fábrica, en la que proponían a la empresa una discusión del tema del horario, aunque considerando a este tema dentro del convenio y siempre que la empresa retirara la condición previa de que la fábrica debía mantenerse en actividad, como mínimo, hasta las seis de la tarde del sábado.
Esta iniciativa de los sindicatos se encauzó a través del consejero de Trabajo del Gobierno vasco, Mario Fernández.
La contestación de la fábrica ha provocado una duda sobre a quién considera la empresa participantes en esta negociación y, por tanto, a quien alcanza la obligación de hacer esa declaración sobre el rechazo formal de la violencia. Si se trata de las centrales citadas, o sus secciones sindicales, se dice que nunca han aceptado fórmulas violentas y que así lo habían hecho saber antes del atentado sufrido por Jesús Casanova, adjunto a la dirección de Michelín. Si se refiere al comité de empresa en su conjunto, se afirma que este órgano como tal nunca ha hecho una declaración expresa sobre que el terrorismo sea un «complemento», o «un elemento auxiliar» a la acción reivindicativa y a la negociación tal y como afirma la empresa.
Recuerdan que estas afirmaciones fueron apoyadas por una asamblea de mil trabajadores y que fueron leídas por un miembro del comité, desmintiéndose que este órgano estuviera de acuerdo con el citado asunto.
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