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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sadat para siempre

CUANDO EN un país un jefe de Estado tiene plenos poderes y éstos se convierten en vitalicios; cuando un referéndum propuesto por un Estado tiene un 99% de votos a favor, es porque se ha convertido en una propiedad privada, en un régimen de fuerza, en un sistema policiaco. Esto es lo que acaba de suceder en Egipto, donde el 99% de los convocados a las urnas han convenido en que Sadat mantenga su poder todo el tiempo que dure su vida: la razón o sinrazón de sus actos deja de estar sometida a la crítica pública y al contraste con la realidad, y la renovación de los puntos de vista queda bloqueada. Más grave aún resulta cuando se remite la actuación de ese gobernante eterno a la inspiración del poder de Dios, como acaba de suceder también por la adopción de la enmienda constitucional que declara que toda fuente de justicia en Egipto se encuentra en el Corán, libro admirable en la brutal sociedad del siglo VII, muy respetable aún hoy, pero completamente inadecuado para gobernar las sociedades del siglo XX. Recordemos que nunca ha habido más sangre en los países que cuando sus gobernantes se han convertido en iluminados jefes de una teocracia, y el ejemplo mismo del Irán actual nos dice hasta dónde se puede llegar en esta forma de blasfemia de Estado.Sadat ha sido un gobernante valiente y decidido que se ha atrevido a romper el bloqueo político en una de las más peligrosas zonas del mundo y a reconocer la inevitabilidad de la existencia del Estado de Israel. Tiene una vida de acción política que ha puesto en juego muchas veces, que le ha tenido al borde de la muerte y ha causado, en defensa de la causa que creía justa, la muerte de los demás, en sus orígenes de terrorista; una vida que le ha llevado por el camino clásico de la prisión al Gobierno. La historia dirá, cuando lo sepa, cuál es la consecuencia de la dirección que ha emprendido: aún puede ser la de la paz. Se ha enfrentado con el hecho de que muchos de sus hermanos islámicos, coránicos, le llamen traidor; quizás este juicio podrá cambiar el día en que sus actos recojan frutos, si los recogen, No ha podido resistir la tentación de la dictadura. Intérprete y emisario de Alá, gobernante vitalicio por un referéndum sin oposición posible, se sitúa así en un fin de carrera muy inquietante.

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