El sentido de un debate
A la vista del programa del debate organizado por la Fundación Pablo Iglesias sobre la actual crisis económica internacional, en los días 19 al 24 de mayo, los economistas no marxistas y bastantes personas normales pueden sentir algún desconcierto. ¿Por qué un debate entre marxistas sobre la crisis económica internacional? Se supone que los marxistas poseen cierto número de ideas, asumidas dogmáticamente, sobre la dinámica del capitalismo. En consecuencia, un marxista debería ver confirmadas esas ideas ante la innegable evidencia de una recesión mundial generalizada. ¿Qué sentido puede tener un debate sobre el dogma ya asumido? ¿Puede haber diferencias reales dentro del campo marxista al analizar la crisis actual?En mi opinión, una visión tan poco atractiva del pensamiento marxista actual (y no sólo en el campo de la economía) es el justo castigo a nuestros pecados por la arrogancia Y la escasa apertura intelectual demostradas en los años sesenta. Las razones de estos males no pueden analizarse aquí, pero me parece interesante señalar que los años setenta han traído un aire nuevo al pensamiento marxista, Y que muchas cosas han cambiado. Y en el campo de la economía en concreto, de la mano del auge del neorricardismo y del irreversible impacto sobre la «gran síntesis neoclásica» de la obra de Piero Sraffa, ha surgido una nueva generación de economistas marxistas, buena parte de los cuales están más preocupados por comprender la realidad contemporánea que por releer los textos clásicos.
Así se explica la oportunidad de un debate entre marxistas sobre la crisis mundial. Pues, si bien hay figuras del marxismo que sostienen una visión relativamente clásica de las crisis capitalistas, hay también quienes presentan una visión bastante nueva, haciendo hincapié en la resistencia obrera, en la fábrica o, a nivel global, a través de los sindicátos, como factor determinante de la caída de los beneficios y de la crisis general. Quizá esto no sea evidente para el lector pero las consecuencias políticas de estos planteamientos teóricos son radicalmente opuestas. Si se asume que la fuerza de la clase obrera es una de las claves de la crisis actual, hay que elegir entre el reformismo y la provocación deliberada de un caos económico, pero ya no es posible pensar que la crisis es una forma de fenómeno natural ante la que los sindicatos pueden lavarse las manos tratando solamente de conservar el nivel de vida de sus afiliados.
Este es sólo uno de los muchos aspectos políticos de las distintas teorías sobre el origen de las crisis del sistema capitalista. Del significado que se atribuya a la internacionalización del capital es posible concluir una estrategia «de euroizquierda», como lo hacen Berlinguer o Carrillo y casi todos los partidos socialistas, u optar por una vía nacionalista y antieuropea como la del pintoresco señor Marchais, más preocupado por los resultados electorales del PCF que por el porvenir del socialismo en Europa.
Todavía más: los viejos planteamientos marxistas, centrados en la cuestión de las nacionalizaciones, llevaron al impasse que causó el fracaso de la izquierda francesa en marzo de 1978. Pero hay un nuevo pensamiento marxista que no cree en las nacionalizaciones, sino en el control de la inversión y en la planificación concertada, combinados con el poder obrero en la fábrica. Y frente a la vieja y familiar denuncia del imperialismo capitalista hay un nuevo pensamiento marxista (desde luego, reformista) que busca solucíones de compromiso sobre la base de que el poder militar del imperialismo no parece fácilmente reversible, excepto por lo que podríamos llamar la vía afgana, poco popular hasta ahora, al menos fuera del Baix Llobregat.
Hay un esfuerzo del marxismo por comprender las novedades y peculiaridades de la nueva coyuntura mundial, política y económica. Para poner de relieve esa renovación en el campo del pensamiento marxista ha organizado la Fundación Pablo Iglesias este debate sobre la crisis mundial, en el que, en torno a cuestiones como la estrategia sindical, la división internacional del trabajo y las transformaciones del capitalismo contemporáneo, se van a enfrentar pensadores marxistas más o menos clásicos y renovadores: Mandel, E. G. Frank, Granou, Arrigh1, Attali, Holland, KoIm, Trentin, Zoli, y los españoles,Barón, Muñoz, Roldán, Segura y Solana.
Y estas son las razones de un debate que puede permitir a la izquierda (y a sus rivales políticos) hacerse una idea de cuáles son las alternativas en el campo de la política de izquierda frente al horizonte de los años ochenta.
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