El ferrocarril de vía estrecha entre Ponferrada y Villablino dejará hoy de funcionar
El ferrocarril de vía estrecha Ponferrada-Villablino, construido a primeros de siglo por la Minero-Siderúrgica de Ponferrada (MSP), para el transporte de mineral en el Bierzo, suprimirá, a partir de hoy, la línea de viajeros que venía funcionando ininterrumpidamente desde 1919. La medida cuenta con la aprobación provisional de la Dirección General de Transportes Terrestres, que finalmente ha aceptado los proyectos de «reestructuración» presentados por la MSP, según la cual, tanto el escaso número de usuarios como los elevados costes de explotación hacían inviable el mantenimiento de la línea desde hace ya varios años.
La desaparición del servicio de viajeros afecta a una veintena de pueblos distribuidos en el trayecto Ponferrada-Villablino, con una población próxima a los 100.000 habitantes, incluidas las terminales. A pesar de este número y del déficit de comunicaciones que tradicionalmente padece toda la zona, el ferrocarril venía siendo utilizado cada vez menos por los usuarios, hasta el punto de que las propias centrales sindicales han tenido que reconocer que la empresa estaba haciendo frente aun buen número de sueldos sin recoger apenas ingresos.El déficit de explotación de último año era, según estimaciones oficiosas, de unos 180 millones de pesetas.
Para CC OO, el declive del ferrocarril ha sido consecuencia de una mala política empresarial, basada en precios muy bajos y escasas inversiones. El transporte del carbón procedente de la cuenca de Villablino, donde la NISP mantiene la mayor parte de sus explotaciones, se sitúa en torno a las 4.000 toneladas diarias -más de un tercio de la producción provincial de hulla y antracita-, parte de las cuales corresponden a empresas ajenas a la propiedad del ferrocarril. Los contratos de transporte con estas empresas han sido fijados a muy largo plazo y con tarifas sensiblemente inferiores a las que rigen en el mercado. Hasta el último momento, este desfase de precios se mantuvo, incluso, para los clientes ocasionales. «Enviar un paquete de dos kilos a Villáblino», según un portavoz de CC OO de Ponferrada, «cuesta ocho pesetas, y solamente por el impreso de facturación, la empresa tiene que pagar once».
La escasa cuantía de los ingresos ha impedido hacer frente a nuevas inversiones en maquinaria e infraestructura, lo que, a su vez, ha provocado la caída de la línea de viajeros, cuyos usuarios han optado en su mayor parte por otros medios de transporte, debido a la mala calidad del servicio. Como anécdota se señala que todavía están en funcionamiento máquinas de fabricación americana adquiridas poco después de la primera guerra mundial, como restos de un cargamento requisado en el puerto de Vigo. El lote -diez máquinas en total, con destino al Transiberiano- constituye aún una parte importante del parque móvil de la NISP.
La desaparición de los trenes-correo, por otra parte, tiene lugar en momentos de confusión sobre el futuro del ferrocarril. Como telón de fondo de todo el problema figuran una serie de rumores surgidos meses atrás sobre un posible «traspaso» de esta línea férrea al Estado, bien en la empresa nacional FEVE (Ferrocarriles de Vía Estrecha), a través del Ministerio de Transportes, o bien al INI, a través de ENDESÁ, cuya central térmica de Compostilla monopoliza la compra de carbones en todo el Bierzo.
Esta última posibilidad es la que goza de mayor credibilidad en medios empresariales, señalándose que, frente a los intentos de la NISP por deshacerse del ferrocarril, ENDESA está dispuesta a financiar un nuevo tramo de vía desde la localidad de Cubillos de su hasta Compostilla, de cara a la ampliación de esta última central. Las negociaciones entre ambas empresas están siendo ultimadas en estos momentos, según pudo saber EL PAIS de fuentes sindicales.
Las condiciones del traspaso no han sido filtradas en ningún momento, aunque algunas fuentes daban la cifra de trescientos millones de pesetas -junto con una serie de inversiones adicionales en material e infraestructura- como base de la oferta hecha por la Administración a la empresa concesionaria. Esta cantidad no sería pagada en metálico, sino en «servicios de transportes», lo que habría provocado desacuerdos en las negociaciones. Por su parte, fuentes de CC OO señalaban como otro gran inconveniente para la nacionalización del ferrocarril el hecho de que ENDESA había condicionado la compra del mismo al despido previo de toda la plantilla, lo que obligaba, a su vez, a las centrales a negociar la permanencia en sus puestos del mayor número posible de trabajadores.
En cualquier caso, la supervivencia del ferrocarril estará exclusivamente ligada en el futuro a la de las propias empresas mineras y al interés del Estado por mantener la producción de carbón frente a las importaciones de productos energéticos derivados del petróleo.
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