La extrema derecha salvadoreña

En EL PAIS del día 3 de mayo apareció una noticia procedente de México que recogía la acusación de la extrema derecha salvadoreña hacia tres jesuitas españoles (los padres Ellacuría, De Sebastián y Sobrino) como simpatizantes de movimientos guerrilleros. Como conocedor del problema salvadoreño, por haber estado recientemente en ese país conviviendo con los jesuitas citados, de uno de los cuales soy hermano, y muy amigo de los otros dos, la única aclaración que en mi opinión procede es una matización de lo que representa la extrema derecha salvadoreña, para poder valorar sus juicios.Nos encontramos en el caso de El Salvador con un pequeño grupo de personas que han estado durante años apropiados de las tierras, los negocios, la banca, la Prensa, la radio, la televisión, etcétera, de una forma tan egoísta e irracional que no han reparado en utilizar cualquier procedimiento, por brutal

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que fuera, para seguir - detentando el poder a costa de generar una de las poblaciones más miserables que puedan encontrarse hoy día en el mundo.

En El Salvador, un porcentaje muy elevado de la población vive en míseras barracas, en los márgenes de las plantaciones de café y algodón o en las barracas, a merced de los torrentes inesperados y de las enfermedades que diezman a, los recién nacidos. La vida de estos salvadoreños tiene un valor mínimo, ya que, por no respetarse ni unas condiciones mínimas de vida ni unos salarios mínimos establecidos por el Gobierno, no se respeta la vida de quienes pueden argumentar en contra.

Esa extrema derecha es quién hace inviable, desde los medios de comunicación, desde la radio y la televisión, que dominan, los esfuerzos democratizadores de la actual Junta de Gobierno y que, como única alternativa para el futuro del país, se ofrezca el triunfo de los bloques populares armados, por supuesto sobre la extrema derecha y sobre los verdaderos amantes de la democracia.

Por eso no tiene nada de particular que unas personas que predican el Evangelio, además de enseñar economía y sociología, puedan muy difícilmente convivir con una clase tan inculta y tan injusta como la llamada extrema derecha salvadoreña, que ve el fantasma del comunismo en todos sus oponentes y no valora que en su actitud de discriminarse de todos está favoreciendo a una minoría que no predica el Evangelio, sino la violencia, al dictado de sus vecinos marxistas (Cuba y Nicaragua)./