La Real sigue firme en su cuenta atrás
La Real sigue firme en su cuenta atrás. Ante el Málaga, que peleó por su suerte, ganó con autoridad, pese a la ausencia de su más destacado jugador del centro del campo, Zámora. Sólo cuando se fue Kortabarría, lesionado, la Real dio muestras de inseguridad y nerviosismo. El Málaga causó una buena impresión, sólo deteriorada por los malos modos de Megido.Ormaechea, entrenador de la Real, no se fiaba de la visita del Málaga. La Real ha comenzado a sufrir cierto nerviosismo ante la proximidad del final de la Liga, y Ormaechea teme que por algún fallo en uno de los poquísimos partidos que quedan se escape el título. Por eso forzó la presencia en el equipo de Kortabarría y López Ufarte, sólo recuperados a medias de sus lesiones, a fin de que a la baja de Zamora no se sumaran las de estos dos hombres importantes.
Por su parte, el Málaga acreditó, desde los primeros momentos, que estaba dispuesto a pelear el partido; no metió muchos hombres en su área, y sus medios Juan Carlos, Miguel y Santi sacaban el balón con ganas hacia adelante, donde Nieto, Astorga y Megido alternaban en sus posiciones. Megido sostuvo un interesante duelo con Kortabarría, aportando a partes iguales su reconocida calidad y ciertas dosis de mala uva, porque de cuando en cuando dejaba la pierna fuerte ante los despejes del defensa, y más de una vez dio la impresión de buscarle el tobillo malo.
El juego de la Real fue el de siempre. El veterano Gaztelu suplió más que dignamente a Zamora gracias a su saber estar en el campo y a su espíritu de lucha. Diego se movía bien, Alonso era el jugador fuerte y con llegada de siempre y los laterales subían a apoyar cuando era oportuno. Arriba la Real no era el equipo de otras veces, porque López Ufarte estaba un poco por debajo de sus mejores posibilidades y Amiano no termina de ser el compañero ideal de Satrústegui en el área, pero, con todo, el equipo funcionaba. La Real tocaba el balón con seguridad en la media, donde siempre había alguien desmarcado para recibirlo, no lo arriesgaba casi nunca, y de cuando en cuando aceleraba su ritmo y trataba de forzar la entrada en el área. El Málaga se defendía con bastante acierto, Burgueña demostraba ser un portero con cualidades (aunque con una inseguridad que posiblemente borrará con el paso del tiempo) y el partido resultaba distraído.
La superioridad de la Real fue goteando los tantos poco a poco; dos en el primer tiempo, uno gracias a un córner muy bien templado por López Ufarte, y otro en un pase profundo de Amiano a Satrústegui, con rebote del que se benefició Alonso. En la otra puerta, el Málaga creó alguna que otra ocasión, pero eso sólo sirvió para que la parroquia de Atocha se deleitara una vez más con el impresionante estado de forma de Arconada. En el segundo tiempo, el Málaga sustituyó al debutante Astorga (muy flojo y despistado) por Filgueira, a fin de dar más peso a su ataque, y no mucho después al fatigado Juan Carlos por otro debutante, Castro. Pero la Real no aflojó, siguió poniendo a prueba a Burgueña y consiguió un tercer tanto, obra de Gaztelu.
Casi coincidiendo con este tercer gol se produjo la salida del campo de Kortabarría, dañado por las entradas de Megido, y fue entonces cuando la Real se derrumbó. Kortabarría es el pilar de la defensa, el jugador que calma el balón y lo saca jugado de atrás. A su lado, Gajate o Górriz juegan bien, pero si falta él estos dos jugadores bajan mucho en su rendimiento. Hay quien defiende que la baja de Kortabarria ante el Castilla fue decisiva para la eliminación de la Real, y a la vista de lo que ocurrió el domingo en los últimos veinte minutos se puede dar como cierto. La Real jugó nerviosa, fallona, regaló un gol y por momentos hizo temer a la afición que regalara dos más, y con ellos un punto y quizá hasta el título.
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