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La recesion económica de EE UU, la más grave desde 1947

Los principales responsables gubernamentales de la economía de Estados Unidos reconocen que todas las tendencias de los indicadores económicos se orientan hacia una recesión. «Nos enfrentamos al dilema más temido. El país debe hacer frente a una aceleración de la inflación y la aparición de la recesión anunciada desde hace tiempo», declaró Alfred Kahn, director del programa de lucha contra la inflación, aplicado por la Administración Carter desde primeros de año.

Los indicadores de la situación económica de EE UU han sufrido una caída del orden del 2,6% durante el primer trimestre del año en curso, lo que equivale a la más seria recesión experimentada desde 1947. La lucha contra la inflación, ligeramente superior al 18% para el año en curso, comporta una serie de restricciones al crédito que afectan a las ventas de todo tipo de productos, especialmente los de consumo duradero. Sus efectos generan paro, sin que disminuya de momento el alto índice de inflación.El índice de desempleo, actualmente del orden del 6,2%, podría alcanzar el 7,5% a finales de año, o incluso el 8%, según previsiones de instituciones económicas privadas.

Déficits en el sector del automóvil y la siderurgia

Los resultados de beneficio para el primer trimestre del año en curso son deficitarios para la mayoría de sociedades del sector del automóvil y siderurgia. Otros sectores ven reducidos sus beneficios una vez adaptados al fuerte índice de inflación. Sólo las compañías petroleras siguen su marcha ascendente, con beneficios que superan o rozan, en casi todos los casos, un aumento de ganancias ciento por ciento respecto a igual período del año anterior.Según el Departamento de Trabajo, una familia de tipo medio -compuesta por cuatro personas (matrimonio y dos hijos de edad escolar)- debe contar con un mínimo de 20.517 dólares anuales (alrededor de 1.400.000 pesetas) para vivir correctamente en una zona urbana de Estados Unidos.

La inflación, objetivo prioritario

La estrategia de la Ádministración Carter, frente a tan delicada situación para la primera potencia económica del bloque capitalista, sitúa a la lucha contra la inflación como objetivo número uno, tanto por el peligro que supone para la estabilidad económica norteamericana como por el impacto ante la opinión pública, en un año de elecciones presidenciales en Estados Unidos.Uno de los ejemplos más claros de los «equilibrios» que soporta la Administración Carter en materia económica se centra en el caso de los automóviles. Todas las grandes sociedades del sector, General Motors, Ford, Chrysler y American Motors, Por este orden de importancia, presionan a la Administración y al Congreso para que adopten medidas restrictivas a las importaciones de automóviles japoneses y europeos. El potente sindicato del sector del automóvil anuncia una manifestación popular en Washington para los próximos días, en señal de protesta por la pérdida de empleos que representa el cierre de factorías y la frágil situación financiera de Chrysler y, en menor proporción, Ford.

El presidente Jimmy Carter se opone personalmente a controlar las importaciones de automóviles extranjeros, en general de menores dimensiones y consumo que los coches de turismo norteamericanos. Entre pasillos, la Administración recuerda que, desde hace dos años, Carter pidió a los fabricantes que se orientaran hacia modelos menos golosos en consumo de gasolina, de acuerdo con su programa de política energética. A pesar de los intentos de lanzar nuevos modelos, más adaptados a la realidad actual, los consumidores norteamericanos continúan prefiriendo el coche japonés o europeo -cuando tienen que elegir- por razones de economía de precio de coste y consumo.

La política de Carter para atenuar, en lo posible, la pérdida de empleo en el sector del automóvil se inclina a incitar a los fabricantes japoneses y europeos para que instalen factorías de montaje en el interior de EE UU, creando nuevos puestos de trabajo. Dos sociedades japonesas, Honda y Nissan, prometen seguir el ejemplo europeo de Volskwagen, instalada en EE UU desde hace unos años y en plena política de expansión, gracias al éxito comercial de sus modelos pequeños.

Actualmente se encuentra en visita oficial en Washington el primer ministro japonés, Masayoshi Ohira, en cuya agenda de temas a tratar con el presidente Carter figuran los proyectos de los fabricantes de automóviles japoneses en EE UU. Se opina también que Carter y Ohira analizarán las perspectivas de la próxima cumbre económica de las siete principales potencias económicas del bloque occidental (Estados Unidos, Japón, RFA, Francia, Gran Bretaña, Italia y Canadá), que, respetando la tradición, se reunirán a nivel de jefes de Estado o de Gobierno, el 13 y 14 de junio, en la ciudad de Venecia (Italia). No cabe duda de que, como en anteriores cumbres, la lucha contra la inflación, la crisis económica, la energía y la amenaza de una acentuación de las tensiones proteccionistas en el comercio internacional, figurarán en el orden del día.

Por primera vez EE UU estará en una situación tanto o más conflictiva que los demás participantes, en un momento de primeras repercusiones de clara recesión económica general.

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