Dificultades económicas del grupo bancario de Jordi Pujol
Mientras Jordi Pujol era elegido presidente de la Generalidad, varios cientos de trabajadores de la empresa Unidad Hermética -de la que el Banco Industrial de Cataluña (BIC) es accionista mayoritario- estaban situados delante del Parlamento catalán y coreaban frases nada agradables con relación a Pujol, al tiempo que repartían octavillas en las que la coalición política de Pujol era directamente vinculada a empresas en situación crítica.
El tema no está tan sólo en boca de la izquierda, uno de cuyos representantes ya hizo una directa alusión con ocasión del primer debate parlamentario autonómico. Dentro del mismo partido de Pujol, altos dirigentes del mismo han explicado el temor de que los problemas económicos condicionen alternativas políticas en base a una eventual debilidad del presidente electo ante el Gobierno de Madrid. En particular, se recuerda la amplia discrecionalidad que la ley da a la Administración estatal en el terreno bancario, a través del Banco de España.La participación de Jordi Pujol y su familia, en tanto que accionista, en el grupo Banca Catalana, se estima en fuentes financieras en un 13%. Hasta hace poco el único representante de estos intereses era Jordi Pujol. Esta participación constituye desde su fundación la más importante del grupo bancario. Ello llevó al presidente electo de la Generalidad a la vicepresidencia ejecutiva de Banca Catalana (BC). «De hecho», indican fuentes del grupo, «el único que mandaba era Jordi Pujol, quien siempre fue poco inclinado a delegar funciones». En 1977 fue sustituido en el cargo mencionado por su padre, ya de avanzada edad, quien lo continúa desempeñando.
Las fuentes indican que desde aquel momento Pujol tuvo la intención real de desvincularse de la dirección del grupo bancario. Pero los problemas que posteriormente aparecieron le obligaron a intervenir de forma directa. Estos problemas se concretaron en especial en el pasado mes de agosto y con relación a la alta dirección del Banco Industrial de Cataluña y, por extensión, en BC. Estaban, por un lado, generados por la crisis industrial general -que, obviamente, repercute en todos los bancos industriales -, pero, por otro lado, procedían de una política muy expansionista y de la sorprendente incorporación al grupo bancario del Banco Industrial del Mediterráneo (BIM), que había tenido que ser intervenido por el Banco de España.
Discrecionalidad del Banco de España
Fuentes oficiales próximas al Banco de España indican ahora que el grupo de Banca Catalana pertenece al conjunto de «unos veinte bancos españoles que necesitan ayuda expresa del Banco de España». Dentro de este conjunto hay unos cinco bancos que están muy mal, ninguno de los cuales pertenece al grupo de Banca Catalana, si bien uno de estos cinco (el Banco de Asturias) puede volver a integrarse en el grupo, al cual perteneció. El caso del grupo Banca Catalana está condicionado por la adquisición del Banco Industrial del Mediterráneo, que supuso una ayuda del Banco de España del orden de los 5.000 ó 6.000 millones de pesetas. Al parecer, alguno de los vencimientos de esta ayuda ha sido prorrogado, debido a la mala situación de su cartera de préstamos industriales, bastantes de los cuales no son recuperables. Todo ello obedece a una política de saneamiento y control de las operaciones, seguida muy de cerca por el Banco de España, cuya discrecionalidad en sus poderes es muy grande».Todas las fuentes indicaron que hoy no existe relación cotidiana y directa entre Pujol y el grupo bancario, pero que, en algunos aspectos, «el único que conoce todas las teclas es Pujol». Fuentes de la dirección del partido de Pujol afirmaron que «sería conveniente que Pujol efectuase una declaración pública sobre su situación económica real y evitase todo tipo de relación directa con el grupo bancario. Se trata de evitar que pueda crearse confusión, como la provocada por la declaración efectuada infructuosamente por Miguel Roca Junyent, cerca del secretario general de las Comisiones Obreras catalanas en ocasión del conflicto y cierre de la empresa de cervezas de Moritz, del grupo del BIC». Las fuentes indicaron que toda la comprensión expresada hasta ahora por los comunistas respecto a Pujol podía convertirse en todo lo contrario y que el único antídoto es un radical distanciamiento de Pujol respecto a sus intereses económicos.
«Si el gobernador del Banco de España aprieta un botón, Jordi Pujol puede tener un calambre en su saliente sillón de presidente de la Generalidad», afirmó textualmente a este diario un consejero de la Generalidad provisional.
Los centros de interés y preocupación son diversos. En el sector bancario, las operaciones de venta del Banco de Asturias y las incorporaciones plenas del Banco Industrial del Mediterráneo y del Banco Industrial de Cataluña. En el sector inmobiliario y de obras públicas la compra del polígono de Montigalá (dos millones de metros cuadrados) y el control de la empresa deficitaria Túneles y Autopistas de Barcelona, SA (Tabasa). En el sector industrial, dos empresas con reconocidas dificultades (La Farga Casanovas y Unidad Hermética). El grupo Banca Catalana lo conforman actualmente, además de ésta, el Banco Industrial del Mediterráneo, el Banco Industrial de Cataluña, el Banco de Gerona y el Banco de Barcelona.
Un banquero antifranquista
Banca Catalana nació en 1959, gracias a la compra de la minúscula Banca Dorca, de Olot. Desde el primer momento su dirección real estuvo siempre en manos de Jordi Pujol, si bien por razones políticas, es decir, por su antifranquísmo, dicha dirección estuvo camuflada. Pujol era el vicepresidente ejecutivo. En torno al banco inicial se ha configurado un grupo que ha sido instrumento de la filosofía política de Pujol.Aparentemente, Pujol se halla desvinculado ahora del grupo. Pero su despacho político es contiguo con la sede central de Banca Catalana. En la crisis que se produjo entre Banca Catalana y su banco industrial (el Banco Industrial de Cataluña), en agosto del pasado año, el propio Pujol tuvo que intervenir decisivamente, según fuentes de ambas entidades. Las mismas se refirieron al papel de Pujol con relación a la obtención de créditos oficiales para empresas del Banco Industrial de Cataluña (BIC). Estas gestiones se llevaron a cabo con intervención del vicepresidente del Gobierno, Fernando Abril Martorell. En este sentido destaca un crédito oficial de setecientos millones de pesetas a la empresa La Farga Casanova.
Por su parte, el grupo industrial Vilarrasa, del BIM, recibió la pasada semana un crédito extraordinario de 540 millones de pesetas dentro de un plan de saneamiento que comporta la amortización de doscientos puestos de trabajo. El grupo Vilarrasa está compuesto por Vilarrasa, SA; Vilarrasa Sicra, SA, y Utiel, SA, y pertenece al sector de aglomerados y contrachapados.
Hoy, el Banco Hipotecario de España firmará un convenio de colaboración con BC y BIC por importe de 1.500 millones de pesetas destinados a conceder créditos para promoción y adquisición de viviendas de protección oficial.
La crisis del pasado agosto se saldó parcial y momentáneamente gracias a una ayuda de 2.000 millones por parte de la Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros de Cataluña y Baleares (CPVA).
Mil millones lo fueron en concepto de suscripción de acciones (equivalentes al 7% del capital) y otros mil millones en concepto de crédito hipotecario sobre el nuevo edificio del grupo de Banca Catalana -inicialmente pensado para ser sólo la sede del BIC-, cuyo coste podría alcanzar los 3.000 millones de pesetas. Es, sin duda, el edificio más lujoso de Barcelona y una de las mejores sedes bancarias de Europa.
Inicialmente, el proceso de crecimiento de Banca Catalana (BC) fue bueno y rápido. Como banco comercial de claro ideario catalanista -cuando Cataluña, al revés del País Vasco, carecía de bancos propios - fue muy bien acogido por la pequeña burguesía, estamento social que precisamente tanto bajo la 11 República como bajo la dictadura se identificaba más unánimemente con el catalanismo histórico. Por sus características, esta clientela, que en sus inicios fue el principal activo, se convertía, al crecer el banco, en un lastre para su expansión industrial y de actividad financiera.
A partir de su éxito como banco comercial, BC decide dar el salto cualitativo. Para ello refuerza sus lazos con el BIC (creado en 1964 con participación de BC y que ya era el mayor banco industrial). La crisis mundial de 1973 les coge en plena expansión, y a pesar de ello mantienen su política de crecimiento. De la misma manera que la perspectiva del fin del franquismo era para la gran banca española un elemento que se sumaba a la crisis económica acentuando la prudencia, para el grupo Banca Catalana era un activo más a capitalizar, contrarrestando el pesimismo producido por la crisis mundial. El grupo veía en el fin del antiguo régimen y la correspondiente creación de una Cataluña autónoma posibilidades de alcanzar una posición hegemónica en el negocio bancario.
Dentro de su política de expansión, BC compra en 1970 el Banco de Langreo por trescientos millones de pesetas, a través de una sociedad financiera de su grupo, llamada Serfi, SA. Procede a cambiarle el nombre y lo denomina Banco de Asturias. Por la misma época adquiere su participación en el Banco de Alicante. También compró y volvió a vender el Banco de Crédito e Inversiones.
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