El Consejo de Europa pide la abolición de la pena de muerte
La asamblea parlamentaria del Consejo de Europa se pronunció ayer, en Estrasburgo, a favor de la abolición de la pena de muerte, con 98 votos a favor y veinticinco en contra, de los 123 votos emitidos nominalmente.Los proyectos de resolución y recomendación adoptados fueron presentados en la ponencia del diputado socialdemócrata sueco Carl Lidbom.
La resolución considera que «la pena de muerte es inhumana» y formula un llamamiento a los «Parlamentos de los Estados miembros del Consejo de Europa que mantienen la pena de muerte por crímenes cometidos en tiempos de paz, para que la supriman de sus leyes penales».
Asimismo, recomienda al comité de ministros que «modifique el artículo 2 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, que garantiza el derecho a la vida, pero no prohíbe de manera expresa la pena capital».
Todos los parlamentarios españoles votaron a favor de la abolición. Javier Rupérez, de Unión de Centro Democrático, justificó su voto «por coherencia con el artículo 15 de la Constitución española», y por la convicción de que «nadie puede disponer de la vida de los demás, ni siquiera el propio Estado».
«En estos tiempos generalizados de violencia, y en mi caso concreto, que he sufrido en mi carne el impacto del terrorismo, no puedo pensar que la pena de muerte sea la solución para acabar con la ola de violencia que agita a la sociedad moderna», agregó Rupérez.
Gregorio Peces-Barba, del Partido Socialista Obrero Español, señaló que «la acción terrorista en España ha demostrado que la pena capital no tiene ningún carácter disuasorio».
El ponente manifestó que «la mayoría de Estados en el mundo siguen aplicando el castigo máximo», y que «España, pese al terrorismo ciego y obstinado, tuvo el valor de abolirla en 1978».
Refiriéndose al terrorismo político, Carl Lidbom sostuvo que «ni siquiera las penas más severas pueden impedir esta forma de violencia», de suerte que «la aplicación de la pena de muerte contra los terroristas es el peor medio para combatirlos y carece de efectos disuasorios, ya que los terroristas, al cometer sus crímenes, arriesgan sus vidas».
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