La huelga del metal en Sao Paulo pone de relieve los límites de la apertura brasileña
La detención, el domingo, del líder sindicalista brasileño Luis Inacio da Silva, más conocido por O Lula, junto con catorce compañeros ha desplazado el conflicto de la metalurgia de Sao Paulo del terreno social al terreno político.
«Un líder sindical ha muerto, un líder político ha nacido», la frase, pronunciada por los círculos de izquierdas, describe la trayectoria del más prestigioso dirigente sindical brasileño, que, caso de prolongarse su encarcelamiento, se convertirá, en opinión de la oposición, en un auténtico preso político, al tiempo que pone de relieve los límites de apertura democrática del régimen militar.
La ley de Seguridad Nacional, una ley especial conservada por el régimen tras la supresión de la legislación de excepción, ha sido invocada por las autoridades de Brasilia para justificar la detención de O Lula. Con su intervención en este asunto, que contradice la actitud de reserva adoptada hasta ahora en otros conflictos, el Gobierno brinda su apoyo a la patronal de la metalurgia.
En el conflicto que enfrenta desde hace tres semanas a 250.000 obreros de la metalurgia del cinturón industrial de Sao Paulo a los gigantes internacionales del automóvil -Volkswagen, Ford y Mercedes, principalmente-, los trabajadoyes no de fienden tanto aumentos salariales como la garantía de empleo y la inmunidad de los enlaces sindicales.
El episcopado brasileño, y en especial el cardenal arzobispo de Sao Paulo, condenaron con dureza la detención de los sindicalistas.
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