Orden de desalojo contra una familia que ocupa un piso incendiado
Juan María Amador, de treinta años, montador de andamios en paro desde hace dos años; su esposa, Cayetana Toledo, de veinticinco, asistenta por horas, y una hija de ambos, de tres años, serán desalojados mañana de la vivienda que ocuparon en San Blas hace apenas un mes. La denuncia fue presentada por la propietaria, Julia Alonso, que tiene otro piso también en propiedad. El juzgado ha fijado la fecha de mañana para que la policía proceda a la expulsión de la familia.El piso motivo del litigio es uno de los más conocidos en San Blas por las continuas peripecias a que ha dado lugar en los últimos años. Situado en la calle de Modistas, 11, permaneció deshabitado durante muchos años, hasta que un matrimonio joven con un niño le dio la patada a la puerta y se instaló en él. Desalojados más tarde por la policía, el piso fue ocupado por Modesta Alonso Alvarez, hermana de la propietaria.
Los vecinos consultados coinciden en señalar que Julia Alonso envió allí a su hermana a vivir para evitar nuevos incidentes, para lo que tuvo que sacarla del psiquiátrico donde estaba internada. Los vecinos cuentan asimismo que durante el poco más de un año que estuvo allí originó algunos escándalos. Modesta murió a consecuencia de un incendio que se declaró en su vivienda y que destruyó el interior totalmente. Después del siniestro, el piso permaneció con la puerta medio quemada y sujeta por un simple alambre durante ocho meses.
Paralelamente, Juan María Amador tuvo que abandonar su casa, en Hortaleza, por la simple razón de que después de muchos meses sin trabajo no podía pagar el alquiler. Sobrevivieron durante unos días en el parque de dicho barrio, y un amigo les informó de la existencia del piso vacío en Modistas.
Cuando llegaron allí se encontraron con una vivienda-jaula de cuarenta metros cuadrados, llena de muebles calcinados y cascotes, sin luz y con las paredes ennegrecidas por el fuego. El señor Amador sólo pudo limpiar una de las habitaciones, un pequeño dormitorio en el que se apiñan una cama, una cuna pegada a la anterior, y una silla, que sirve de ropero y mesilla. Unos seis metros cuadrados para tres personas, pero eso era mejor que dormir al aire libre.
El piso pertenece a la Obra Sindical del Hogar. Poco después de su llegada, una brigada de obreros de dicho organismo amontonó todos los cascotes y muebles en el resto de las habitaciones, incluido el cuarto de baño, que está inutilizado, y arreglaron la instalación de la luz, que cortaron poco después.
Pocos días más tarde de la ocupación, Julia Alonso presentó una denuncia, de la que ha surgido la orden de desalojo. Los vecinos del barrio se oponen al mismo.
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