Los trabajadores hicieron uso de la palabra en la junta de Papelera Española
Con la pacífica presencia de un centenar de trabajadores encartelados a las puertas de la sala, vigilados por las dotaciones de dos furgones de la Policía Nacional, se celebró ayer en Bilbao la junta general de accionistas de la Papelera Española, cuyo balance anual, cerrado con unas pérdidas próximas a los seiscientos millones de pesetas, refleja las dificultades por las que, desde hace cinco años, viene atravesando el sector papelero en España.
Dicho volumen de pérdidas supone, sin embargo, una mejora de más de 2.000 millones respecto a los resultados del ejercicio del año anterior, como consecuencia, según explicó el consejero delegado, Manuel Gutiérrez Cortines, de las medidas de reestructuración acordadas en la junta del año pasado. Tales medidas eran, por su parte, la causa de la protesta expresada por los trabajadores encartelados, pertenecientes a la plantilla de Onena, SA, empresa miembro del grupo de Papelera, que solicitó suspensión de pagos en marzo pasado. Las alusiones al Banco de Bilbao -que posee la participación mayoritaria en el grupo- incluidas en las pancartas de los manifestantes hacían referencia a determinadas «operaciones a dos bandas» que los trabajadores consideran poco claras y lesivas para sus intereses.Una representación del comité de empresa pidió -y obtuvo de la presidencia- permiso para exponer brevemente a los accionistas su sospecha de que la venta de algunas de las empresas más rentables del grupo Papelera a otras en las que el Banco de Bilbao también tenía participación iba dirigida a evitar una solución global, a nivel de grupo, provocando la suspensión de pagos de Onena, sin agotar otras posibilidades. Los trabajadores consideran que no es ajena a la crisis de esta última empresa la decisión adoptada a nivel de grupo de desligar de ella la comercialización de los productos elaborados en sus factorías.
En su intervención ante la junta, el presidente del consejo, Javier Aresti, reconoció que Papelera se habla beneficiado durante 1979 de la relativa reactivación del sector, deteniendo la tendencia continuada al aumento de pérdidas observada desde 1975. Esa mejora ha experimentado, sin embargo, un frenazo durante el último trimestre del ejercicio, por lo que las expectativas de cara a 1980 no son del todo claras.
El plan de actuación para el presente ejercicio contempla la profundización de las medidas de reestructuración de las factorías deficitaria y, en particular, de las de Prat de Llobregat y la actualización tecnológica y modernización de la estructura financiera de cara al ingreso en la CEE.
Los resultados del ejercicio presentados por el consejo de administración registran unas pérdidas de 594 millones de pesetas, frente a los 2.937 de 1978. Este resultado fue calificado por el señor Aresti como «en línea con las previsiones del plan de reestructuración». En cuanto a las reservas, se han generado recursos propios por valor de 1.500 millones de pesetas procedentes de la regulación de activos. Ello supone que se ha pasado de una absorción total de las reservas, producida durante 1978, a una situación positiva por un valor de 707 millones de pesetas. Esta mejora se debe a un incremento del 6% en el volumen total de ventas.
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