La reforma autonómica obliga a dimitir al primer ministro belga
El primer ministro de Bélgica, Wilfried Martens, presentó ayer su dimisión ante la imposibilidad de llegar a un partidos políticos francófonos y flamencos respecto a la reforma regional del Estado. La gota que ha colmado entre los representantes de las dos comunidades ha sido la propuesta de convertir Bruselas en una tercera región.
Los senadores del propio partido del señor Martens -democristianos flamencos- votaron en contra de la propuesta gubernamental, abriendo una crisis que todos los observadores pronostican larga. No se descarta que el rey Balduino no logre establecer unas bases de acuerdo entre los cinco partidos más importantes del país (dos democristianos, dos socialistas flamencos y francófonos y el Frente Democrático) y que se vea obligado a disolver el Parlamento y a convocar nuevas elecciones generales. El Gobierno Martens se constituyó, después de tres meses y medio de complicadas negociaciones, en abril de 1979, por lo que las elecciones legislativas no corresponderían hasta 1982.Wilfried Martens presentó la dimisión hace seis días, pero el rey le pidió que realizara una nueva tentativa para resolver una crisis que se plantea además en un momento económico especialmente difícil. El Gabinete Martens ha preparado, en su año de vida, una ley-programa para la reactivación económica de Bélgica, pero todos sus trabajos han quedado paralizados, una y otra vez, ante el problema político que supone la reestructuración del Estado.
Bélgica, que cuenta sólo con 150 años de existencia como nación, es el resultado de la unión de dos comunidades, flamenca y valona, con lengua, tradiciones e historia diferentes. Flandes acoge en la actualidad el 60% de la población belga, mientras que Valonia supone sólo el 40%. La relación de fuerzas entre ambas comunidades varió a raíz de la descolonización del Congo, cobrando Flandes un protagonismo económico que desempeñaban hasta entonces los francófonos. Desde hace diez años, los sucesivos Gobiernos belgas han intentado, infructuosamente, establecer un nuevo marco de relaciones entre las dos comunidades, así como un estatuto especial para Bruselas, en la que conviven flamencos y francófonos.
La llegada de Wilfried Martens al Gobierno abrió un pequeño margen de esperanza. El señor Martens es un decidido defensor de la estructuración federal de Bélgica, en contra incluso de la opinión del presidente de su partido, Leo Tindemans, que encabeza la fracción «unitaria» de los democristianos flamencos. Los esfuerzos del señor Martens tropezaron con la larvada oposición de Leo Tindemans, y las discusiones internas en el seno del más importante partido del país ayudaron a deteriorar el equilibrio de la coalición gubernamental.
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