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Oreja pedirá mañana a Carrington la apertura de negociaciones oficiales sobre Gibraltar

El ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja, pedirá mañana en Lisboa al secretario del Foreign Office, lord Carrington, la apertura formal de negociaciones hispano-británicas sobre el futuro de la soberanía de Gibraltar. El Gobierno español, siguiendo la recomendación que le fue hecha por el Parlamento hace dos semanas, está dispuesto a restablecer las comunicaciones terrestres con la Roca si el Reino Unido acepta la negociación oficial, sin fecha límite ni contenido estricto, que recomiendan las resoluciones de las Naciones Unidas.

Mañana, miércoles, Marcelino Oreja y lord Carrington se van a entrevistar en Lisboa a primeras horas de la tarde, en un lugar aún no determinado y que bien podría ser la sede de la embajada británica en la capital lusitana, para conversar sobre Gibraltar. Ambos políticos ya mantuvieron una primera reunión en Nueva York el pasado mes de septiembre, con motivo de la Asamblea General de la ONU. En esta primera toma de contacto se hizo un análisis de la discusión hispano-británica tal como quedó después de las últimas conversaciones que Marcelino Oreja y el laborista David Owen -el predecesor del conservador Carrington- mantuvieron sobre el Peñón.En noviembre pasado, Carrington evadió una conversación con Oreja en Estrasburgo (pedida por España) al celebrarse en dicha ciudad la reunión ministerial del Consejo de Europa, que el próximo día 10 abrirá su primera reunión del año en curso en Lisboa, lo que da la oportunidad a ambos ministros de mantener una conversación bilateral sobre la vieja discusión gibraltareña.

Se espera que el ministro Oreja presente mañana en Lisboa una propuesta concreta del Gobierno español y que, sobre todo, exija una respuesta definitiva de Gran Bretaña a esta nueva iniciativa hispana que, en síntesis, no hace otra cosa que insistir sobre declaraciones anteriores. Es verdad que, por primera vez, el ministro de Asuntos Exteriores se verá arropado por una declaración del Parlamento democrático español, en la que se solicita el inicio de conversaciones oficiales entre ambas partes y en la que también se pide que esta decisión coincida con la apertura de la frontera terrestre del istmo de Gibraltar.

España desea asimismo que si se abre la frontera terrestre los trabajadores españoles puedan pernoctar en territorio de Gibraltar, en contra de lo establecido anteriormente. En definitiva: el Gobierno español está dispuesto a suprimir la estricta aplicación del artículo 10 del Tratado de Utrecht, en el que se especifica que el Peñón estará incomunicado con el resto de la Península. La aplicación estricta del Tratado incluye lo que los británicos califican de restricciones en las comunicaciones de la Roca y también supondría la recuperación por España del istmo del Peñón, apropiado por los británicos para construir un aeropuerto, que está completamente fuera del ámbito del Tratado de Utrecht. Este último apartado de la discusión no fue nunca utilizado por España con firmeza ante los organismos internacionales, aunque sí reivindicado formalmente.

Ahora, el Gobierno de Madrid quiere conseguir un gesto político de Londres en favor de una negociación flexible y una vez que terminaron las conversaciones exploratorias técnicas de Oreja y Owen iniciaron años atrás. Madrid ofrece a cambio el desbloqueo simultáneo de la Roca e insiste en la idea de que la población gibraltareña puede encontrar en el marco de la Constitución española una situación autonómica especial que salvaguarde sus «peculiaridades», como declaró el ministro Oreja ante el Pleno del Congreso días atrás.

La opinión y el futuro de los gibraltareños es, por parte británica, el tema central de la discusión. El Gobierno de Londres ha insistido siempre en consultar a los gibraltareños en cualquier decisión que afecte a su status futuro (de ahí la idea de sumar a las conversaciones exploratorias de meses atrás a los primeros representantes de la Roca, a pesar de que el Tratado de Utrecht está firmado solamente por España y el Reino Unido). Las últimas declaraciones de los gibraltareños no parecen muy favorables a la negociación, y para ello esgrimen argumentos de todas clases, como el del tratamiento que el Gobierno Suárez ha dado a la autonomía andaluza.

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De la reunión de Lisboa no espera la parte española resultados inmediatos, aunque sí existe un cierto optimismo. En el palacio de Santa Cruz se recuerda el pragmatismo de lord Carrington en la crisis de Rhodesia y su capacidad negociadora con vistas a toda evolución en el problema de Gibraltar, que tiene posibles conexiones con la candidatura de España a la CEE -Gibraltar ya disfruta de ciertas ventajas arancelarias de las Comunidades como territorio británico-, con la eventual incorporación de la Península a la OTAN e incluso con los próximos debates que la ONU pudiera celebrar sobre este tema, así como su posible inclusión en las discusiones de la reunión de Madrid de la Conferencia Europea de Seguridad y Cooperación (CSCE).

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