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El Madrid se impuso al Betis más por coraje que por buen juego

El Real Betis Balompié desperdició ayer una gran ocasión. Tuvo la victoria a su alcance y por excesivo conservadurismo la perdió. Con un mejor fútbol, con un sentido del juego mucho más brillante que el Real Madrid, se impuso en la primera mitad y ello le valió el gol de ventaja, que pudo haber aumentado de haber tenido más tino ante el gol. El Real Madrid del segundo tiempo, el clásico de los segundos periodos, atacó con firmeza cuando vio que el adversario se replegaba y pudo anotarse un triunfo más por el coraje habitual que por el fútbol realizado.El Betis dejó prácticamente a dos hombres en la delantera, pero su colocación en el terreno de juego le permitió llegar con cierta facilidad al área de Miguel Angel. Ante el fútbol horizontalista y reiterativo del Real Madrid, el Betis trianguló la jugada y se desmarcó mucho mejor. Los béticos supieron jugar con más celeridad en el contraataque a base de pases largos, en los que Benitez y Morán ponían el corazón en un puño a los seguidores madridistas. Aunque habla en teoría un férreo marcaje de pares, a la hora de la verdad los béticos siempre encontraban algún hombre en solitario para que pudiera arrancar con peligro.

El Real Madrid insistió en ese juego cansino de¡ centro del terreno y rizó el rizo en el segundo período, cuando Boskov permitió lo más inverosímil que pueda pensarse en el Madrid de hoy: Cunningham, un delantero que vale doscientos millones de pesetas, se convirtió en un defensa. Durante todo el segundo periodo, el moreno se situó en el cómodo terreno de nadie y si bien es cierto que cortó algún avance sevillano, la realidad es que su concurso fue una vez más inútil. Como diría un madridista en el descanso, la única solución que tiene el club blanco en estos momentos es que los acontecimientos políticos de Yugoslavia obliguen a Boskov a regresar a su país.

El Real Madrid se salvó una vez más por fuerza y por un tremendo pressing impuesto sobre el terreno de juego, cuando el Betis creía que tenía asegurada la victoria o al menos el empate. Pero su comportamiento técnico volvió a decepcionar. Para alcanzar la meta europea en la que se sueña, este Madrid necesita un cambio radical. En la zona de fensiva navega sin rumbo, y en el centro del campo, en lugar de correr, camina. Es inconcebible que un equipo como el Madrid tenga que recurrir en muchas ocasiones a la marrullería para levantar un resultado adverso. Si fue justo su triunfo se debió, sin duda, a la voluntaria dejación de funciones ofensivas de los béticos. Una ve más, un equipo que se puso en ventaja no acabó de creerse su superioridad y naturalmente terminó derrotado. La constante del Madrid de obtener la victoria en los segundos tiempos se dio una vez más.

El fútbol español tardará en levantar cabeza. El temor a la derrota está excesivamente instrumentalizado por los entrenadores. Boskov, una vez más, jugó la baza del ataque al recurrir a Roberto Martínez para reemplazar a Pirri. Pero esta medida que sería plausible, no hubo de manera de entenderla con la situación en que quedó Cunningham.

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