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Suárez: "Nadie nos va a desplazar a la derecha ni a ninguna parte: seguimos siendo centristas"

«Nadie nos va a desplazar a la derecha ni a ninguna otra parte. Desde el centro. seguimos amparando un proyecto de justicia y de grandeza. UCD seguirá siendo reformista, progresista, interciasista, el partido de hoy y del futuro.» Con estas palabras terminó Adolfo Suárez su intervención en la cena que ayer le ofreció la organización de UCD de Madrid, como «acto de adhesión, pero no al estilo de las plazas de Oriente», como dijo el presidente provincial, Abel Cádiz. En la cena, celebrada con mil personas y en olor de multitud, faltaron importantes dirigentes de los sectores liberal y socialdemócrata del partido, disconformes con el estilo de la convocatoria.

Entre otros, asistieron los miembros del Gobierno Fernando Abril, Agustín Rodriguez Sahagún, Anlonio Fontán y Leopoldo Calvo Sotelo, así como el secretario general del partido, Rafael Arias-Salgado, y el gobernador civil de Madrid, Juan José Rosón, además del actor Sancho Gracia (Curro Jiménez).La iniciativa había partido de Abel Cádiz, como «reafirmación de nuestra voluntad de mantener la cohesión y la fuerza de nuestro partido», ante la «sensación de que unos reveses coyunturales pueden debilitarla solución, centrista que España precisa», como escribió el presidente de la UCD madrileña en la carta que, para convocar al acto, remitió a los militantes.

No obstante, fuentes centristas informaron a EL PAIS que en la organización ha tenido una intervención decisiva la secretaría general, una vez lanzada la idea. Así, según estas fuentes, la cena se organizó por todo lo alto, invitando a altos cargos del partido no pertenecientes a Madrid.

Previamente a la cena se convocó al ejecutivo provincial, pero en el acto se notaron las ausencias de algunos de sus miembros, fundamentalmente los ligados a sectores que objetaban el carácter de la convocatoria, esto es, liberales y socialdemócratas. Un alto personaje liberal llegó a calificar el acto de franquista, según fuentes del partido.

Pese a todo, la convocatoria debe calificarse ciertamente como un éxito, dada la masiva asistencia de militantes y el entusiasmo que de mostraron por saludar a su presidente. Este, después del parlamento que pronunció a los postres, recorrió las tres grandes salas llenas de comensales recibiendo ánimos, felicitaciones, besos de las señoras, comentarios y sugerencias. De este modo, el acto, que había comenzado poco después de las diez, se prolongó hasta altas horas de la noche, con el restaurante donde se celebraba siempre a tope.

A los postres, Abel Cádiz se refirió a la necesidad de fortalecer el partido y la opción centrista frente a las «crisis supuestas, provocadas por nerviosos con síndrome de sillón de terciopelo». Adolfo Suárez comenzó después dando las gracias por «ser capaces de uniros, de potenciar UCD, sentiros solidarios con el partido, que es lo importante». El presidente pasó por alto los problemas nacionales, por no considerar el momento oportuno, aunque no dejó de referirse a ellos -señaló especialmente el de la estructuración autonómica del Estado-, si bien en términos optimistas: «Los problemas dé España son graves, difíciles, pero se solucionarán. Ya sabéis que UCD tarda algunos meses en resolver los problemas difíciles, y los imposibles unos quince días más.»

«No necesito ánimos: los tengo en plena forma», agregó después. Citó a Thomas Mann -«La grandeza está en la idea capaz de hacerse toda sentimiento y el sentimiento capaz de hacerse todo idea»- y aseguró que UCD ha sido en España «el único partido capaz de superar los límites de las ideologías tradicionales, asumir el interclasismo y superar en profunda.síntesis los antajonismos históricos, convirtiendo en una idea de partido el humanismo cristiano, el ansia de libertad,y la idea dejusticia de la socialdemocracia ».

«Es necesaria la formación de los militantes para impedir que la política», dijo más adelante, «sea un reducto de malas costumbres, de enfrentamientos. Es imprescindible pofundizar en la democracia, tanto en la sociedad como dentro de nuestro partido. Hay que luchar por ello», agregó, «soportando las calumnias y las mentiras que nos lanzan desde un lado y otro del espectro político, incluso desde dentro mismo del partido, aunque éstas son las menos.»

Terminó afirmando que «sin UCD difícilmente tendríamos en 1980 los niveles de convivencia actuales. A ver si hay un solo español que en 1975 no habría firmado si le prometen lo que tenemos hoy. Hay que mantener esa apuesta por la esperanza y seguir siendo el partido que permite la moderación».

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