Sicur-80, contra el vicio de robar y otras inseguridades
La escalada de violencia en nuestro país -algo que nadie discute ya, aunque no todos están de acuerdo en sus orígenes- ha dado pie paralelamente a un auge de la industria dedicada a la seguridad. Hasta el punto de que los empresarios de este sector han considerado oportuno realizar en Madrid una muestra específica de los ingenios que la técnica ha elaborado para combatir ese otro ingenio de los ladrones, peristas, rateros y atracadores de mayor o menor cuantía. Acerca de estos artilugios que se exponen en el Palacio de Exposiciones de la capital versa el siguiente reportaje.
Un señor, moreno y sonriente como Sean Connery-James Bond 007, agente secreto al servicio de Su Graciosa Majestad, pero menos atractivo y más bajito, te observa cuando pasas por debajo de los arcos detectores de objetos peligrosos y te dice que. vuelvas a pasar porque ha sonado una discreta alarma, vaya usted a saber por qué, pues ni armas ni explosivos caben junto al bolígrafo y el bloc de un periodista. Quizá sea porque alguien ha hecho correr entre los expositores del Salón de la Seguridad la especie de que la revista Interviu ha retado a los organizadores a que son capaces de introducir en el Palacio de Exposiciones de la Institución Ferial de Madrid un paquete de goma-2. Psicosis y sensaciones, todo unido.La sensación siguiente es de hormigueo, cuando, intermitentemente, empiezan a oírse sirenas y pitidos de mecanismos para la defensa y seguridad ciudadana o violentas y atronadoras ráfagas de disparos salidos de las pantallas de televisión, que emiten por sistema de cartuchos de video-cassette películas de atracos y otras lindezas al uso del celuloide cinematográfico comercial e, incluso, de la vida misma. Toda esta escenografía pretende inducir, por vía del instinto, a buscar una solución defensiva ante tanta barbaridad y salvajismo. En el stand donde la pantalla -de considerables dimensiones- muestra a unos encapuchados que mamporrean, sin piedad, a los conductores de un furgón, cuyo contenido monetario desvalijan, una cinta magnetofónica se encarga paralelamente de informar sobre los aparatos de seguridad y defensa que una determinada empresa fabrica y vende.
Perros a 200.000 pesetas
En la sede del palacio ferial, en los últimos números impares de La Castellana (antes, avenida del Generalísimo), junto al recinto deportivo del Real Madrid, Sicur-80 ha traído la explosión de la empresa española en materia de seguridad. La escalada ha entrado en la fase de la curva álgida. El proceso de deterioro de la seguridad ciudadana, dicen, ha llegado a tal punto que las empresas han trazado una vida paralela para contribuir a remediar los males y, por lo menos, ofrecer algunos sistemas de seguridad.El propio director de la Seguridad del Estado, señor Salazar-Simpson, recorriendo los stands, hablaría de su esperanza en el empuje de la empresa privada en la lucha contra la delincuencia. Y hasta el presidente de la Diputación, el socialista Carlos Revilla, comentó: «Desde luego, estos sistemas no evitarán que se siga robando, pero no cabe duda de que ponen serias trabas a los ladrones. »
Y acto seguido se acercó a un rincón donde una empresa ofrecía los servicios de perros de seguridad. «Me gustan mucho los perros», añadió Revilla, «y he tenido varios.»
Pero estos perros son unos perros muy especiales. Por el precio de 200.000 pesetas se puede adquirir uno de ellos, expresamente adiestrado para asustar a cualquiera. Y, en el caso de no querer realizar tal desembolso, bastaría con adiestrar al perrito que tenemos en casa: por ochocientas pesetas diarias, durante unos dos meses y medio o tres, el perro queda listo para ser un fiel y temible guardián.
Estos perros, según catálogo «tienen un gran sentido de la territorialidad, captando y delatando a distancia la presencia de extraños; no aceptan alimento de manos extrañas y atacarán a toda persona que intente penetrar en su territorio». Los hay para defensa personal, para chalés, para protección de fábricas, instalaciones industriales, almacenes y locales comerciales así como para trabajos especiales. Se recomienda no sacarlos a pasear en público.
Cuestión de decibelios
Otro de los expositores anuncia una potente alarma de mano del tamaño de un lápiz de labios, un poco grande, que lanza un fuerte pitido al apretar un botón. Dirigido el sonido hacia la figura del asaltante y, preferiblemente al rostro, recibe un impacto en decibelios tan fuerte que se queda aturdido durante tres o cuatro minutos. Así lo asegura el vendedor, que, a precio de exposición, lo vende en mil pesetas. «Su potencia es de 110 decibelios, más del doble de los que normalmente está habituada la persona a escuchar, y es el máximo que nos ha autorizado el Ministerio del Interior.»-¿Y si lanzas el pitido al tipo y no se inmuta? ¿No arremeterá contra uno con más saña? -le preguntarnos.
-Su eficacia está comprobada. Si quiere se lo lanzo a usted.
-No. Más bien debería probarlo yo en usted, ya que soy el presunto cliente.
Pero no hacemos la prueba, aunque el curioso lanzarruidos sigue silbando, a intervalos, en la mano del vendedor.
Este artilugio hizo reunir durante algún tiempo en su alrededor a varios grupos de asistentes a las jornadas técnicas que se desarrollan simultáneamente en el Salón de la Seguridad, como una de las novedades pintorescas.
A niveles más sofisticados y de más alta tecnología se extienden por las diferentes plantas del salón los restantes stands, dedicados a la presentación de toda suerte de aparatos. Blindaje de vehículos, puertas acorazadas, rejas, cajas fuertes, sistemas de televisión en circuito cerrado, equipos detectores de papel moneda falso, utensilios contra incendios, equipos para la seguridad submarina, escuelas de vigilantes jurados, etcétera. Todo lo preciso para sellar de forma inexpugnable cualquier recinto, aunque, al final, siempre pueda producirse el misterio del cadáver en el cuarto cerrado. Hasta un chaleco antiarma blanca, que, como al mismo maniquí que lo presenta, permite el mal menor de que te asesten una cuchillada en el brazo y te lo separen de la mano.
Pero para los que opinan que la mejor defensa es el ataque, no faltan las armas de fuego en diversos modelos, cortas y largas. Una que llamó poderosamente la atención de algunos expertos en la comitiva oficial de la inauguración fue un 45 con culata anatómica. «Es estupenda, se adapta a la mano de manera perfecta», dijo alguien que sabía de lo que hablaba.
Accidentes laborales: cinco lesionados por minuto
Sin embargo, emociones y anécdotas aparte, lo más destacado del Sicur-80 es, a juicio de los organizadores, el conjunto de su significación. Y, en este sentido, los datos facilitados pueden resultar el mejor exponente de este criterio.Al salón han acudido más de 180 expositores españoles. A las jornadas técnicas se han inscrito más de ochocientas personas relacionadas con los temas de la seguridad, una veintena de las cuales proceden del extranjero. El valor de lo expuesto se calcula en unos doscientos millones de pesetas.
En cuanto a los cinco sectores en que se ha dividido el Sicur-80, se aportan los siguientes datos: servicios de seguridad emplea a más de 4.000 personas y factura más de 5.000 millones de pesetas. Seguridad física emplea a unas 3.000 personas y factura unos 1.800 millones de pesetas. Seguridad electrónica da trabajo a más de 2.000 empleados y su facturación se aproxima a los 1.800 millones de pesetas. Prevención y protección contra incendios contabiliza unas cincuenta empresas importantes, aparte otras menores, así como las auxiliares o complementarias. Seguridad en el trabajo ha aportado la «torna de conciencia sobre el problema de los accidentes de trabajo en España, hasta el punto de cuantificarlos en más de un millón de lesionados de mayor o menor gravedad, y un número de muertos superior a los 2.000. Por término medio, se lesionan cinco personas por minuto a causa de accidentes de trabajo en España».
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