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El obispo de San Sebastián denuncia "la complacencia interna" ante la violencia

El obispo de San Sebastián, monseñor Setién, pronunció una homilía, con motivo de la conmemoración del primer domingo de cuaresma, en la que realizó un durísimo ataque a la violencia y aludió directamente a esa «complacencia interna que peligrosamente anida en los corazones, con innegables brotes de complicidad, ante hechos que la conciencia cristiana no puede aceptar».

Esta es una de las pocas veces en que una autoridad relevante, como es el caso de monseñor Setién, ahonda en el problema de la violencia del País Vasco traspasando la frontera de la condena enérgica ante los asesinatos, al poner en tela de juicio la complacencia interna que pudiera existir en algún sector de la población vasca. El párrafo textual de la mencionada homilía dice así: «Nos preocupa el deterioro moral de las conciencias y el progresivo alejamiento del espíritu cristiano y evangélico, sean cuales fueren los éxitos inmediatos y eficaces que, a través de las violencias y de las muertes, se pudieran alcanzar. Nos inquieta hondamente la complacencia interna que peligrosamente anida en los corazones, con innegables brotes de complicidad, ante hechos que la conciencia cristiana no puede aceptar en un mínimo de coherencia evangélica.»

Fe en la eficacia de los medios pacíficos

"Y hemos de preguntarnos», prosigue la homilía, «con sinceridad, qué temor nos atenaza por dentro y por fuera para no poder expresar con libertad cristiana nuestros sentimientos y nuestro juicio ante hechos que reprueban los valores cristianos en los que creemos y en los que queremos apoyar el futuro de nuestro pueblo.»En otro momento de su alocución, el obispo de San Sebastián dijo: «Estamos perdiendo la fe en la eficacia de los, medios pacíficos, sin darnos cuenta de que a fuerza, sea quien fuera quien la utilice, no tiene el refrendo de la verdad y de la justicia, solamente por el hecho de que sea más fuerte o más sagaz que la del adversario.»

«Debemos preguntarnos», sigue diciendo monseñor Setién, «con honradez, quién obra en nombre del pueblo y con qué derecho se arroga cada uno la pretensión de hablar y actuar en su nombre, cuando no se respeta el derecho que tienen todos a expresar su propia voluntad fuera del clima del terror creado por amenazas de toda índole y que no respetan siquiera el derecho a la vida. Aceptamos muy fácilmente», finaliza el obispo, «que las acciones que la conciencia personal reprueba puedan justificarse en virtud de un recurso a la voluntad de un pueblo a quien nadie ha consultado para tomar decisiones de esta naturaleza. »

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