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La agitación en Córcega está dirigida desde el exterior, según el Gobiemo francés

El ministro francés del Interior, Christian Bonnet, afirmó ayer que la agitación en Córcega «está teledirigida desde el exterior». Esta noticia asombró a los periodistas que le interrogaban en una emisora de radio, pero el ministro se negó a detallar su información.

«Córcega», dijo el señor Bonnet, « forma parte del territorio francés. La población se enorgullece de ello y sabe todo lo que le ha dado a Francia, pero también sabe todo lo que le debe al continente.» En su opinión, «sólo una pequeña minoría, desde hace varios años, ha decidido manifestarse alborotadamente. Estas manifestaciones no son gratuitas y, sin duda, están teledirigidas desde el exterior».¿Qué país o países teledirigen?, ¿qué fuerzas? ¿Se trata de una «injerencia» ideológica o material?: a todas estas preguntas, el titular francés del Interior no quiso responder. Unicamente volvió a inquietar a sus interlocutores adelantando que «si las circunstancias internacionales lo permiten, podré decir, quizá, algo más».

Indignación

Los corsos reaccionaron inmediatamente para manifestar su indignación. El líder del movimiento autonomista de la isla Unión del Pueblo Corso (UPC), Edmond Simeoni, calificó de «indigentes» y de «ineptas» las palabras del ministro. «El colonialismo», añadió, «sólo se perpetúa con mentiras.» Al mismo tiempo reiteró que «la reivindicación de la autonomía interna es constitucional, y la UPC se bate en la legalidad, salvo cuando se trata de desenmascarar a las policías paralelas del Ministerio del Interior».La última manifestación de los «alborotadores», hace tres semanas, dio lugar a los trágicos acontecimientos de Bastélica y Ajaccio (tres muertos y seis heridos). En esta última ciudad, para reivindicar la libertad de los cien corsos encarcelados actualmente en Francia y el desmantelamiento de las policías paralelas, desfilaron alrededor de 20.000 personas, lo que significa el 20% de la población corsa. La isla cuenta con algo más de 200.000 habitantes, pero sólo la mitad son autóctonos. París, favoreciendo la instalación de «extranjeros», piensa que estos últimos, con el tiempo, diluirán las aspiraciones autonomistas.

Las declaraciones del ministro del Interior, ayer, piensan algunos observadores que «no son gratuitas».

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