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El precio mínimo del barril de petróleo sube de dieciocho a veinticuatro dólares antes de la reunión de Caracas

Los tres países considerados moderados de la OPEP (Arabia Saudí, Emiratos Arabes Unidos y Qatar), junto a Venezuela, anunciaron ayer una subida unilateral de los precios de sus crudos de seis dólares, que coloca el barril de petróleo que venden estos países en un mínimo de veinticuatro dólares para el arabian light. La decisión de estos tres países, confirmada en Barhaim por el ministro de Petróleo de los Emiratos, Al Oteiba, y en Bruselas por el jeque Yamani, de Arabia Saudí, pese a haber sido anticipada hace tres días (véase EL PAIS, del 11-12-1979), sorprendió ayer a los centros petrolíferos mundiales, principalmente por haberse adoptado tan sólo con cuatro días de antelación a la 55 conferencia ordinaria de la Organización de Países Exportadores de Petróleo que comienza el lunes, en Caracas. Tras este incremento es previsible que el precio del crudo quede fijado en Caracas por encima de los veintiocho dólares/barril.

Esta subida unilateral, que además es retroactiva al primero de noviembre, introduce un fuerte elemento de incertidumbre sobre las negociaciones y desenlaces de la reunión de Caracas, donde se esperaba que se adoptara una subida general sobre el precio oficial fijado en Ginebra (18-23,50 dólares), entre un 20% y un 30%. Pero la subida unilateral de estos tres países (únicos de los trece miembros de la OPEP que vendían su crudo al precio mínimo base de dieciocho dólares) representa ya por sí solo un incremento del 33%, en el caso de Arabia Saudí. El dato más revelador de este incremento es el giro fundamental que estos tres países, junto a Venezuela, dan aparentemente a su política moderada de «incrementos razonables», que habían mantenido durante las últimas reuniones de los ministros de Petróleo de la OPEP. En el curso de las últimas semanas, Arabia Saudí ha mantenido un silencio sorprendente sobre los intensos preparativos y reuniones previas a Caracas y su ministro de Petróleo, el jeque Yamani, tan sólo lo había roto ocasionalmente, para advertir que la OPEP, como cartel de los productores de crudo, era una organización incapaz de controlar las propias fuerzas del caótico mercado de petróleo.

Justificaciones optimistas

Tras esta subida, existen algunas indicaciones de lo que sucederá en Caracas a partir del próximo lunes. Una interpretación optimista de la decisión de los «moderados» de subir los crudos hasta un mínimo de veinticuatro dólares, es que con este precio como indicativo se podría establecer una base inicial de negociación realista para una posterior subida mínima en el encuentro de Caracas. De aceptarse esta tesis, uno de los logros de la reunión venezolana -quizá la más imprevisible de todas las celebradas hasta la fecha- sería, desde el punto de vista de los moderados, unificar los precios existentes actualmente en el mercado sobre una base de incrementos no superior al 10% sobre el máximo actual de la OPEP, que podría situarse en 23,50 dólares.

Otras fuentes, mucho menos optimistas, indican su sorpresa por la decisión de este bloque moderado y predicen, en este sentido, grandes enfrentamientos en la reunión de Caracas entre éstos y los que, como Irán y Libia, defienden el mantenimiento del actual status del mercado mundial de crudos, donde se pueden encontrar precios de dieciocho dólares para el arabian light (veinticuatro dólares, tras la subida anunciada ayer) hasta veintisiete y veintiocho dólares para el saharian blend.

Limitar el mercado libre

En cualquier caso, la subida hasta veinticuatro dólares podría tener un efecto positivo en la actual estrategia que algunos países, como Venezuela, han propuesto para controlar a largo plazo el mercado spot de entrega inmediata. Este mercado, cuya importancia no superaba un 5% total de las ventas globales de la OPEP hace tan sólo un año, ha pasado a representar hasta el 20% del total, como consecuencia de la crisis iraní y, sobre todo, después del duro enfrentamiento entre Irán y Estados Unidos por el problema de los rehenes. En el mercado spot, el barril ha llegado a cotizarse a 45 dólares en los momentos de máxima tensión política o psicológica. Aunque este precio ha descendido a unos 39 dólares en las últimas semanas, su tendencia al alza es continua, a medida que los preciso oficiales de la OPEP quedan superados en un juego de mercado en el que la demanda supera a la oferta. Así, las decisiones políticas, como la reciente de Irán, de canalizar casi un millón de barriles diarios hacia dicho mercado (precisamente, los 700.000 que Estados Unidos dejó de comprar como consecuencia de la crisis), reducen directamente la oferta disponible en el mercado a plazo y multiplican la presión interna que experimentan muchos productores para limitar su producción y mantener altos los precios y su nivel de ingresos.

Dos objetivos inmediatos

Dentro de este contexto, muchos expertos estiman que la subida unilateral de los moderados tendría dos objetivos a corto plazo: por un lado, reducir las diferencias en los precios oficiales de la OPEP que actualmente existen; por otro, estimular la producción global de la organización (aproximadamente unos 33 millones de barriles diarios, casi la mitad de la mundial) por medio del sistema tradicional de mantener atrayentes los precios.

Con un aumento de la producción mundial por esta vía, la importancia relativa del mercado spot tendería a disminuir, y con ello, el grave elemento distorsionador que este mercado supone para la fijación oficial del precio por parte de la OPEP. Asimismo, con un precio fijo estable, la OPEP recuperaría su importancia como organismo político y, a la vez, contribuiría a imponer una cierta estabilidad y orden al caótico momento que vive la economía mundial.

A grandes rasgos, esta sería la estrategia a medio plazo que el comité de estrategia de la OPEP, en su reciente reunión en Barheini, habría elaborado de cara al encuentro de Caracas. Aunque los detalles concretos sobre esta estrategia son escasos (el documento no se ha filtrado todavía, aunque se comenzará a discutir, en encuentros informales, este próximo fin de semana en Caracas), varios ministros de Petróleo de la OPEP han reiterado en los pasados días que el objetivo final del encuentro de Caracas es «imponer algún tipo de estabilidad en el sistema de precios», al tiempo que estimular a los países miembros a mantener altos sus niveles de producción.

El documento, de 44 páginas, que los ministros de Petróleo de la OPEP negociarán en Caracas, ha sido preparado por Arabia Saudí y Venezuela, el primero como país con el nivel de producción más alto de la OPEP, y que hasta la fecha había conseguido, con excepción quizá de Ginebra, imponer sus puntos de vista a los otros miembros. El país latinoamericano, por su lado, ha desempeñado una intensa diplomacia en los pasados tres meses, de manos de su ministro de Petróleo, Humberto Calderón Berti, encaminada precisamente a encontrar una fórmula para anular los perniciosos efectos sobre la economía mundial del mercado spot.

Aparte de estos dos países, se ha rumoreado en los últimos días que, tanto Qatar como Indonesia, Kuwait y Nigeria, no se muestran muy disconformes con los resultados del estudio. Argelia e Irak tampoco lo han desaprobado públicamente. La incógnita, en este sentido, continúa partiendo de Irán y Libia, dos países que por razones políticas, -el primero, y por necesidades financieras de desarrollo, el segundo, buscan sacar el mayor provecho de la situación actual.

La crisis de Irán, por otro lado, puede tener un efecto distorsionador sobre estos planteamientos, según estiman algunos medios. Aparte de la cuestión precio-producción, dos temas que aparecen ya íntimamente ligados, el problema financiero puede suponer en Caracas el detonante de un nuevo debate que termine por agotar los buenos esfuerzos que algunos países han realizado para superar la crisis.

En cualquier caso, una subida del precio mínimo del crudo, alrededor de los 27-30 dólares, rompería con todos los esquemas, inclusive los más optimistas, que los Gobiernos occidentales han elaborado para el año 1980. En el caso de España, un precio del barril de petróleo de unos treinta dólares superaría las dos previsiones (optimista y pesimista) que el Gobierno español estaba barajando de cara a Caracas.

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