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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Libertad de enseñanza

El editorial que publica hoy EL PAÍS sobre el reciente documento de la Conferencia Episcopal me parece extraordinariamente hábil, pero no estoy en absoluto de acuerdo con la más importante conclusión que en mi opinión puede obtenerse de él. A cambio de hacer ver lo evidente -que la misma Iglesia que ahora de manera falaciosa utiliza la expresión «Iibertad de enseñanza» es la que siempre se opuso a lo que también siempre se entendió por libertad de enseñanza en este país-, deja ese editorial como asentado lo de que todos los que estén por una sociedad libre y pluralista han de ver bien el que el Estado subvencione la escuela privada de cualquier ideología y creencia.Y esto no es cierto. Por ejemplo, a mí, que sí que estoy por una sociedad libre y pluralista, no me parece que el Estado deba financiar los negocios privados de la enseñanza de todas las confesiones que puedan querer hacer prosélitos en España. Puedo conceder que en el caso de la confesión católica, ciertamente mayoritaria aquí, el Estado ofrezca la posibilidad de que la enseñanza religiosa de su signo se imparta en los centros públicos, pero, una vez que esa posibilidad existe, y habida cuenta de que por falta de medios económicos los centros docentes del Estado se hallan a menudo en situación de angustiosa precariedad, no creo que ese Estado deba dedicar un solo céntimo a subvencionar centros privados.

La libertad de enseñanza, en su nueva acepción, existirá, en todo caso, cuando cualquier ciudadano que lo desee sea libre para elegir puesto en una escuela gratuita y aconfesional. Es decir, cuando esos puestos estén en todas partes al alcance de todos. Estando esto muy lejos de suceder en este país ahora, no creo que, con lo que se obtiene de impuestos sobre todos los ciudadanos indiscriminadamente, se deba seguir subvencionando centros que sirvan los intereses de estas o las otras empresas privadas de la enseñanza y que casi siempre se utilicen para el proselitismo de una confesión con una larga tradición de intolerancia al servicio de una sociedad clasista que tiende a perpetuar.

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