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El viraje conservador en Portugal

Abultado triunfo del centro derecha portugués

Alianza Democrática, al poder por voluntad de la mayoría absoluta del electorado portugués. Esta era ayer la conclusión unánime de la prensa portuguesa. No ha sido una «ola de fondo» en favor de la derecha, pero los 125 escaños de que Alianza Democrática dispone ya en el Parlamento -y que se transformarán en 127 ó 128 el próximo 12 de diciembre (con la publicación de los resultados de los votos de los emigrantes, que eligen cuatro diputados)- deben asegurar a la coalición de socialdemócratas, demócratas cristianos y monárquicos una confortable mayoría parlamentaria hasta las nuevas elecciones legislativas del año que viene.

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El Partido Socialista, con 73 diputados, es el gran vencido de la contienda, porque pierde, en términos relativos y en términos absolutos, frente a sus dos adversarios de la derecha y de la izquierda, bajando en cerca del 7% en relación a 1976.Por más que Mario Soares acuse al Partido Comunista de haber sacrificado la mayoría de izquierda a su propio avance, por más que Sa Carneiro minimice la importancia del resultado del Partido Comunista, Alvaro Cunhal puede considerarse como el segundo vencedor: su electorado ha pasado de 750.000 a 1.100.000; su grupo parlamentario, de cuarenta a 47 diputados, y ha arrancados dos escaños en el Norte: Aveiro y, sobre todo, Braga, donde en 1975 fueron saqueados y destruidos todos los locales del PCP.

El desmoronamiento del Partido Socialista ha sido más sensible en las zonas menos polémicas del centro y del Algarve, donde el PS ha perdido toda posibilidad de rehacerse.

Cuando se reúna, el 21 de diciembre, el nuevo Parlamento, su configuración general estará dominada por el surgimiento de dos nuevos grupos parlamentarios: los reformadores y los monárquicos, que, por obra y gracia de los acuerdos preelectorales, dispondrán en adelante, cada uno, de los cinco diputados imprescindibles para formar un grupo parlamentario.

Si no hay dudas sobre el lugar que ocuparán los reformadores (entre PS y PSD), queda por saber si harán de ligazón o, por el contrario, de frontera entre las dos alas del Parlamento. Los populares monárquicos disponen también, por primera vez, de un grupo parlamentario. El haber «entrado por la puerta de servicio» no acompleja a su dirigente. Ribeiro Telles, que afirmaba ayer por la mañana, con la mayor seguridad, que «Alianza Democrática, formalmente, se acabó», dando así a entender que entiende disponer con total libertad de su fuerza parlamentaria.

Tampoco los reformadores de Medeiros Ferreira y Antonio Barreto parecen decididos a limitarse a un papel de segundo plano. Su posición, en el fiel de la balanza, les confiere, muy transitoriamente tal vez, un papel similar al de los liberales en Gran Bretaña y Alemania Federal, y parecen dispuestos a reivindicar un lugar destacado.

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A falta de cuatro escaños, que serán decididos por el voto de los emigrantes, la coalición centroderechista Alianza Democrática tiene virtualmente garantizada, con 125 diputados, la mayoría absoluta en el nuevo Parlamento portugués, de 250 asientos (antes 263). La AD gana diez puestos en el mismo espacio político que en 1976 ocuparan juntos el Partido Popular Democrático y el Centro Democrático Social.Junto al gran avance conservador destaca el desplome socialista. El partido de Mario Soares ha perdido 34 asientos respecto a 1976, y pasa con ello a la oposición.

El Partido Comunista Portugués, motor de la coalición Alianza del Pueblo Unido, gana siete asientos, y su líder, Alvaro Cunhal, se convierte comparativamente en el segundo vencedor de los comicios.

El domingo votó más del 87% del censo portugués.

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