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RELIGIÓN

Juan Pablo II destaca la importancia del ecumenismo

Juan Arias

«La desunión es un escándalo, un impedimento a la difusión del Evangelio. Nuestro deber es intentar superarla lo más pronto posible», afirmó ayer el Papa ante un auditorio muy cualificado: los representantes de todas las conferencias episcopales del mundo en materia de ecumenismo.Según el papa Wojtyla, no se puede confundir la «necesidad de paciencia» con el «dormirse en los laureles», y ha afirmado: «Que nadie se haga ilusiones de que este trabajo por la perfecta unión en la fe es algo secundario, opcional, periférico, algo que pueda posponerse indefinidamente.»

Refiriéndose a su próxima visita al patriarcado ecuménico de Demetrio I en Estambul, Juan Pablo II ha afirmado que su primer viaje ecuménico dará expresión al empeno para la restauración de la unidad de todos los cristianos que él ha asumido desde el primer día de su pontificado. «Se trata», ha dicho, «de una visita a la primera sede de la iglesia ortodoxa.» Y ha anunciado que se encontrará también próximamente con «otros pastores y jefes cristianos en vistas de una cooperación e intensificación de los esfuerzos comunes hacia la unidad ».

Como es su costumbre, el Papa ha respondido, con este discurso, a una serie de objeciones que la prensa le había hecho en estos días. Ha asegurado que el viaje lo hará a pesar de las tensiones internacionales. A quienes han dicho maliciosamente que con Wojtyla el ecumenismo se iba a quedar encerrado en el armario, les responde diciendo que se abre un capítulo nuevo y que ha llegado la hora de «tornar decisiones concretas». A los ortodoxos griegos, que critican que el patriarcado de Estambul «cuenta con cuatro gatos», concretamente con unos 20.000 miembros, el Papa afirma que va a Estambul porque, a pesar de todo, Constantinopla representa en la tradición de la Iglesia de Cristo «la primera sede de la Iglesia ortodoxa».

Y, por fin, a cuantos habían escrito en la semana pasada que este Papa quería intensificar el diálogo con los ortodoxos porque creía menos en el diálogo con las iglesias cristianas de la reforma protestante, Wojtyla anuncia que pronto va a empezar a encontrarse también con los «otros pastores y jefes cristianos». Y a los responsables del diálogo ecuménico en el seno de las conferencias episcopales les confesó que, «mientras los cristianos sigan desunidos, el trabajo de predicación del Evangelio será obstaculizado porque la división de los cristianos constituye un perjuicio para la credibilidad del Evangelio y de Cristo mismo».

Para tranquilizar a los conservadores, Wojtyla terminó diciendo que el ecumenismo es necesario realizarlo «en plena lealtad con la verdad recibida por los apóstoles y por los padres de la Iglesia y, al mismo tiempo, en tensión hacia esa plenitud con la cual el Señor desea que crezca su cuerpo». Una posición centrista, como se va caracterizando todo el pontificado del Papa polaco.

Estuvo presente a la audiencia, en puesto de honor, el español Ramón Torella, que el el actual vicepresidente del Secretariado para la Unión de los Cristianos, cuyo presidente es el holandés cardenal Willebrands, que fue una de las figuras de punta del Concilio Vaticano II.

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