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Una avería de semáforos provoca un gran atasco en la zona norte

Un enorme atasco de tráfico colapsé prácticamente la zona norte de Madrid, ayer por la mañana. El motivo de tal atasco fue la avería sufrida por los semáforos de la avenida del Generalísimo, desde su confluencia con la calle de Raimundo Fernández Villaverde hacia Fuencarral. Pero no fue únicamente esta arteria urbana la afectada, sino que, a medida que avanzaba la mañana, el tapón se fue extendiendo paulatinamente y llegó a copar la zona de Arturo Soria, por el este de la ciudad.La avería de los semáforos comenzó sobre las seis de la mañana. Pero, a esa hora, la escasa circulación hizo que no se notara demasiado. Sin embargo, hacia las siete de la mañana, momento en que crece en gran medida la circulación de vehículos particulares hacia los centros de trabajo de las oficinas situadas en el centro, el atasco comenzó a ser total y afectó, en primer lugar, a las calles adyacentes a la avenida. del Generalísimo, para extenderse después, poco a poco, por toda la, zona norte de Madrid, a partir de Raimundo Fernández Villaverde y en torno al eje de la Castellana.

Durante el tiempo que duró el atasco no se produjeron accidentes de importancia, si bien fueron numerosos los alcances y golpes de pequeño calibre entre los vehículos que intentaban salir de cualquier forma del. embotellamiento. Lo que sí se produjeron fueron roces entre los dueños de los coches atrapados que intentaban echarse mutuamente la culpa de lo que estaba sucediendo.

Como consecuencia del atasco, los retrasos en las entradas a los trabajos fueron abundantes durante todo el día, y no sólo en los trayectos realizados utilizando el eje de la Castellana, ya que el atasco afectó a una gran zona de Madrid. Los esfuerzos de la Policía Municipal no pudieron evitar que se colapsaran también otros distritos de la ciudad.

El atasco comenzó a resolverse sobre las nueve y media de la mañana, hora en la que se consiguió reparar los semáforos averiados. Sin embargo, la normalización del tráfico en la ciudad no se dio hasta más de una hora después. El embotellamiento fue disolviéndose poco a poco en las distintas zonas a las que había alcanzado.

Los afectados por el atasco no sólo fueron coches particulares, sino que tampoco pudieron atravesar la zona colapsada los transportes de superficie. Las colas ante las paradas de autobús se fueron haciendo cada vez más largas, sin que, por supuesto, llegara ningún vehículo, toda vez que el carril-bus fue rápidamente ocupado por vehículos ligeros que lo consideraron como el lugar apropiado para huir de la zona.

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