"La clave" del marxismo

Acabo de leer en el diario EL PAIS de fecha 11-11-79 la referencia que hace al tema que sobre marxismo se debatió en el programa de RTVE «La clave». Por cierto, hay que felicitar al señor Balbín y su equipo y animarles a conseguir programas que lleven a debate temas tan fundamentales como los que en estos momentos están en la mente de todos. Es necesario entendernos y que de una vez por todas empecemos a caminar con respeto y tranquilidad.No estoy de acuerdo con el título de «Enfrentamiento Carrillo-Henry Lévy», no lo entendí así, sino al contrario. El señor Lévy se enfrentó con los señores profesor Tierno, Carrillo, Garaudy y Osorio, más o menos. Se mostró entre agresivo, rencoroso y resentido. No debatió nada. Combatió. Arremetió más directamente contra don Santiago. Daba la impresión de que venía mejor asesorado que informado. En mi opinión careció de ética. No pidió disculpas cuando reiteradas veces el señor Balbín le llamó a la moderación y que respetase la palabra de los demás. Sólo le interesaba que no le cortasen el sonido. Tampoco contestó como debiera a la pregunta que le hicieron desde la calle. Volvió a atacar con ironía al señor Carrillo, con lo de: «Ah, luego lo ha leído», refiriéndose a un libro, así como quien dice: «¡Eureka!», vaya descubrimiento.

Buen filósofo este señor Lévy. Extraña filosofía la suya, que se asombra de que el señor Osorio y el señor Carrillo conversaran entre sí en el curso del programa, y me figuro que fuera de él. Tiene que madurar mucho su joven filosofía y comprender que, por encima de todo, estos dos señores son españoles y de los que están de acuerdo en que hay que hablar y construir una nueva sociedad basada en el respeto de todos. Al señor Lévy no le gustan los «ismos» referidos al: «socialismo, comunismo y marxismo» y se le ve un tanto la oreja. Quedan muchos más «ismos» y de los que dañan bastante a la sociedad, como: «capitalismo, terrorismo, fascismo, etcétera». Y puesto que el señor Lévy no tiene ninguna disciplina política y puede volar tan alto como quiera, le diría que, si lo desea, puede agrupar en torno suyo el mayor partido contra los «ismos»: tome su filosofía y, al igual que «el flautista de Hamelín», empiece a correr las calles del mundo y le seguirán, seguro, muchos de los que «no piensan por sí mismos».