Le matan para robarle 1.200 pesetas
Las investigaciones policiales han confirmado la culpabilidad de los dos detenidos en relación con el homicidio de Antonio Leiva Crespo. Según informaciones difundidas por la policía, Leiva murió a consecuencia de la puñalada en la garganta que le infirió Emilio Barrientos Martínez, de 38 años, alias el Barrientos, en una vivienda propiedad de Alonso Fortes Llano, de 46 años, alias el Trompeta. El móvil del crimen habría sido el robo de 1.200 pesetas que la víctima llevaba en el momento.Tal como se deduce de las declaraciones de los detenidos, Antonio Leiva Crespo visitó a el Trompeta, en cuya casa estaba también el Barrientos. En un momento dado, Leiva entregó mil pesetas a este último para que fuera a comprar una botella de whisky. Entonces los encartados pudieron observar que tenía más dinero.
Cuando Barrientos volvió con la botella trató de persuadir a el Trompeta de que ambos se apoderasen del resto del dinero que portaba la víctima, a lo que, al parecer, el otro se negó en principio. Los tres continuaron bebiendo; Leiva aún mantenía en su poder 1.200 pesetas que, como la cantidad anteriormente entregada, formaban parte de su pensión de invalidez de una pierna.
Una vez que hubieron consumido media botella, Barrientos trató de arrebatar el dinero restante a Leiva. En el forcejeo, el agredido se defendió con sus muletas, pero recibió un navajazo en la base del cuello, que le ocasionó la muerte.
A las cuatro de la madrugada del miércoles, el Trompeta se presentó en la comisaría. Allí dijo que «había encontrado a un semidesconocido frente a su domicilio. Se acercó a él, vio que sangraba abundantemente y optó por introducirlo en la casa». Las siguientes pesquisas policiales comenzaron en una inspección de la casa donde se había producido el suceso. Allí ,encontraron el cuerpo sin vida de un hombre que aparecía tendido sobre el costado derecho y presentaba una herida punzante en el cuello. Junto al cuerpo, unas muletas impregnadas de sangre, indudablemente utilizadas por la víctima, que tenía una pierna ortopédica. Las botellas semivacías, el fuerte olor a alcohol y el ambiente sórdido de la casa abonaban la hipótesis de que el crimen había sido perpetrado en ella.
Casi inmediatamente fue detenido el Barrientos. Tenía las manos manchadas de sangre, aún no se había desprendido de la navaja con la que había cometido el crimen e, incluso, su bolsillo posterior, donde la había guardado después de apuñalar a Leiva, presentaba manchas frescas de sangre.
Según la policía, tanto Barrientos como el Trompeta están conceptuados como facinerosos. Hasta ahora habían participado en robos, lesiones, reyertas y escándalos.
Dos supuestas atracadoras
Dos mujeres de diecisiete años, Carmen Fernández y Ana María Merejil, han sido detenidas como presuntas autoras de un atraco frustrado contra una tienda de ultramarinos y otro consumado contra una farmacia. Ambos establecimientos se encuentran emplazados en el pueblo de Barajas.
La policía les ha ocupado un revólver simulado y una navaja. Las dos jóvenes, que son naturales de Barajas y que carecían hasta ahora de antecedentes penales, han sido puestas a disposición de la autoridad judicial.
En defensa de dos acusadas de hurto
Los abogados defensores de dos empleadas de hogar acusadas por la policía de haber sustraído joyas (véase EL PAIS de 18 de octubre) en viviendas en las que prestaban servicio, protestan por la difusión de esta noticia, algunos de cuyos términos están sometidos a secreto sumarial, sin que medie sentencia condenatoria.
Afirman que el procedimiento judicial incoado no es por robo, sino por hurto, que la tasación judicial de las joyas se encuentra bajo secreto y que una de las acusadas pudiera, incluso, ser declarada totalmente inocente del delito.
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