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Reportaje:La sociedad inquieta del Este / y 2

Moscú, centro de atención de un PC dividido y una oposición polaca poderosa

Stalin confirmó a Hopkins, enviado del presidente norteamericano Trumann, en el verano de 1945 que «la URSS no exportaba su régimen, Polonia tendrá un sistema político como el de Bélgica o Checoslovaquia» (por aquel entonces con sistema pluripartidista).Pero la presencia militar soviética en territorio polaco y el paulatino control de los comunistas sobre el Ejército y la policía, junto a la mala táctica de las fuerzas pro occidentales dieron corno resultado que el 46% de los votos fueran al frente popular, dominado por los comunistas en 1946. De nada sirvió la implantación popular de los partidos garantes del sistema parlamentario plural.

Luego, el asentamiento del estalinismo fue un hecho. «Cuando se sublevó Varsovia, sabíamos que el III Reich nazi estaba perdido, los alemanes acabarían por marcharse. Pero los soviéticos esperaban al otro lado del Vístula y si ellos entraban sabíamos que no se marcharían», así comenta el hecho Adam Michnik, portavoz del grupo de oposición Comité de Defensa Obrera (KOR).

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También, oficialmente, la matanza de oficiales polacos en Katyn no existe o se achaca a los nazis. «Los polacos sabemos, claro, que fueron los rusos», dice un universitario de la capital, pero un periodista próximo al sistema especifica: «No podemos hablar de Katyn porque los soviéticos lo interpretarían como algo personal contra ellos, y total ¿para qué?, si todo polaco sabe lo que pasó realmente.»

El discurso de Kruschev al XX Congreso del PCUS (1956) se recibió en Polonia con una esperanza inusitada, entre otras razones porque los polacos tenían a «su» hombre para la desestalinización: Wladislaw Gomulka. Tampoco hoy se cuenta oficialmente en Polonia el enfrentamiento entre este hombre y Nikita Kruschev en 1956, cuando el segundo amenazó con repetir la experiencia militar de Budapest en Varsovia.

Pero aquellas primeras esperanzas culminaron en las huelgas políticas en Gdansk (1970), con carteles de los obreros que decían: «Si no tenemos filetes, comámonos al asno de Gomulka».

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Aquel año también los polacos tenían «su» hombre: Edward Gierek. Hubo unos primeros pasos liberalizadores que aún persisten. El grave tema de la vivienda recibió un impulso importante con este hombre, antiguo emigrante en Francia, hijo de una familia profundamente católica, así como la educación y las salidas al extranjero, previo control de muchos polacos.

Pero, tras diez años de gestión de Gierek, el aparato del partido, el de los funcionarios, los posrednie ogniva, fomentados por Gomulka, sigue teniendo su poder «y ocurre algo dramático», dice una persona independiente: «que muchos dicen en privado lo contrario de lo que manifiestan en público ».

Tres personajes clave

Tres personajes clave juegan hoy en la política futura de Polonia: el primer secretario, Gierek; Stefan Olzowski, secretario del POUP y miembro de su Buró Político, y el cardenal primado, Stefan Wiszinski, cuya «salud es grave » y puede plantear problemas en el futuro dela Iglesia polaca.

El enfrentamiento entre Gierek y Olzowski, en otro tiempo aliados, se debe en gran parte a un duelo por quedar libres de las responsabilidades de mala gestión. En cuanto al primer ministro, Pitr Jaroszewicz, su impopularidad crece sin cesar. Su despacho está próximo a la embajada soviética en Varsovia y un viandante responde a la pregunta de esa proximidad de la siguiente manera: «Jaroszewicz siempre ha estado muy cerca de los rusos.»

Si bien el periodista Rakowski afirma categóricamente que «no hay fracciones en el seno del Partido Obrero Unificado de Polonia (POUP) -comunista-, admite también que los meses que quedan hasta el próximo congreso del partido (febrero del 80) «serán interesantes y la historia del partido muestra que en estos plenos siempre ha habido cambios».

Pero esta relativa franqueza se rompe a la pregunta del sentimiento actual en el seno del POUP ante el relevo de dirigentes en Moscú. Con una sonrisa y una evasiva responde: «Esa pregunta vale 50.000 dólares.»

En lo que respecta al cardenal Wiszinski, la elección de Karol Wojtyla como Papa ha sembrado un problema. El futuro sucesor sería el secretario de la Conferencia Episcopal, Dobrowski, «quien está enfrentado por varios motivos a Wojtyla», asegura Michnik, dando a entender la escasa «combatividad» de este último frente a un Wiszinski que al parecer «no desea entrar en tratos con los disidentes», según afirma el diputado Jankowski, de PAX, en cuyo despacho no hay ningún retrato del primado, lo que contrasta con la redacción de la revista Wiez, donde los retratos de Juan Pablo II compiten con los del primado. Su redactor jefe, Taduesz Mazowiecki, matiza lo anterior: «La Iglesia y los intelectuales polacos siempre han ido unidos en los treinta años de oposición más recientes en Polonia.» Esos intelectuales y universitarios que hoy soslayan al POUP y cantidad de ellos apoyan al KOR, y asisten a los seminarios de la Universidad volante.

Cómo lo hicieron ustedes

Junto a Gierek, Olszowski, Wiskinski y otros nombres que queramos añadir, Josef Tejchma o Balbiuch, la disidencia u «oposición», como hay que llamarla según Mazowiecki, tendrá un papel fundamental en el futuro. «La base social del KOR es incalculable», dice Adam Michnik, lo que ratifican otras personas. El disidente añade: «Nuestro organismo no sólo reivindica, sino que constituye nuevas instituciones sociales como es el caso de la Universidad volante, el Sindicato Libre y los comités universitarios. El pueblo apoya esas cosas frente al cretinismo oficial».

Curiosamente, diferentes personal de la oposición polaca coinciden en su interés por una cosa: «la transición española de un sistema dictatorial a otro democrático». «Conocemos las grandes diferencias», dice Michnik, «entre ambas situaciones, pero el proceso de reforma de un sistema por sus propios funcionarios es algo que nos interesa estudiar. »

Sin embargo, hoy por hoy, mientras la URSS permite un grado de libertad, innato al propio carácter polaco, Moscú no transigirá en dos puntos fundamentales: el papel predominante del Partido Comunista y que se cuestione la pertenencia de Polonia al Pacto de Varsovia.

Con eso por delante, el recién constituido e ilegal Partido Democrático Independiente del disidente Moczulski parece condenado al fracaso. «Es infantil», dice un miembro anónimo del KOR, que en representación de la oposición ha entablado diálogo con miembros liberales del POUP. «La situación es hoy imprevisible para todos, la oposición a todo Gobierno tiene una base social tradicional en Polonia», termina Mazowiecki. Gierek no lo olvida. Los soviéticos, tampoco.

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