El Madrid, de nuevo en la segunda parte
El Salamanca vino al Bernabéu con una sola intención: no perder. Casi desde el principio renunció a la victoria, porque sus ataques fueron realmente esporádicos. Más de la mitad del primer tiempo se jugó el encuentro en terreno salmantino. La deliberada defensiva, casi a ultranza, del Salamanca se hizo más patente todavía cuando a partir del minuto 22 el árbitro expulsó a Juanito, que en una reacción estúpida agredió sin balón a un contrario. Con diez hombres desde el citado minuto, el Salamanca se mantuvo invicto en la presente liga hasta el minuto 71. El primer tanto madridista dejó vislumbrar claramente que la victoria iba a quedar en casa. Y para entonces los salmantinos acusaban la falta de un hombre y su única obsesión era defenderse.El Real Madrid se encontró en la primera mitad con una incapacidad absoluta para vulnerar la meta de un D'Alessandro excelente siempre en los continuos bombeos sobre su marco. Toda la ambición madridista quedaba centrada en Juanito y Santillana, porque Cunningham, como es habitual, no recibía un solo balón en condiciones de ser jugado. Además, al jamaicano le colocó Felipe Mesones como su auténtica sombra al defensa Adam, que no tuvo otra mira durante todo el encuentro que perseguir a su par.
Diarte, que luchó como no lo había hecho seguramente en las dos últimas temporadas, fue el hombre más peligroso del Salamanca mientras se encontró en el terreno de juego. No obstante, mostró algunas fallas fundamentales. Su cintura no es lo suficientemente flexible como para escapar de marcadores tan eficaces como Navajas. Diarte llegó incluso a retrasar su posición a la zona defensiva en los momentos de mayor apuro de su equipo. Pepe, teórico extremo izquierda, se convirtió a medida que pasaba el tiempo en un defensor más, y en la segunda mitad fue el auténtico marcador de Roberto. Con un equipo en inferioridad numérica y un Madrid peleón hasta el último instante, era natural que la victoria acabase en el platillo madridista.
Boskov, que dejó a Angel en la caseta quizá porque estaba más nervioso que de costumbre y porque ya tenía la tarjeta amarilla con que sancionó Sánchez Arminio su alevosa plancha a Pedraza, se decidió a jugar la baza de Roberto, único recurso en el que acaban creyendo los entrenadores madridistas. Boskov se la jugó más todavía a la vista de que el empate tenía visos de ser definitivo con la inclusión de Benito en el equipo, y el pase de Navajas a lateral derecho para suplir las funciones que no había sabido llevar a efecto con anterioridad Sabido. Benito, como tarjeta de presentación, estuvo a punto de dejar K.O. a Brizzola, pero después ya no tuvo otra misión, dado el aviso al atacante salmantino, que ayudar a lanzar balones hacia arriba para que las cabezas siempre providenciales de Santillana y Roberto acabaran por resolver el encuentro.
El segundo período fue de constante dominio madridista. El Salamanca ya no contaba más que con un solo hombre en el ataque, pero a éste le resultaba ya muy difícil recibir balones que le permitieran irse hacia el marco de García Remón. El Madrid era un bloque ofensivo totalmente. Los dos tantos tuvieron muy parecida factura, pero fue realmente bonito el de Roberto, porque se produjo en sólo tres pases y a ritmo casi vertiginoso. El gol de Roberto fue un visto y no visto un pim pam pum.
Hasta el final del encuentro no hubo más mando en el terreno de juego que el ejercido por el Madrid. El encuentro, fútbolísticamente hablando, no podrá recordarse entre los distinguidos a nivel técnico, pero sí tuvo la emoción que le prestaba su marcador realmente incierto. El Madrid parece que no tiene otra medida táctica que el colgar balones sobre el área. Anoche lo hizo en tan repetidas ocasiones que con toda seguridad D´Alessandro fue uno de los jugadores que mayor cansancio acumuló. Y, todo hay que decirlo, gracias a D'Alessandro, el Salamanca se libró de algún gol más.
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