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La banca en la Bolsa

La banca tiene desde antiguo un estatuto de privilegio en el mercado bursátil, cuya más clara expresión es el proceso de confección de cambios. Frente al tradicional sistema latino de voceo en los corros y búsqueda de posturas concurrentes, por el que se contratan la totalidad de los sectores del mercado, los bancos tienen un sistema especial.Consiste en un símil del modelo sajón, que se basa en la introducción de todas las órdenes recibidas antes de las 10.40 horas en un terminal del ordenador de la Junta Sindical. Este se encarga posteriormente de procesar las citadas órdenes y proponer el cambio al que mayor número de títulos puedan ser negociados, con los límites de un 5% para las subidas y un 3% para los descensos, a los que corresponden los siguientes coeficientes de cobertura: a un 1 % de diferencia se fija un 40%; a un 2%, el 30%; a un 3% y hasta el 5% para las mejoras, el 20%; debiéndose cumplimentar las órdenes recibidas dentro de hora en un 50% cuando se produzca la repetición.

Existe, por último, la posibilidad de actuar después de hora, en contrapartida sobre los cambios propuestos. Esto es, si la mayoría de los saldos tiene signo comprador aportando papel o bien, si se produce el caso inverso, poniendo dinero. Esto evidentemente posibilita el que las propias entidades puedan modificar sus cotizaciones, actuando una vez conocidos el cambio propuesto y los restos resultantes, posibilidad que no existe en los demás grupos.

Pues bien, todo esto, al parecer, no es suficiente, y cuando el papel alcanza como en estos días proporciones incómodas, estas entidades no tienen mayores dificultades para conseguir una dispensa de la Junta Sindical que les libere del cumplimiento de lo reglamentado.

Efectivamente, es discrecional por parte de la Junta conceder autorización, cuando lo aconsejen las circunstancias, para eludir el estricto cumplimiento de las normas de contratación.

Pero no es menos cierto que en dos meses, y en este mismo sector, se han producido ya dos situaciones de «emergencia» -siempre según su criterio-, que en definitiva han justificado la adopción de tal dispensa, con lo que la excepción lleva camino de convertirse en regla.

Cuando miembros individuales del colegio de agentes y la propia Junta Sindical se han pronunciado en repetidas ocasiones por la necesidad de mercado libre de intervencionismos, no parece excesivamente coherente esta interrupción del flujo natural del mercado. Consideraciones tales como que el importante volumen de oferta aparecido tiene un importante componente fantasmal, pues es difícilmente admisible la existencia real de tal cantidad de títulos de estos valores a la venta, y que buena parte de las órdenes, presumiblemente son artificialmente «hinchadas», son plenamente vigentes, pero el mercado tiene sobrados elementos de autodefensa y en definitiva él mismo será quien se encargue de hacer pagar en dinero a los que fallen en su apuesta. Así pues, parece lógico que fuese el propio mercado, apoyado en los elementos de los que ya está dotado, quien se encargase de corregir los errores, relegando al olvido viejas políticas sectarias y proteccionistas.

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