Diálogo de sordos en las conversaciones China-URSS
No parece próximo el deshielo de relaciones entre China y la URSS. Por una parte, no marchan las conversaciones entre Moscú y Pekín, iniciadas hace un mes justo, con la llegada a la capital soviética de la delegación que preside Wang Yu-ping. Se han reunido en cinco ocasiones y el progreso ha sido mínimo, por no decir nulo. Asimismo, el momento no parece el más propicio para negociar amistades, precisamente cuando el primer ministro y presidente del Partido Comunista chino, Hua Guofeng, realiza por Europa su «gira histórica», calificada por el Kremlin como el «intento de Pekín para destruir la distensión en Europa ».Los soviéticos se quejan de la mala disposición del Gobierno de Pekín hacia estas conversaciones, y corno ejemplo señalan que el periódico Diario del Pueblo, en los tres últimos meses, ha dirigido más de cuatrocientos «ataques propagandísticos» contra la URSS, calificados en Moscú como «artículos repugnantes».
Y la muestra más dura de estos ataques soviéticos quedó bien reflejada en el comentario del pasado domingo en la televisión soviética, leído por el observador político Alexander Bovin, quien, en referencia a la llegada del premíer chino a Bonn, después de aclarar que en París, «de una manera cortés, pero firme, le han indicado el valor imperecedero de la distensión en Europa», subraya que «el objetivo estratégico de Pekín es meter una cuña entre los países eurooccidentales y los Estados de la comunidad socialista, minar la confianza hacia la URSS y destruir el fundamento de la distensión en Europa».
Más adelante, después de señalar que en los años sesenta los maoístas implantaban en Europa occidental las agrupaciones ultraizquierdistas, en los años setenta, al fallarles el intento de penetrar en Europa desde la izquierda, Pekín buscó una entrada desde la derecha. El comentarista soviético mostró asimismo su desconfianza por el tono apaciguador de las últimas declaraciones de Hua y mantuvo que los chinos «se pronuncian contra Helsinki y las conversaciones en Viena, contra la inviolabilidad de fronteras en Europa, apoyan la idea sobre la integración político-militar en Europa occidental y piden a la OTAN para que se fortalezca».
Con estos comentarios como telón de fondo, poco éxito parece que puede tener la comedia. No es aventurado afirmar que las conversaciones chino-soviéticas tienen un porvenir largo y triste. Después de la primera reunión plenaria, celebrada el pasado día 17, no se ha vuelto a anunciar otra. Todo parece indicar que estas negociaciones correrán una suerte parecida a las iniciadas hace diez años entre ambos países para resolver las cuestiones fronterizas, cuyos resultados positivos aún están siendo esperados.
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