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EI presidente de la República media en el conflicto de los controladores

Juan Arias

Desde ayer a la una y media de la tarde, hora española, prácticamente no vuela ningún avión sobre el cielo italiano. Esta es una de las consecuencias del cierre del espacio aéreo provocado por los controladores italianos, que desde hace unos días están dando una batalla muy dura pidiendo la desmilitarización del cuerpo. A esta huelga, que sigue en pocos meses a la llamada «águila salvaje» de los pilotos, se la ha llamado «cielo rojo», porque desde ayer es peligroso atravesar en avión el espacio italiano, ya que no ofrece seguridad. Las compañías internacionales han sido alertadas e informadas de que los responsables de la aviación italiana no pueden asegurar ni siquiera las medidas de emergencia.La papeleta es grave para el Gobierno de Francesco Cossigua. Ha intervenido incluso el presidente de la República, Sandro apertini, para evitar que «ltalia quedara aislada del mundo». Los sindicatos llamados unitarios, es decir los tres grandes, CISL, CGIL y UIL, que agrupan al 95% de los trabajadores italianos, se han puesto de acuerdo con los huelguistas, ya que piensan que es justo que en Italia, como en los más importantes países modernos del mundo, los controladores de la aviación puedan ser desmilitarizados para obtener el mismo tratamiento de los demás cuerpos civiles.

El Gobierno se opone porque no está de acuerdo el alto mando militar que alega que se trata de un cuerpo altamente especializado y preparado por el Ejército.

El Gobierno trató hasta el último momento de no dramatizar el problema. Se afirmó que sólo se habían recibido sesenta cartas de dimisión de los 1.200 controladores, pero, en una reunión, han afirmado que la huelga será general y que están dispuestos «a llevar adelante la acción de protesta, aun arriesgándose a acabar en la cárcel militar».

De hecho, cuando ayer se les ordenó militarmente volver a sus puestos, los controladores se negaron, afirmando que «era tal el clima psicológico de nerviosismo que no se sentían obligados en conciencia a ponerse a trabajar, no pudiendo asegurar la calma necesaria». Así ocurrió en los tres centros principales de los cuales depende la seguridad del tráfico aéreo: Roma, Milán y Brindisi.

Los controladores piden para volver al trabajo una palabra de honor del Gobierno de que el cuerpo será desmilitarizado, o mejor, un decreto-ley inmediato con el cual pase al Ministerio de Transportes todo el personal de la aviación italiana. A la hora de escribir esta crónica estaban reunidos, con carácter de urgencia y en sesión extraordinaria, el presidente de la República, Sandro Pertini, y el presidente del Gobierno, Cossiga, con los responsables de las tres centrales sindicales: CISL, CGIL y UIL, para buscar una solución lo más rápida posible que evite los daños gravísimos a la economía nacional y a las compañías internacionales, que podrían provocar una parálisis total y prolongada de todos los vuelos desde Italia y hacia Italia.

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