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Europa y las radios "piratas"

, La Europa de las Radios Libres se manifestó por primera vez recientemente en Longvy (Francia), ciudad de la región de Lorena que durante los últimos meses, ocupó intensamente el proscenio de la actualidad provocada por la crisis siderúrgica. Delegados franceses, españoles, suizos, belgas, británicos, italianos, representantes todos ellos de 62 radios «piratas», programaron en esta localidad una Carta Europea de las Radios Libres.Unas doscientas personas, portavoces de las ondas «piratas» de Europa occidental, el sábado y el domingo últimos, evidenciaron en primer lugar la difícil tarea que supone un acuerdo a nivel europeo en materia de «piratería» radiofónica. Los franceses, los más numerosos, dejaron boquiabiertos en algún momento a los representantes de otros países a causa de sus litigios internos. Las motivaciones de un «radio-pirata» libertario, en efecto, apenas semejan a las de los socialistas galos, participantes en los debates que, por un lado, practican la piratería de las ondas y, por el otro, defienden el centralismo monopolista del Estado. A pesar de las controversias propias de este primer paso hacia la libertad de la información radiofónica, tras haber proclamado el nacimiento de la Unión Europea de las Radios Libres, los asambleístas adoptaron una serie de decisiones comunes: una nueva reunión dentro de un año, creación de una revista europea de las radios libres, realización de una emisión común a todas las radios europeas, creación de una comisión jurídica que elaborará las acciones oportunas ante los organismos internacionales y, por fin, los asambleístas decidieron enviar una delegación al Parlamento Europeo y a la Conferencia de Ginebra que tramita la atribución de frecuencias de radio y teledifusión.

Por iniciativa de los delegados belgas se planteó y, al final de la reunión, se aprobó una Carta de la Unión Europea de las Radios Libres en la que sobre algunos puntos, como el referente a la publicidad, únicamente se pudo dejar claro que existen divergencias profundas entre los participantes. Esta Carta dice que las radios europeas reivindican la posibilidad para todos los ciudadanos, o grupos de ciudadanos, de «realizar emisiones de radios libres sin autorización, sin control y sin censura por parte del Estado ». Todos los congresistas se manifestaron de acuerdo para. afirmar que «estas radios no deben estar sometidas a las fuerzas económicas», pero el desacuerdo fue total al plantear el problema esencial de la publicidad en tanto que fuente de ingresos: los españoles, como los belgas, se opusieron rotundamente; los británicos no han adoptado aún una filosofía sobre el tema, los italianos consideran necesaria la publicidad y entre los franceses todas las posiciones encontraron adeptos.

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