Yannick Noah, brillante e inesperado ganador del Grand Prix

Después de vencer a las dos primeras raquetas del tenis español -José Higueras, en semifinales, y Manuel Orantes, en la final-, el joven francés de color Yannick Noab se adjudicó brillantemente el Grand Prix de Madrid. El domingo, en la pista central del Club de Campo, y ante cerca de 5.000 espectadores -pese a que parte del encuentro fue televisado en directo, las gradas estuvieron completamente abarrotadas-, doblegó en un bonito e interesante partido a Orantes por 6-3, 6-7, 6-1 y 62.

Gran parte de la capacidad de asombro dentro de un partido de tenis terminó ayer para muchos espectadores -y, por supuesto, para el propio Manuel Orantes-, al ver las bolas que era capaz de devolver -bien, a veces con veneno- un joven negrito, espigado, con unas facultades portentosas que, salvo para el mundillo del tenis, se trataba de un desconocido. Lo cierto es que su facilidad para dar alcance a las bolas más inverosímiles puede desesperar al rival más equilibrado, y el domingo Orantes dio una gran muestra de resignación. Cada vez que quería anotarse un tanto requería dar tres o cuatro golpes maestros. Noah igual llegaba a la mejor de las dejadas que al más peligroso de los lob. Fue esta, sin duda, la nota más destacada de la final.Nada pudo hacer Orantes en el primer set, pero sí le sirvió para estudiar eljuego de su rival. De ahí que en el segundo ganara, aunque fuera en el tea break. Sólo en experiencia y en algunos aspectos técnicos superaba el granadino a su rival. Eran pocas armas si se tiene en cuenta que, además de lo ya apuntado, Noah posee un servicio muy potente, en el que apoya gran parte de su juego; hace valer sus muchos centímetros para conseguir un smash totalmente imparable -y eso que Orantes el domingo devolvió también de forma increíble varias bolas- y hace gala de un revés que, además de efectivo, sobre todo cuando lo cruza, es precioso. Con todo, Orantes le jugó casi siempre al revés, porque su drive es demoledor. Es fácil sacar la consecuencia de que en Noah hay un futuro ídolo a nivel mundial que dará muy en breve mucho que hablar -ahora cumple el servicio militar, y aunque goza de muchos permisos, no puede entrenarse suficientemente- y que además llenará las pistas, porque a su espléndido juego sabe unir un bonito y deportivo show que hace de su actuación un espectáculo de lo que está tan falto el deporte.

Manuel Orantes acusa excesivamente su lesión y nadie puede dudar que el Orantes de este Grand Prix, pese a que hay que insistir en que lució el mejor tenis, no es ese gran tenista que goza de un bonito historial. Orantes no puede golpear la bola con fuerza y eso le priva de subir a la red con un mínimo de garantías. En la final hizo cosas como para descubrirse, pero al firil no pudo con la seguridad del francés,

Noah, más que barrer, «sacó» a Orantes de la pista con su juego y su fuerza de la misma manera que casi saca del Club de Campo aquella bola, con un smash, que salió por encima de la tribuna. Un smash tan inapelable como su triunfo en este Gran Prix, ante el que el público respondió con creces, desbordando todas las previsiones.

Para Sandin el título femenino

La sueca Lena Sandin ganó con autoridad el título femenino. Al igual que Noali, es muy joven -tiene dieciocho años- y también venció a lo largo del torneo a las dos primeras raquetas españolas. Primero, a Mónica Alvarez Mon, y el domingo, a Carmen Perea, que apenas tuvo opción frente a la rubita de coletas que, como el ídolo sueco Bjorn Borg, da el revés con las dos manos. Al final ganó por 6-1 y 63.