Al Madrid le faltó ambición en Almería
, El partido más caro en la historia del fútbol español respondió a la enorme expectación despertada en Almería sólo durante el primer tiempo. El campo de juego, ideal para las correrías de diligencias, indios y vaqueros de cualquier película del Oeste, no estaba para alardes futbolísticos, y en él, eso sí, los actores cumplieron el papel esperado, con valoración positiva para la garra y codicia del Almería, y por debajo del tono exigible los blancos. Al Madrid le bastó su peso específico, su aplomo, la tradición -difícilmente pierde- y hacer valer la lógica económica de sus 950 millones de presupuesto por los 110 del club almeriense, para arrancar un nuevo punto, aunque esta vez careció de mayor ambición para lograr los dos. Cunningham, con molestias en el tobillo y asaeteado por los mosquitos, no jugó.El Madrid comenzó el partido con una ausencia por línea, a pesar de la tozudez de Boskov. Pirri no viajó, pero sí Stielike, que se desplazó con un tirón, aunque el técnico yugoslavo insistiese en que podría estar en condiciones de jugar. Stielike estuvo en condiciones de sentarse en el banquillo, y gracias. En cuanto a Cunningham, sigue arrastrando molestias en su pierna izquierda y, además, había sido objeto de persecución implacable por los mosquitos, que le cerraron prácticamente un Ojo. Cunningham, pese a ello, saltó con sus compañeros a calentarse, y se retiró un par de minutos después, aunque el yugoslavo le había puesto en la pizarra de los titulares. Algún jocoso comentó que al menos la deferencia de Boskov hacia los aficionados permitió a éstos observar la estampa del moreno.
Arbitro: Condón Uriz, navarro
Aceptable, aun con dos errores que empañan su labor. En el minuto veinte no sancionó un par de empujones consecutivos de Camacho a Rojas en el área, aunque el almeriense pecó de inocente al intentar seguir la jugada. Tampoco se atrevió a mostrar tarjeta a Angel, en el minuto 64, al percatarse de que suponía la expulsión del madridista, amonestado en el primer tiempo, al igual que Garay, por una fricción mutua. Piñero también vio la cartulina amarilla por dura entrada a Santillana.Unas 22.000 personas rebasaron con creces el aforo del campo almeriense, abarrotado desde una hora antes de comenzar el partido, a pesar de los abusivos precios -2.025 lo más caro y 825 lo «barato»-. Hubo profusión enorme de reventas -incluso caras conocidas de Madrid- y seguridad de que se habían vendido entradas de más.
Si a las bajas de Pirri, Stieflke y Cunningham se une la premisa señalada del césped (?), un patatal peor que Vallecas el año pasado, lo peor que puede decirse de él, era lógico esperar un Madrid prudente, agazapado y a la espera de que amainara el feroz ataque inicial de su novato rival. El Almería, en efecto, consciente de su inferioridad técnica, salió decidido a jugarse las bazas de su mayor adaptación al escenario y un continuo vigor físico que difícilmente podría sostener a un ritmo continuado. Con la seguridad que inspira atrás el meta César -¡qué vista tuvieron los técnicos del Oviedo al desprenderse de él!-, la sobriedad de un magnífico «líbero», Oscar López, el empuje de los medios Garay y Corral, y la acometividad, en ocasiones torpe, del «tanque» Rolón, el Almería tuvo las primeras ocasiones para marcar, pero García Remón anduvo listo al remate de Oscar López y a un testarazo de Rolón.
La defensa del Madrid cargó así con el peso del encuentro. Benito actuó de hombre libre, Navajas necesitó afilar su marcaje al peligroso ariete local y Camacho pasó sus apuros -penalti no señalado incluído- con el veterano Rojas. El Madrid serenó su juego, y al filo de la media hora mostró ya su aplomo y seriedad contrarrestando el empuje almeriense y forzando un par de acciones peligrosas. La experiencia, aliada en parte con la fortuna, salvó, sin embargo, al equipo blanco en un cabezazo de Rojas al poste, con rechace posterior que falló Rolón. Dos minutos después el Almería pagaba la novatada en un error de Corral que aprovechó Juanito y culminó Santillana. El testarazo de Arias -a quien nunca siguió Juanito- pondría las cosas en su sitio justo.
La segunda mitad no tuvo ya vibración y apenas sirvió para poner de manifiesto algunas cosillas. Por ejemplo, que Stielike sigue siendo pieza clave para engarzar acciones de contragolpe junto a Del Bosque. Su baja la notaron, sobre todo, Juanito y Santillana, que jugaron sin arriesgar y que se cubrieron aquél con la jugada y éste con el remate que acabaría en las redes de César. Portugal arrastra su voluntad y Boskov se deja arrastrar por los millones que ha costado. El yugoslavo no tuvo más remedio que sustituirle por el hombre que parece el más indicado para cubrir las ausencias del germano, García Hernández. El Almería buscó afianzar su empate -buen resultado ante el campeón-, y al Madrid, aunque aparentemente parecía no conformarse con él, le faltó la ambición suficiente para conseguir los dos puntos.
Dos podrían ser las conclusiones del partido. La primera, que el Almería, sin «vedettismos», y si mantiene su encomiable espíritu de lucha, podría no ser comparsa en primera. La segunda, que la crisis de los grandes no afecta al Madrid. El equipo blanco mantiene su aire habitual: suma puntos mientras que sus rivales teóricos en la lucha por el título los dejan escapar torpemente.
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