_
_
_
_
_
Reportaje:

Los servicios secretos aconsejaron la suspensión del viaje de Suárez

«Ayer, jueves, la situación era normal en todas las unidades del país», decía el viernes por la tarde el secretario de Estado para la Información, Josep Meliá, refiriéndose a lo expuesto en el Consejo de ministros por el titular de Defensa, Agustín Rodríguez Sahagún.Mientras Meliá hablaba, de Toledo hacia Madrid salía un telegrama para Carmen Polo, viuda del general Franco, anterior jefe del Estado. El remitente era José María Marín, dirigente de la Hermandad de Nuestra Señora Santa María del Alcázar. El texto decía así: «Celebrando los cultos anuales, formulo un fervoroso, entrañable e imperecedero recuerdo, avivado por las actuales circunstancias, para nuestro primer hermano mayor, su excelencia Generalísimo Franco, rogando a nuestra Señora Celestial Patrona interceda por su eterno descanso». José María Marín había leído el texto del telegrama en un restaurante de Toledo entre gritos de «¡Franco, Franco, Franco...!»

Horas antes, los cadetes de la Academia de Infantería de Toledo desfilaban en un acto conmemorativo del 43 aniversario de la toma del Alcázar de Toledo por las tropas del general Varela. En la explanada del Alcázar había familiares de antiguos combatientes del hecho bélico más mitificado por los vencedores de la guerra civil. Y además, el secretario nacional de Fuerza Nueva y consejero de la Hermandad del Alcázar, Ricardo Alba, el general de Brigada Martín Pintado, el teniente general Enrique Gastesi, el coronel Fuentes, el general de división Angel Muñoz Muñoz, el general de la Guardia Civil García Consuegra, y el subgobernador militar de Toledo, coronel Rodríguez de Miguel.

Después de la celebración castrense, los miembros de la Hermandad se reunían en unos locales del arzobispado del primado Marcelo González.

En la orilla del week end, estas eran las últimas noticias relacionadas con el Ejército, en una semana que había comenzado con el asesinato del gobernador militar de Guipúzcoa, general González-Vallés, y la casual y oportuna publicación de una entrevista de la periodista María Mérida con el capitán general de Valencia, Jaime Milans del Bosch.

María Mérida, entrevistadora habitual de La Vanguardia, venía preparando desde hace unos cuatro años un libro de conversaciones con una veintena de tenientes generales del Ejército. A finales del pasado mes de julio tuvo razones para sentirse contenta: Jaime Milans del Bosch, posiblemente el militar más inaccesible a los periodistas, se dignaba, por fin, a contestar el cuestionario que le ofrecía la periodista. El 30 de julio, María Mérida entraba en el despacho de Milans del Bosch. Iba a recoger las respuestas firmadas del teniente general y a conversar con él, en vivo, durante un par de horas. El libro de María Mérida estaba, por fin, prácticamente acabado.

Pasado el mes de agosto, la periodista se decidió a publicar parte de la entrevista, como había hecho ya con algunas otras de las que formaban parte de su proyectado libro. Para ello contaba con los permisos oportunos. Entre las publicaciones en las que María Mérida colabora, Abc fue la que más interés puso en prepublicar la entrevista con Milans del Bosch. Cierto es que la entrevista había sido hecha dos meses atrás, pero en cualquier caso se trataba de un trabajo intemporal (pensado para un libro) y el teniente general no ponía inconvenientes.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Sobresaltado desayuno

Más de 200.000 españoles se desayunaban hace siete días con la noticia radiofónica del asesinato del general González-Vallés y las declaraciones de Milans del Bosch, que eran calificadas de «golpistas» en los ambientes democráticos.Había sido una terrible coincidencia que, en cualquier caso, podría haberse dado también cualquier otro día. Las declaraciones de Milans del Bosch se encontraban listas para publicar hacía dos meses y los asesinatos de jefes del Ejército son, por desgracia, demasiado frecuentes.

«Lamento que se haya organizado todo este desmadre. Esta era sólo una entrevista de la veintena que he hecho para mi libro. Como no tenía nada en contra, la di para publicar en Abc. Lamento que algunas cosas se hayan tergiversado. Mi actuación ha sido correcta en todo sentido... Me ha costado años conseguir esta entrevista», dice María Mérida, con una mezcla de orgullo profesional por la exclusiva conseguida y de pena por haber escuchado ya que su entrevista formaba parte de un movimiento conspirativo.

El hermético Milans del Bosch es, posiblemente, uno de los militares españoles más prestigiosos. Tiene fama de trabajador, buen táctico y los que han trabajado con él dicen que sabe ganarse a los oficiales. Para algunos, Milans habría de ser el futuro general Franco. «Su paso por la División Acorazada de Madrid supuso una larga serie de innovaciones y la creación de cierto espíritu de élite. Fue él quien cambió la uniformidad e introdujo la boina de tanquista como prenda de uniforme de la división», dice un oficial que estuvo en la acorazada a las órdenes de Milans del Bosch.

Coincidió el cambio de la gorra por la boina negra, en enero de 1977, con una revista de tropa del Rey. Sucedió en Venta de la Reina (oeste de Madrid) y allí se obtuvo una imagen periodística tranquilizadora: el exigente general y el joven Rey comían juntos sendos bocadillos.

Aquel mismo mes, Milans del Bosch dirigía una queja al Rey por haber sido saltado en el escalafón por su colega Antonio Ibáñez Freire, actual ministro del Interior. Otras fuentes militares afirmaban entonces que Milans había saltado antes sobre Ibáñez Freire y seis generales más.

Una vieja familia militar

La familia Milans del Bosch posee amplios antecedentes militares. Un antecesor luchó en la guerra de la independencia y, como era de conocido pensamiento liberal, tuvo que exiliarse por sus discrepancias con Fernando VII. Un abuelo del actual capitán general de Valencia fue capitán general de Cataluña durante los incidentes sangrientos de 1917 y jefe del Cuarto Militar de Alfonso XIII. Su padre es también teniente general y formaba parte de la columna de Varela que marchó hacia el alcázar de Toledo, en el que el entonces joven Jaime Milans del Bosch cursaba estudios militares.«Jaime Milans del Bosch considera la política como prolongación del arte militar. En tiempos, frecuentaba el Club Siglo XXI en compañía del ahora general Manuel Saavedra Palmeiro, entonces coronel jefe del Regimiento Saboya de la División Acorazada y ahora en la división Guzmán el Bueno II, dentro de la Capitanía General de Sevilla, de la que es titular el teniente general Merry Gordon. Por otro lado, era conocida su exigencia, conservadurismo y rigidez. En los ambientes militares se ha comentado que fueron Saavedra y él quienes hablaron con el entonces capitán general de Madrid, Campano, para denunciar la Unión Militar Democrática. Poco después, a finales del mes de julio de 1975, eran detenidos un comandante y ocho capitanes, acusados de formar parte de esta organización», dice un oficial que tuvo la oportunidad de estar cerca del actual capitán general de Valencia en los tiempos en que dirigía la División Acorazada de Madrid.

Por si esta semana no abundara ya en problemas castrenses, en la anterior el capitán general de Canarias. y director general de Prisiones desde 1965 a 1970, Jesús González del Yerro, discrepaba de su superior, el jefe del Estado Mayor del Ejército, teniente general José Gabeiras, quien recorría las islas durante la celebración del 59.º aniversario de la Legión. Mientras que Gabeiras decía, refiriéndose al Gobierno, que pocas veces había visto defender los intereses militares «con tanta preocupación y vehemencia», González del Yerro mostraba su repulsa «porque no se ve acción eficaz de autoridad que invierta de modo total el curso de los acontecimientos», y afirmaba que «se nos va muriendo España».

A principios de esta última semana, las declaraciones militares llegaban a hacer pensar que se pasaba por un momento peligroso. Algunos creían escuchar ya cierto rumor de sables, botas y espuelas.

«No, esta vez los rumores no han respondido a ningún movimiento generalizado. Sin duda, los atentados terroristas contra miembros del Ejército causan fuerte impresión entre todos los jefes y oficiales, pero no se han escuchado voces más altas que otras veces. Algún acontecimiento pacífico, como la legalización, hace dos años y medio, del Partido Comunista, creó, sin duda, marejadas más importantes», dice un jefe del Ejército de conocido pensamiento democrático. «Esta vez, pienso, el vaivén se ha notado más en las alturas que en la oficialidad de las Fuerzas Armadas», concluye la misma fuente.

¿Por qué se queda Suárez?

La sensación de que España se encontraba ante una fuerte tensión militar se sobrealimentó con el aplazamiento del viaje del presidente Suárez a América. En las oficinas de la Moncloa se utilizaba un amplio manojo de razones para justificar la suspensión de la gira de Suárez. Eran demasiadas razones expuestas a la vez para que todas juntas no fueran nada más que un puñado de excusas.Había una doble sospecha sobre el aplazamiento del viaje, que había sido anunciado cuando los periodistas que cubren la Moncloa estaban ya haciendo las maletas. Por un lado, se hablaba de la inminencia de una operación Galaxia-2. Así pensaban quienes veían en los acontecimientos simultáneos de la semana algo más que una coincidencia. Otros hacían referencias al temor de atentados. Fuentes cercanas a Presidencia han declarado que fueron los servicios secretos los que aconsejaron a Gutiérrez Mellado que hablase con el presidente para convencerlo de suspender el viaje. Desde hace dos semanas, se sospechaba la posibilidad de que alguien atentase contra Suárez en su gira por Estados Unidos, Panamá, Costa Rica y Nicaragua. Marcelino Oreja, mientras tanto, que asistía a la Asamblea de Naciones Unidas, se vela oculto por una nube de fornidos guardaespaldas.

La tensión parecía acabar con la entrevista entre el ministro de Defensa, el hombre de negocios Agustín Rodríguez Sahagún, y los muy condecorados generales Milans del Bosch y González del Yerro, que habían sido llamados a Madrid para hablar de sus recientes declaraciones. «La entrevista fue cordial», se dijo. La primera tormenta del otoño iba retirándose. Mientras tanto, todavía se ignora la razón exacta por la que el presidente Suárez aplazó su viaje.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_