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Lo que tocaba Mao Zedong se convertía en reliquia. Su sucesor en la presidencia de la República de China, Hua Guofeng, no quiere que este culto a la personalidad se perpetúe con él. Por supuesto, no va a dejar de tocar las cosas. Lo que va a impedir es que las cosas que ha tenido en sus manos pasen a las vitrinas de los museos. Ya ordenó que fueran desplazados de esos lugares de honor los objetos en los que fue servido recientemente, mientras visitaba una porqueriza en Shangai.

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