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Reportaje:

Expedición científica soviética en búsqueda del hombre de las nieves

El Pamir, en la república soviética de Tadjikistan, es el sistema montañoso más alto de la Unión Soviética y donde se encuentran las mayores cordilleras de Asia: Hindukush, Karakerum, Kuenlum y Tian Shan. Nieve y hielo cubren las cimas de los montes, relativamente jóvenes. Hace sólo cincuenta millones de años su lugar lo ocupaba el mar. En estas montañas, por las que viajó Marco Polo, se han encontrado viviendas de hombres prehistóricos, y en su interior, ceniza de madera. Los pastores de estas zonas cuentan y no acaban sobre los encuentros que periódicamente han tenido con seres de súbita aparición y desaparición, y han creado la leyenda al llamado «abominable hombre de las nieves», cuya existencia se reduce, como prueba documental, a las huellas de sus enormes pies.En 1958 se comenzó oficialmente la búsqueda del yeti. Fue creada una comisión adjunta al presidium de la Academia de Ciencias de la URSS para tratar el problema del hombre de las nieves, y una gran expedición hizo búsquedas de este ser vivo por el Pamir. Las investigaciones oficiales se han complementado con el trabajo de los entusiastas, que desde entonces se reúnen en un seminario sobre los problemas de los llamados «homínoidos relictos», adjunto al museo estatal de Darwin, en Moscú, cuyas sesiones de estudio se celebran desde hace quince años el tercer jueves de cada mes.

Muchas han sido las expediciones de voluntarios que temporal o permanentemente actúan en regiones de poca población en el Cáucaso del norte, Pamir, Tian Shan y Yakutin. Las más estables estuvieron dirigidas por el profesor Kovman e instaladas en el Cáucaso del norte, y participan, junto a personas de distintas profesiones, estudiantes y jubilados. A partir de 1974, el monopolizador de la búsqueda es el ucraniano, obrero de la fábrica Bolchevik, Igor Tasolt, un alpinista con veinte años de experiencia, que ha ido recopilando los datos conseguidos de las poblaciones locales, que cuentan, con temor, tremendas historias sobre «unos seres salvajes cubiertos de pelos» que habitan las montañas de Pamir y Pamir Alai. Durante cinco temporadas, bajo su dirección, este trabajo lo realizaron cerca de sesenta personas, que han recorrido ya más de mil kilómetros; en dos ocasiones, ellos mismos han recibido en sus campamentos la visita del abominable.

Ultima aparición

La última aparición, controlada por los investigadores, ha sido contada por el pastor Sukur, quien, mientras cambiaba el pasto a las ovejas en la madrugada, oyó ladrar a los perros, que se lanzaron por un sendero; el pastor los siguió y vio cerca de la senda a un ser parecido a un hombre y cubierto de pelo que, puesto de cuclillas, era más grande que un hombre alto puesto en pie. Los perros, al acercarse a unos veinte metros, dejaron de ladrar; el «ser» se levantó y se marchó. Al ocultarse, los perros volvieron a ladrar.Uno de los afortunados expedicionarios que también ha visto al «hominoide», nombre que le dan los científicos, lván Petriv, fue también en la madrugada, cuando sus compañeros dormían. Se levantó temprano para ir al poblado, y vio a pocos metros «un ser parecido al hombre, con el cuerpo cubierto de pelos» que daba saltos extraños. En pocos segundos se ocultó detrás de las colinas. Los compañeros de Iván pudieron tomar en moldes de escayola las huellas, de un tamaño cuatro veces mayor del pie normal. Desde hace días, Igor está con un grupo en el mismo lugar. La expedición se compone de once personas, siete de ellos de Kiev, dos de Donestz y dos de Moscú, alguno de los cuales se ha reenganchado para continuar las investigaciones. Han instalado el campamento en un lugar con mayor visibilidad y desde allí realizan marchas y establecen vigilancia en dos o tres lugares durante las veinticuatro horas del día, han preparado sendas con tierra blanda para que queden bien grabadas las huellas del misterioso ser y confían en, por lo menos, poder hacerle fotos.

Han elegido esta época del año, después de los estudios realizados últimamente, por ser la más indicada para encontrar el posible rastro. Se cree que ahora, cuando se aproximan las primeras nieves, el yeti abandona las colinas, que pronto alcanzarán cincuenta grados bajo cero, y busca un lugar más propio y confortable donde pasar el invierno. Cuando daban cuenta del inicio de la expedición en el diario Komsomolsky Pravda, los expedicionarios señalaban que «no tenemos intención alguna de hacerle daño», advertencia que suponemos no iría dirigida para conocimiento del abominable.

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